16 May Dolor, calmantes y una ayuda tardía para rescatar a Prince
Por John Eligon, Serge Kovaleski, Joe Coscarelli
Prince Rogers Nelson tenía entre sus relaciones más cercanas una reputación inquebrantable en cuanto a que llevaba un estilo de vida asiduamente saludable. Comía alimentos veganos y prefería evitar la carne por completo. Se sabía que evitaba el alcohol y la marihuana y nadie que saliera de gira con él podía permitírselos tampoco.
Pero por lo visto Prince ocultó incluso a algunas de sus amistades más íntimas que tenía problemas con los calmantes, que se agudizaron al punto de que los amigos recurrieron a la ayuda urgente del médico Howard Kornfeld de California, que se especializa en el tratamiento de adictos a los remedios para el dolor. Kornfeld, que dirige un centro de tratamiento en Mill Valley, California, mandó a su hijo en un vuelo nocturno para que se reuniera con Prince en su casa, a fin de analizar un plan de tratamiento, según informó William J. Mauzy, abogado de la familia Kornfeld, durante una conferencia de prensa a la salida de su despacho en Minneapolis.
Pero llegó demasiado tarde.
Cuando el hijo, Andrew Kornfeld, que trabaja con su padre pero no es médico, llegó la mañana siguiente a Chanhassen, el suburbio de Minneapolis donde vivía Prince, estuvo entre quienes encontraron al artista sin vida en el ascensor y llamaron al teléfono de emergencias, dijo Mauzy. El personal de emergencias que llegó no pudo revivir a Prince. Había muerto a los 57 años.
A medida que la policía continúa investigando qué mató al ícono del pop y el rock, surgen pruebas crecientes de que se había vuelto fuertemente dependiente de los anestésicos, algo que seguro conmocionará a quienes lo conocían bien. A lo largo de los últimos días muchos insistieron en que nunca habían visto siquiera tomar pastillas a Prince y mucho menos abusar de medicamentos con prescripción médica, si bien algunos sabían que años atrás le habían practicado una cirugía de cadera.
Cuando su jet privado tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia a mediados de abril en Moline, estado de Illinois, porque el músico no reaccionaba a estímulos externos, sus amistades decidieron que tal vez debieran intervenir, tratándose de alguien con conocimiento de la situación. Prince les aseguró en los días siguientes que no pasaba nada malo. Su agente de prensa dijo que tenía gripe. “Estoy perfecto”, le dijo Prince a su abogado, L. Londell McMillan, dos días después del aterrizaje de emergencia. Tres días después de esa conversación con McMillan, los representantes de Prince buscaban la asistencia de un especialista en adicciones.
Una estrella muy privada. La predilección de Prince por la privacidad puede ayudar a explicar cómo consiguió mantener su secreto frente a tanta gente. Cerca de aquí, en el Hall del Reino de los Testigos de Jehová, del cual Prince era feligrés, la congregación se burló de los primeros informes que hablaban de la posibilidad de que el músico hubiese abusado de los calmantes. Y en raras ocasiones permitía que los músicos que lo acompañaban en las giras supieran cuánto le dolían realmente las caderas como consecuencia de décadas de actuaciones de alto voltaje, saltando en el escenario calzado con zapatos de plataforma. Los músicos solo advertían pequeños detalles, como que hubiera abandonado sus aperturas de piernas.
Ofrendas para el ídolo
“No había una sola gira en la que no actuara sufriendo alguna clase de dolor”, comentó Alan Leeds, ex promotor de las giras de Prince en los 80 y más tarde presidente de la compañía Paisley Park Records, propiedad del cantante. “Era esa clase de tipo de la vieja escuela, la de que el espectáculo debe continuar, de modo que la idea de que se medicara para poder actuar no me resulta en absoluto extraña”.
Pero Leeds y otros manifestaron que Prince jamás les habló de analgésicos. Cualquier pregunta que se le hiciera sobre cómo se sentía recibía como respuesta un encogimiento de hombros o bien la afirmación de que estaba bien.
A diferencia de muchas estrellas de su magnitud, de quienes es sabido que emplean nutridos séquitos y equipos de personal para gestionar sus actividades cotidianas, Prince era una persona sorprendentemente autónoma, según afirman amigos y asociados, conducía a menudo su coche y concertaba citas sin el conocimiento de su asistente. Esa insistencia en mantener su independencia, añadieron, puede haber contribuido a que le resultara más fácil mantener el secreto.
Muchos de los mejores amigos suyos, familiares y allegados se negaron a responder cualquier pregunta relativa a su salud. De modo que se desconoce quién se puso en contacto con Kornfeld, pero alguien que conoce la situación dijo que el músico había decidido voluntariamente someterse a tratamiento. El abogado Mauzy dijo que Kornfeld hijo fue enviado a Paisley Park para tratar de estabilizar el estado de Prince. Posteriormente Kornfeld se contactó con un médico de la zona de Minneapolis que anuló todas sus consultas para la mañana en que Prince fue encontrado muerto, o sea que pudo haber tenido tiempo de encontrarse con Prince y evaluar su estado, dijo Mauzy. “La esperanza era conseguir estabilizarlo en Minnesota y convencerlo de que se trasladara al centro Recovery Without Walls de Mill Valley”, abundó Mauzy. “Ése era el plan”. Kornfeld “sintió que era una misión de salvataje de una vida”, dijo Mauzy.
Prince comenzó a tomar analgésicos para su dolencia hace muchos años y, finalmente, decidió someterse a una operación de cadera a mediados de la década de 2000, después de la cual se le prescribieron más medicamentos para combatir el dolor, según una persona que trabajó con el cantante y pidió que se guardara su anonimato.
Jason Kamerud, subjefe de la Oficina del sheriff del condado de Carver, que está investigando la muerte, declaró que los investigadores analizan, entre otras cosas, si Prince pudo haber sufrido una sobredosis de calmantes en su residencia. Pero Kamerud declinó hacer comentarios sobre las declaraciones de Mauzy. La oficina del sheriff comunicó que no creía que la muerte de Prince se debiese a suicidio ni a asesinato.
Funcionarios de la Administración de Control de Drogas y de la Oficina del Fiscal de EE.UU. anunciaron el miércoles que se unían a la investigación. El misterio de la muerte de Prince refleja el enigma de su vida. El cantante rechazaba la cultural selfie y no permitía que la gente le sacara fotos en su propiedad. Sin embargo, al mismo tiempo abría regularmente las puertas de su casa e invitaba al público a las fiestas que se celebraban allí y durante las cuales aprovechaba para dirigirse a la multitud.
El sábado anterior a la muerte, Prince había hecho precisamente eso, descubriendo con un gesto vertiginoso un piano y una guitarra nuevos de color púrpura ante unos 200 invitados. Había comenzado a redactar sus memorias, con el título provisional de The Beautiful Ones (Los hermosos). Tenía previstas cuatro fechas de una próxima gira por ocho ciudades del país.
CLARIN