Como un cajero, pero de cosas

Como un cajero, pero de cosas

Por Florencia Carbone
Un cajero automático de cosas. No será una definición científica, pero seguramente es la forma más clara para entender qué son los e-lockers (gabinetes electrónicos o lockers inteligentes en su versión castellanizada) que Boxeway empezó a pergeñar en la Argentina, en 2011.
¿Cómo fue que un grupo de empresarios que se dedicaba a brindar un servicio de lavandería como parte de las amenities en edificios saltó al mundo de la tecnología? “Buscaban cómo generar más valor en el negocio. Entonces surgió la idea de desarrollar un sistema de valet automatizado para que la gente no se tuviera que quedar mirando cómo gira el tambor del lavarropas. Empezaron a pensar en alguna forma de entrega y retiro automática y asincrónica: que la ropa se dejara y retirara sin que nadie tuviera que encontrarse”, cuenta Juan Gruss, director de Boxeway.
La primera -y más típica- reacción fue buscar tecnología en el exterior. “La solución evidente era la de los lockers inteligentes, con una cerradura electromecánica y un código de apertura y cierre que permite el intercambio entre las personas sin que estén al mismo tiempo, en el mismo sitio. Se encontraron algunas tecnologías afuera, pero lo poco que había se vendía con plataformas de software ya integradas, y como el socio líder viene del mundo de sistemas quería hacer su propia plataforma a medida”, dice Gruss.
Así decidieron que el proyecto se gestaría en la Argentina, con el desarrollo de profesionales locales (ingenieros mecánicos y en sistemas, y analistas en sistemas). Entre 2011 y 2012, el equipo trabajó para tener el primer prototipo comercial, y cuando creían que habían llegado al final, la presentación de los “Amazon lockers” les mostró que eso era sólo el principio.
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Descubrir el potencial
“Los socios que habían desarrollado esto como una solución tecnológica para una empresa se dieron cuenta de que tenían en sus manos algo con un potencial muchísimo mayor al que imaginaron. Eso generó un spin-off que es Boxeway”, detalla.
¿Qué hace Boxeway? “Esencialmente desarrollar y proveer esta tecnología llave en mano a terceros que la pueden aplicar. Por ejemplo, empresas de logística como OCA que está desarrollando su red de e-lockers con nuestra tecnología. En Chile tenemos un proyecto de ensayo con Falabella, y en Brasil, México y Perú estamos arrancando”, responde Gruss.
Un locker electrónico es, en términos de servicios, el equivalente a un cajero automático de dinero, sólo que a diferencia de ellos éste es un multiproducto: hay puertas de diferentes configuraciones en las que se pueden entregar o recibir objetos y documentos sin que las partes se encuentren.
“Eso genera un enorme valor respecto de lo que son los costos de lo que en logística se llama la última milla (la llegada al consumidor final). Es en ese tramo en donde se producen los mayores costos e ineficiencias porque hay que fraccionar al mínimo la unidad de despacho. Ese trayecto es muy caro en términos de mano de obra requerida, sistemas, etcétera. Por ejemplo se pacta una entrega para una franja horaria de 8 a 15. El cliente tiene que quedarse en su casa esperando y muchas veces, cuando llega el paquete o un técnico en el caso de las empresas que brindan servicios, la persona tuvo que salir. La logística reversa (volver al punto de partida original con el producto) genera grandes costos”, comenta.
Aunque el director de Boxeway explica que es el comercio electrónico el sector que mayor impulso está dando a los lockers electrónicos, dice que el sistema tiene múltiples aplicaciones: desde devolver una campera a un amigo hasta dejar las llaves del auto para otra persona.

Las tres patas
El servicio de e-locking necesita de tres patas: la tecnología (un equipo automático conectado a una plataforma que hace la gestión y comunicación entre las partes, sabe “lo que pasa en el locker” y les avisa, y una cerradura electromecánica); que haya una necesidad particular o comercial, y un buen servicio (dónde están los casilleros y con qué amplitud horaria están disponibles).
De todos modos, como define Gruss, esa movida fue sólo la primera capa de valor del negocio. “En 2014 tomamos una decisión estratégica: viendo el potencial de una red puesta al servicio del público lanzamos Packasapp, un desprendimiento de Boxeway. En este caso proveemos una red propia de e-lockers -actualmente pequeña, en 12 puntos de la ciudad de Buenos Aires-. Allí ofrecemos una plataforma en la que cualquier cliente particular o corporativo que se suscriba puede comprar créditos y utilizar los casilleros para el intercambio de productos”, cuenta.
¿Cuáles son los costos de operación? En el caso de Boxeway se hace un contrato de provisión de tecnología. El equipo se puede vender o entregar en comodato, y también hay un servicio de asistencia y mantenimiento.
En Packasapp,el usuario compra “créditos de uso”. Por caso, una puerta chica -que tiene la capacidad de recibir un paquete del tamaño de una caja de zapatos- cuesta 48 pesos por 48 horas. Paga quien genera la operación. Si el producto se retira antes de las 24 horas de depositado se devuelve el 25% de los créditos; si eso ocurre antes de las 6 horas, el usuario recibirá el 50% de los créditos.
Hasta hoy, los socios llevan invertidos alrededor de 2 millones de dólares en el proyecto. ¿De qué se trata todo esto? “Simplemente de aplicar la idea de «power to the people» (el poder a la gente) de Internet. Es poner la tecnología al alcance de todo el mundo, sin restricciones”, concluye Gruss.
LA NACION