24 Apr Yusra Mardini: “Cuando me sumerjo es igual estar en Siria o en Europa, es solo agua”
Por Pablo Sanguinetti
La guerra desangró su país, pero Yusra Mardini tiene su patria en el agua. La joven siria aprendió a nadar a los tres años en Damasco, salvó su vida y la de otros refugiados en el mar cuando huía a Europa y ahora surca una piscina de Berlín en busca de un sueño: llegar a competir en las pruebas de natación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro .
“Cuando me sumerjo es igual estar aquí o en Siria: es sólo agua”, contó la adolescente de 18 años en una entrevista con la nacion y un grupo de medios internacionales en el club Wasserfreunde Spandau 04 de Berlín, donde se entrena como uno de los 43 atletas preseleccionados para el nuevo equipo olímpico de refugiados que debutará en Río.
Yusra llegó a Berlín a principios de septiembre después de un mes de viaje que pudo acabar en tragedia. El motor del bote en el que cruzaba de Turquía a la isla griega de Lesbos se apagó y los 20 ocupantes quedaron a la deriva. Yusra, su hermana Sarah y otra chica se lanzaron al agua y arrastraron la embarcación a nado hasta la costa.
En su hogar de refugiados en Berlín avisó que era nadadora profesional y cuando el club Spandau le hizo una prueba impresionó con su rendimiento. Ahora se entrena para bajar en 200 metros libres de 2.11 a 2.03 minutos, la marca que le daría el pasaje olímpico.
De rasgos infantiles, grandes ojos negros y sonrisa pícara, Yusra habla de su pasado y su futuro.
-¿Cómo empezaste a nadar?
-Toda mi familia es de nadadores. Mis tíos, mis padres. Yo empecé cuando tenía tres años. Me gusta todo de este deporte.
-¿Qué pensaste en el momento en que tu bote se detuvo y tuviste que lanzarte al mar?
-Al principio fue horrible. Pero luego mi hermana y yo pensamos que sería una vergüenza si no ayudábamos, porque de los veinte ocupantes sólo tres sabíamos nadar. Por supuesto que luego odié el mar.
-Después de esa experiencia, ¿qué sentiste cuando volviste a nadar en Berlín?
-Volver al agua fue increíble, porque no había nadado por dos meses y llevaba mucho tiempo esperándolo.
-Cuando te entrenabas en Siria o ahora en Berlín, ¿sentís que el agua es tu casa?
-Absolutamente. Cuando me sumerjo es igual estar aquí o en Siria: es sólo agua. Es maravilloso.
-Hace unos meses estabas en Belgrado varada con otros refugiados. ¿Te imaginabas compitiendo tan rápido por ir a los Juegos Olímpicos?
-Fue una sorpresa, llegó más rápido de lo que creía. Pero es algo por lo que trabajé muy duro y está haciéndose realidad.
-Si llegás a competir en los Juegos Olímpicos, estarás representando a millones de refugiados como vos. ¿Qué mensaje te gustaría enviarles?
-Mi mensaje es que nadie debe darse por vencido frente a problemas, accidentes o contratiempos. Creo que todo el mundo tiene que fracasar hasta triunfar. Siempre hay que intentarlo otra vez. Hay que seguir adelante y no detenerse nunca.
-Como muchos refugiados, afrontaste situaciones muy duras y las superaste. ¿Creés que eso te hace más fuerte, también como deportista?
-Sí, sin duda. Es algo que me hizo más dura, porque no me detuve cuando tuve problemas. Creo que ahora soy más fuerte.
-¿Qué es más difícil: ir de Damasco a Berlín o de 2.11 a 2.03 minutos?
-Creo que las dos cosas son difíciles. Pero la diferencia es que en el viaje de Damasco a Berlín no elegí el dolor. Con respecto a los segundos, sí es algo que elijo.
-¿Qué te dicen tus amigos en Siria cuando te ven en los medios?
– Todos comentan: ¡Sos famosa! ¡Te vi en una revista! Están sorprendidos, pero al mismo tiempo me dicen que esperaban esto de mí.
-¿Y cómo lidiás con esa situación? Te enfrentaste a un centenar de periodistas, pero se te ve tranquila. ¿Nunca estás nerviosa?
-No, no estoy nerviosa. Creo que todos ustedes son personas, como yo. Y nunca tendría miedo o estaría nerviosa, porque es algo normal.
-De algún modo es un privilegio que puedas centrarte ahora en el deporte. ¿Cómo es la situación de otros refugiados en Alemania? ¿Cuáles son sus mayores demandas?
-El mayor problema es que los papeles tardan demasiado tiempo. Hay que esperar un año o más, porque hay una gran cantidad de refugiados. Pero creo que el gobierno alemán está haciendo las cosas lo mejor posible. El otro gran problema es la lengua alemana.
-¿El club te ayuda para acelerar esos trámites?
-Creo que intentan hacerme los papeles lo más rápido posible, pero siempre les digo que esperaré igual que el resto de refugiados. Iré con ellos y haré las colas como ellos. Es una situación muy difícil para todos.
-¿Cómo es tu relación con los otros nadadores en el club? ¿Te toman como ejemplo?
-Espero que sí. Mis amigos me dicen: cuando te veo nadar rápido, acelero también. Espero ser una inspiración para ellos.
LA NACION