19 May Los Millennials y el dinero: claves para entender el cambio de paradigma
Por Luján Scarpinelli
Filósofos del life balance; fundamentalistas de la felicidad. Hiperconectados 24×7, likean, chatean y snapchatean. Desafían las tradiciones, viajan, emprenden, comparten, hacen mash ups. ¿Derrochadores? ¿Idealistas? ¿Narcisistas? Rebeldes sin dogmas. Trabajadores sin camiseta. Ambientalistas sin descanso. Protagonistas de la cuarta revolución industrial.
Desentramar la ideología de los millennials se ha vuelto un objetivo obsesivo para los que ambicionan sobrevivir cuando esta generación llegue a constituir en cuatro años la mitad de la fuerza laboral alrededor del mundo, y el 75% en 2025. Sus roles de empleadores, empleados y consumidores constituyen diversos capítulos de las bibliotecas escritas en su nombre. Entre esos tomos plagados de adjetivos, están los que analizan la relación con el dinero. Cómo administra, gasta, invierte y ahorra este grupo de personas de entre 18 y 34 años (según uno de los cortes), que supera en cantidad a sus predecesores etiquetados “Generación X” y “Baby Boomers”.
La incógnita sobre el lugar que asignan los millennials a la riqueza material y cuáles son sus elecciones financieras desvela a Wall Street. En las próximas décadas, los jóvenes de hoy heredarán activos financieros y no financieros por US$ 30 billones sólo en los Estados Unidos, según el cálculo de Federated Investors, una compañía financiera que cotiza en el NYSE. Con matices, esa inquietud hace eco a nivel global.
Javier Casas Rúa, socio a cargo de Servicios Financieros, Innovación y Escuela de Negocios de PwC , destaca las similitudes de la juventud norteamericana con la local, en relación con el impacto de las crisis que recayeron sobre sus padres, y los frutos de un modelo de trabajo de sacrificio sin disfrute. Las enseñanzas se reflejan en la desconfianza sobre el sistema tradicional y por otra parte, dice Casas Rúa, en un cambio de visión: el tener ya no es acumular, sino tener experiencias. Pero eso no los vuelve una generación de derrochadores, ya que sus objetivos implican una disciplina de ahorro.
El chanchito de este segmento también tiene como objetivo la educación, algo que estadísticamente los eleva por sobre sus padres y abuelos. Tener es, además, tener habilidades.
Todo esto modificó el concepto de éxito, que antes se medía en términos financieros y de carrera, y que ahora se ha expandido a factores emocionales y experimentales, indica un informe de UBS. Sobran encuestas, como la de Barnes & Noble College, que ubican en la cima de sus metas a la realización personal en el plano extra económico.
Pero una cosa no quita la otra. Se trata de una combinación de factores, y no de una pérdida absoluta de la valoración del dinero. De hecho, la retribución es, junto con la búsqueda de un entorno de innovación, uno de los motivos por los cuales los jóvenes cambian de trabajo, de acuerdo con un trabajo de Mercer. Ambos aspectos, destaca la consultora, se relacionan con la necesidad de encontrar un camino más rápido para mejorar.
Tras esa ambición, el emprendedorismo representa un atajo para muchos. Bajo el rótulo de “Millennipreneurs”, el BNP Paribas describe el resultado de un relevamiento en mercados desarrollados y emergentes, que contrasta el número de firmas creadas por miembros de distintas generaciones: con 8 empresas en promedio, los millennials superan con creces el 3,5 de los baby boomers.
Aunque conscientes de que el dinero no compra la felicidad, consideran la independencia financiera imprescindible para el éxito individual, dice el informe de UBS. En relación de dependencia o no, el dinero importa (sobre todo, el dinero líquido, ya que los millennials tienen menos activos que sus antecesores). La encuesta del BNP Paribas detalla lo diverso de sus inversiones, volcadas mayormente al propio negocio (20%), real estate (17%), cash (15%), acciones (13%), y otras.
En cuanto a la actitud para con el mercado financiero, el ejemplo de Wall Street es ilustrativo: los millennialls adoptaron una actitud conservadora a raíz de la crisis de 2008. “Más aún que la generación posterior a la Gran Depresión”, compara UBS. Los hechos derivaron en una aversión a las inversiones de largo plazo para alcanzar sus metas. A diferencia de su prototipo desafiante, los jóvenes evitan el riesgo; su plan es, más bien, trabajar en pos de sus objetivos.
“Las metas financieras de los Baby Boomers están pasando de la acumulación de riqueza a la generación de ingresos”, indica un estudio de Nataxis Global Asset Management. Fuera del factor crisis, hay una característica transversal a su comportamiento recalcada por la suiza UBS: “Están acostumbrados a la satisfacción inmediata de la era digital”.
Algunas características trascienden los límites geográficos. Mariano Sardans, CEO de FDI gerenciadora de patrimonios, describe a la juventud inversora: “Son en general independientes, muy bien informados y escépticos; preguntan y cuestionan todo el tiempo, lo que los termina beneficiando”. En sus inversiones, añade Sardáns, “no quieren perder el control: muchos se manejan de forma autónoma al invertir, y se asesoran con diversas fuentes, porque desconfían del verdadero interés del asesor financiero, al que perciben como un vendedor”. Una encuesta global de Nataxis da cuenta de la preocupación sobre la llegada de este grupo a la toma de decisiones: ocho de cada 10 asesores financieros dicen que es clave relacionarse con los hijos de sus clientes.
Hay determinados vehículos de inversión a los que son más afines. En la plaza norteamericana, los ETFs (Exchange-Traded Funds, en referencia a fondos híbridos que cotizan), son los favoritos de los millennials. La opción coincide con su baja tolerancia al riesgo: la posibilidad de espejar la rentabilidad del mercado en distintas condiciones, diversificación, transparencia, liquidez y el acceso a la información diaria y online, enumera Sardáns. Pese a que aquí esté menos difundido, asegura, un ETF del Merval podría funcionar con igual popularidad entre los jóvenes locales, que valoran las mismas cualidades.
Para este grupo de nativos digitales, la relación constante con compañías tecnológicas, las hace depositarias de su confianza. No sólo para invertir su dinero en un teléfono vanguardista, sino que también las relacionan con sus ahorros. El Millennial Disruption Index, elaborado a partir de una encuesta sobre 10.000 jóvenes, muestra que un 73% se vería más atraído por una nueva oferta de servicios financieros de Google, Amazon, Apple, Paypal u otras del sector, que por el banco de su país. Su percepción es tal que la mayoría prefiere exponerse al dentista antes que a los bancos. Descreídos de esas instituciones, “les gusta poner a prueba otros instrumentos que les brinden resultados más inmediatos aceptando los riesgos que conlleva (por ejemplo, buscar productos financieros en Internet)”, destacan en Mercer. La firma especializada en recursos humanos también acentúa el uso de la Web como una práctica de su ahorro en el rol de consumidores: “Los millennials investigan antes de comprar para no despilfarrar el dinero”. Esto ocurre, incluso, in situ.
Dentro de las nuevas herramientas financieras está iBillionaire, una firma creada en los Estados Unidos “con el foco en millennials”, dice el cofundador argentino, Alejandro Estrada. Con este target en la mira y la visión en el futuro próximo, primero constituyeron un ETF con las acciones en las que invierten los billonarios. Recientemente, lanzaron una app que permite abrir una cuenta de inversión en aquél país desde cualquier lugar del mundo, y fondearla con tarjeta de crédito, Paypal o transferencia bancaria. “Los millennials les tienen desconfianza a los bancos y tampoco les gusta la figura del financial advisor; a eso se suma que están acostumbrados a resolver mucho desde el celular, y ahora pueden manejar sus inversiones desde el celular”, señala Estrada.
Avaladas por los millennials, las tecnológicas abarcan cada vez más y ya hacen temblar a la industria aseguradora. El World Insurance Report 2016 de la consultora CapGemini, sobre datos relevados en 15.000 clientes en el mundo, revela que cada vez más clientes, especialmente en mercados emergentes como América latina y Asia Pacífico, son más propensos a comprar seguros a firmas tecnológicas, como los que ya ofrece Amazon.
La actitud de este grupo etario sobre los ahorros para el mañana es otro aspecto revelador de su relación con el dinero. Mientras que a los seguros de retiro les falta una vuelta para captar a este segmento, pondera Ana María Weisz, directora de Retiro de Mercer, los planes de retiro en las empresas están funcionando entre los jóvenes como un instrumento financiero. “Es un mito que los jóvenes no se interesan por el ahorro, y por eso no se les da plan de pensiones”. Pese a que “el ahorro individual es bajo y por eso debe ser incentivado por el empleador”, dice la especialista, cuando los planes se ponen a disposición, hay una adhesión muy alta entre los millennialls. Eso ocurrió en distintas compañías tecnológicas en las que trabaja la consultora, donde estos programas forman parte de una política de retención de talentos, y resultan un beneficio “muy valorado” por los jóvenes, cuenta Weisz. En rasgos generales, consiste en derivar una parte del sueldo al ahorro, que el empleador acompaña con el aporte en un porcentaje, y que colocan en carteras de inversión de distinto riesgo.
Los millennialls no tienen un apego por lo material, como autos o bienes de lujo. Eso, dice el Goldman Sachs, se refleja en el ascenso de la economia colaborativa. La única propiedad a la que realmente anhelan es la casa propia, enfatiza Casas Rúa, lo que perciben lejano sin ayuda de sus padres. Por eso, concluye, cualquier plan de retención debería contemplarlo.
LA NACION