19 May Un programa de inteligencia artificial escribe notas periodísticas
Por sarah O’Connor
Un día de la semana pasada a las 9:29 hs me encorvé nerviosa sobre mi teclado y me preparé para darle batalla a una entidad llamada Emma. Ambas a las 9:30 hs estábamos listas para escribir sobre los datos de empleo oficiales del Reino Unido y entregar nuestras notas a mi editor. Estaba segura que Emma sería más rápida que yo, pero realmente tenía esperanzas de que mi artículo fuera mejor.
Su creadora, una start-up llamada Stealth, la llama “inteligencia artificial autónoma” diseñada para brindar servicios profesionales como investigación y análisis. Como está de moda predecir que la inteligencia artificial (IA) reemplazará a los empleados de oficina incluyendo a los periodistas, quise ponerla a prueba.
Emma fue realmente rápida: tardó 12 minutos en terminar la nota frente a mis 35 minutos. Su artículo fue también mejor de lo que esperaba. Sus datos eran correctos y hasta incluyó contexto relevante como la posibilidad de que el Reino Unido abandonara la UE (si bien tenía una dudosa opinión sobre que sería un “viento de cola” para la economía británica). Pero para mi alivio, carecía del talento periodístico más importante: la capacidad de distinguir lo relevante de lo superfluo. Si bien mencionó correctamente que la tasa de desempleo no había cambiado, ignoró que la cantidad de las personas que buscan trabajo había aumentado por primera vez en casi un año.
En verdad, la mayoría de la gente que trabaja en inteligencia artificial admite que, por el momento, no va a convertir a los humanos en obsoletos. Simplemente no es lo suficientemente inteligente. Lo que está empezando a ocurrir, sin embargo, es más sutil pero no menos importante. Los límites entre el trabajo hecho por humanos y el realizado por máquinas están comenzando a borrarse.
Para algunos trabajadores, ésto podría ser una bendición. Imagino un escenario donde una entidad como Emma podría elaborar reportes rudimentarios basados en comunicados con datos repetitivos, enviarlos a un editor humano para que los mejore y embellezca. Associated Press ya usa un programa llamado Automated Insights para escribir notas simples sobre resultados financieros de las compañías. En esos casos, los humanos tienen la ventaja: las máquinas no los están anulando sino que se están haciendo cargo de las partes más aburridas de la tarea para que los periodistas puedan dedicar más tiempo a la parte creativa y valiosa de los artículos.
Pero no todos los humanos están ascendiendo en la cadena de valor. Hay algunas actividades aburridas en las que las máquinas son muy malas. Y silenciosamente las está haciendo un ejército de gente mal paga.
Pensemos en los trabajadores de Amazon Mechanical Turk, un sitioweb dirigido por la tienda online donde los “solicitantes” pagan a los “turkers” (los trabajadores) para que realicen microtareas simples que son complicadas para las máquinas pero sencillas (aunque aburridas) para los humanos: transcribir audios, etiquetar fotos con palabras clave relevantes; copiar recibos fotocopiados en planillas de cálculos. Amazon llama a estas “tareas de inteligencia humana”, o “HIT” por sus siglas en ingles, y se pagan unos centavos cada una. El nombre Mechanical Turk proviene de la falsa máquina del siglo XVIII que jugaba al ajedrez: si bien parecía un autómata, había una persona escondida adentro.
Pinterest es un buen ejemplo de una compañía que usa sitios como ése. Una desarrolladora explicó en un reciente blog cómo usar crowd workers o asistentes virtuales para evaluar la relevancia de las “tendencias en búsquedas” generadas por sus computadoras. Para eso los humanos todavía son mejores que las máquinas. Hemos construido inteligencia artificial “artificial”, aseguró.
Algunos de los nuevos servicios de IA y chatbots (agentes virtuales) también tienen gente escondida adentro: “son humanos que simulan ser robots simulando ser humanos”, tal como señaló Bloomberg en un reciente informe. Estas personas con frecuencia revisan y editan las respuestas generadas por la IA antes de ser enviadas.
¿Y Emma? ¿Hay un humano merodeando detrás de ella? Shaunak Khire, cofundador de Stealth, asegura que Emma tiene un equipo de “entrenadores” humanos pero insiste en que la producción es toda de ella. Para el ciudadano de a pie que usa estos servicios, siempre va a ser difícil estar seguro de eso.
Jeff Bigham, profesor adjunto en el Human-Computer Interaction Institute de la Universidad Carnegie Mellon, trabaja como asesor de los creadores de Emma. Quiere encontrar alguna manera de que el crowdwork (trabajo con un equipo virtual) sea menos mecánico y más gratificante; por ejemplo, haciéndolo como medio para adquirir conocimientos.
Explicó que cuando los humanos desarrollan tareas que las máquinas todavía no pueden hacer, están creando un escape de “datos de capacitación” de los cuales la IA puede aprender. En otras palabras, todos aquellos editores de crowdworkers y chatbots están trabajando constantemente en pos de su propia obsolescencia.
¿Deberíamos darle la bienvenida o temerle al avance de las máquinas inteligentes? Eso depende de si ellas estarán trabajando para uno o si uno estará trabajando para ellas.
EL CRONISTA