Vicio del siglo XXI: Cómo viven los adictos a los juegos online

Vicio del siglo XXI: Cómo viven los adictos a los juegos online

Por Carla Melicci
Pasan horas frente a la pantalla como si el tiempo no existiera. El mundo real desaparece y empiezan a formar parte de otro virtual. Uno que, al principio, tiene la impronta del “entretenimiento”: es cómodo, de fácil acceso y abre las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Un lugar que, en exceso, puede convertirse lentamente en un escape de los problemas cotidianos donde el jugador pasa a ser otra persona y donde lo recreativo queda en un segundo plano, para dar lugar a la adicción.
“La mayoría de los pacientes que acuden por problemas vinculados a las nuevas tecnologías lo hacen por la adicción a los juegos online. En general, los chicos son los que juegan más en red; los mayores de 30 años se inclinan por las apuestas, y las mujeres acuden más en busca de juegos como el Candy Crash”, explica Laura Jurkowski, psicóloga especialista en adicciones a Internet y fundadora de reConectarse. Y agrega: “Es una problemática que ha aumentado muchísimo en los últimos años, lo que está relacionado con el acceso a Internet, que también crece, y en consecuencia es más fácil tener acceso a esa clase de juegos”.
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En este sentido, el estudio “Digital, social and mobile in 2015”, de We are social, señala que en la Argentina existen 32,3 millones de usuarios activos de Internet, que pasan casi cinco horas al día en la Web a través de la computadora o de una tablet.
Marcelo -así se llamará en esta nota para preservar su identidad- empezó, como todo adolescente, a pasar mucho tiempo frente a la computadora. Y en algún momento, sin que él se diera cuenta, jugar en línea se transformó en algo compulsivo, que no podía controlar. Después de muchos años, decidió acudir a Jugadores Anónimos (JA) para pedir ayuda.
“Llegué a raíz de una publicidad, hace ya 16 años, y me comuniqué porque me di cuenta de que tenía un problema: no podía parar de jugar. La enfermedad se llama ludopatía. Soy adicto a cualquier cosa: mucho póker, ajedrez, juegos en red. No jugaba por dinero, pero existe una relación directa con el tema ya que, cuando vos ganás -si ganás- accedés a más puntos; entonces, dentro de la psiquis del jugador, se produce el mismo efecto que el de ganar dinero”, cuenta Marcelo.
Si bien Marcelo no sabe exactamente cuándo el juego se volvió compulsivo, recuerda haber ido adquiriendo ciertas conductas poco sanas: jugaba muchas horas, no dormía, no comía, no se preocupaba por estudiar ni trabajar. “Al principio pensaba que era algo normal, hasta que me di cuenta de que toda mi vida giraba en función del juego”, explica.
Aunque los juegos online -ya sean por apuestas o en red- no discriminan en materia de sexo, edad ni clase social, no cualquiera se vuelve ludópata. “Tiene que ver con la predisposición, con la problemática que acarrea. No todo jugador se convierte en adicto”, aclara Jurkowski.
En este sentido, la psicóloga diferencia entre el uso problemático o excesivo de este tipo de juegos y el uso adictivo. “Si hablamos de adicción, reúne los mismos indicadores que cualquier otro tipo de adicción: cuando vemos que la persona empieza a usar el juego para escaparse de un problema, para llenar un vacío, cuando aparece el fenómeno de abstinencia, esto de que si no puede jugar se pone muy nervioso, comienza a tener síntomas de ansiedad, entre otras conductas”.
Cuando este tipo de comportamiento compulsivo empieza a generar problemas en otras áreas de la vida, según la especialista, estamos hablando de personas adictas. “Alteran, por ejemplo, el trabajo, el estudio en los más chicos, las relaciones sociales, la familia; también empiezan a tener muchos problemas de salud, cambios en el sueño, problemas posturales, dolores de cabeza, y comienzan a descuidar su aspecto físico, comen mal, no se bañan. Son todos síntomas de que algo está pasando”, explica la fundadora de reConectarse.

Juego versus adicción
¿Cuándo un juego deja de ser juego y se convierte en adicción? Débora Blanca, psicóloga y directora del centro de investigación y tratamiento de la adicción al juego Entrelazar, sostiene que se produce cuando el juego pierde en sí el sentido de lo lúdico. “Cuando la persona ya no puede controlar cuándo va a jugar, cuando no sabe cuánta plata destina a esa actividad, cuando llega a mentir, a robar. Es decir, cuando el juego deja de ser algo divertido en sí.”
“Lo lúdico, lo creativo es sumamente saludable -aclara Jurkowski-. El problema es cuando esto es excesivo, cuando una persona, ante un problema, en vez de enfrentar la situación y resolverla, usa al juego como un lugar de escape, como una manera de distraerse compulsivamente.”
En este sentido, Blanca asegura que la adicción es más difícil de detectar en las personas que juegan en línea. “El jugador típico que va al casino o al bingo tiene una conducta más evidente: tiene que pensar alguna excusa -incluso mentir- para ir a jugar. Se puede ver el movimiento. Acá no es necesario”, apunta la especialista de Entrelazar. Agrega: “Detectar que la persona tiene un problema con el juego lleva mucho tiempo; puede tardar entre 8 y 10 años hasta que decida hablar con su familia y admita que tiene un problema”.
Si hay una fecha clave en la vida de Gastón -que así se llamará en esta nota-, además del nacimiento de su hijo, es el 23 de junio de 2015. “Hace más de nueve meses que dejé de jugar”, repite varias veces a lo largo de la entrevista con LA NACION.
Gastón juega compulsivamente desde los 17 años. Y recién ahora, a los 42, después de empezar jugando en el casino y seguir prácticamente con todo -incluidos los juegos donde se apuesta online- pudo pedir ayuda.
“Ese 23 de junio salí de casa a hacer unos pagos, obviamente no pagué, fui al casino y perdí todo. Volví a casa y le dije a mi señora lo que había pasado. Ahí decidimos contactarnos con JA, me derivaron a un grupo y hoy sigo yendo de tres a cuatro veces por semana”, cuenta Gastón.
“Gracias a Dios pude parar de jugar. Ya no era vida lo que estaba pasando”, dice Gastón, que confiesa que solía ser un muy buen jugador de backgammon. “Jugaba en varias páginas por plata. Las ganancias que obtenía las transfería a otras páginas -explica que son como un banco en línea- y seguía jugando”, relata.
Gastón llegó a mentir y robar dinero a sus familiares, a ir a reuniones de jugadores anónimos y seguir jugando. “Iba al casino en horario de trabajo, volvía a casa, esperaba que mi señora se quedara dormida y me iba a otra habitación a jugar con la computadora. O iba al casino, después de jugar 12 horas seguidas, volvía y seguía jugando con la computadora”, cuenta.
Y agrega: “Obviamente que es más fácil de esconder el juego online. Yo sabía que metía la tarjeta de crédito y listo. Siempre está ese sueño del jugador que cree que va a ganar un millón de dólares y eso nunca pasa”.
En relación con el juego donde se apuesta, Blanca asegura que es mucho más peligroso porque ni siquiera hay un contacto físico con el dinero. “Para alguien que no tiene noción de lo que pasa, cuanto más virtual es el juego -es decir no hay billetes-, las pérdidas son mayores”, aclara.
Ambos integrantes de JA concuerdan en el factor de la pérdida de la noción del tiempo. “Me afectó en todo; fundamentalmente es una enfermedad de autodestrucción emocional, que te aísla de tu propio centro de vida”, dice Marcelo.
“Es tal el grado de dependencia que uno se va aislando de todo: dejé de ir a cumpleaños, a reuniones con amigos, por perder la noción del tiempo mientras jugaba. Más allá de lo económico que se recupera, perdés las relaciones”, asegura Gastón.
“¿Si jugaba para ganar? -Gastón hace una pausa-. Mirá, soy contador público, mis padres me dieron todo, nunca me faltó plata. Cuanta más plata tenía, más iba a jugar, más gastaba. Perdí mucha, tanto que no sé si la voy a poder recuperar en todos los años que me quedan de trabajo.”
“Lo importante -dice Marcelo y Gastón también comparte- es pedir ayuda”.
“Se puede dejar de jugar. Hay una vida mejor después del juego. Sólo hay que tener ganas de dejar toda esa vida y no hay que perder las esperanzas”, concluye Gastón.
LA NACION