20 May Después del desastre
Ahora por fin, después de tres semanas completas de lluvias ininterrumpidas con ríos altos y desbordados en toda la región, después de un abril terrible para casi todo el territorio, empieza a destaparse el verdadero problema que condicionará parte de la actividad en todo el semestre, por lo menos: cosechas perdidas, los tambos en situación de quebranto, la red vial natural destruida y la necesidad de reconstruir y suplementar el año que debía ser de “despegue”.
Como resultado de estas lluvias furiosas de abril, 18 de los 19 departamentos de la provincia de Santa Fe fueron declarados en emergencia agropecuaria. Se sabe, hay graduaciones: emergencia, desastre, catástrofe, que apuntan, luego, generalmente tarde, a “compensar” a la producción con postergación de pago de impuestos, más alguna suerte de ayuda que pueda acercarse desde la provincia o desde la nación. Suele ser poco para que el pierde una cosecha o reduce a la mitad la cantidad de litros de leche (y la facturación) que producía mes a mes.
Un mazazo para la producción
El impacto cayó de lleno en la agricultura con la cosecha gruesa a medio recoger. Las entidades relacionadas con el agro, las Bolsas de Comercio por ejemplo, ya estiman la pérdida en alrededor de cuatro millones de toneladas, aunque hay cálculos privados que aseguran que eso será más que eso.
El impacto mayor no fue en el centro de la zona núcleo, sino en la periferia, esto es, en nuestro caso, especialmente el centro, oeste, norte y particularmente el noreste de la provincia.
En medio de las lluvias, cuantificaron en más de siete millones de hectáreas afectadas en toda la región, de las cuales la mitad pertenecían a nuestra provincia (la más afectada, productivamente hablando); en tanto estarían “tocados” el ochenta por ciento de los tambos de la cuenca lechera, especialmente en los departamentos castellanos y Las Colonias.
Vionnet, titular de la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsfe) calificó la situación como de “desastre total”, en tanto advirtió que muchos aún no se dieron cuenta de la magnitud del daño tanto ahora como en el futuro.
En el caso de la soja, no se trata solamente de la segura merma de la cantidad de toneladas de la cosecha que debía ser récord, sino también de la calidad: al no poder cosechar, con campos encharcados, se verificó una gran cantidad de granos brotados, fermentados o podridos. Para la lechería, el golpe fue doloroso y certero: la producción venía de un largo período de pedido de recomposición de precio del litro de leche, y esas lluvias doblegaron directamente la actividad, hasta dejarla en su mínima expresión. A ello, a la situación de cada tambo en particular y a la “espalda” que cada uno tenga, hay que sumarle toda la red de caminos naturales (por donde se saca esa producción) destruidos.
Otras actividades, como la ganadería o la apicultura y todo el circuito secundario que el campo genera (repuesteros, metalmecánica, comercio) en la micro región y en el “tono” de los pueblos y ciudades del interior, agregarán datos negativos en breve: todo el circuito está resentido.
Buscar fondos
La provincia salió tanto a reclamar fondos a la Nación (porque venir, vinieron todos: ahora se esperan los aportes…) como a gestionar partidas extras en la Legislatura para enfrentar la emergencia hídrica. Para ello, se busca ampliar el endeudamiento para encarar obras reparadoras en una cifra que ronda los 500 millones.
REVISTA PUERTO NEGOCIOS