Hasta la vista, Bryant

Hasta la vista, Bryant

Por Ezequiel San Martín
Ya nada será igual para los Lakers. El número 24 pasará en poco tiempo a colgar del techo del estadio Staples, en Los Angeles, donde descansan las camisetas de otros gigantes de la NBA como Magic Johnson. La pelota anaranjada se sentirá afligida cuando pase de mano en mano y no encuentre la de los cinco anillos, uno para cada dedo de su mano derecha. Kobe Bryant, el que se metió en la discusión de los mejores basquetbolistas de todos los tiempos, se despidió anoche, anotando 60 puntos contra Utah Jazz, a los 37 años.
Su figura es y será controversial. En una liga que tiene más estrellas que una noche perfecta, dividió las aguas con sus formas dentro y fuera de la cancha. Su individualismo no hizo más que generar una grieta entre los fanáticos. Muchos lo aman por eso. Otros prefieren las estructuras colectivas como la que construyó San Antonio. Pero a nadie le fue indiferente la presencia de la Mamba Negra en sus 20 años de carrera. Quedó demostrado en el enorme desfile que fue la última temporada. Se paseó por la pasarela de cada uno de sus rivales y en todos lados se llevó una ovación.
La despedida llegó porque su cuerpo no da para más. Las lesiones le pasaron factura en el último tiempo y el físico cambió. Por eso, el escolta nombrado en varias encuestas como el segundo mejor de la historia en esa posición detrás de Michael Jordan, dijo adiós.
Pero Bryant tiene un nombre al que lo anteceden records como los de Lionel Messi, su ídolo. Es el hombre con más temporadas en un mismo equipo (20), el más elegido en el quinteto ideal (11) y el tercer máximo anotador en la fase regular. Pero esas marcas no son nada al lado de los títulos conseguidos: festejó con los Lakers en 2000, 2001, 2002, 2009 y 2010.
De chico pasó por Europa porque su padre, también basquetbolista, fue a jugar a Milán. Allí creció, aprendió a hablar italiano y español y se hizo fanático del fútbol, a tal punto que alguna vez admitió que de no haber optado por el basquetbol se hubiera puesto los botines.
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Continuar por ese camino fue un gran acierto. En el regreso a su Filadelfia natal la rompió en el ámbito colegial y se salteó la universidad para aterrizar en la NBA con apenas 18 años: fue elegido en el draft por Charlotte y luego recaló en los Lakers. Desde entonces fue siempre una estrella. Pero para llegar a serlo debió competir contra su ego, el que tuvo que dejar de lado para aprender de los grandes. Phil Jackson fue uno de ellos. Con el mentor de los Bulls de Jordan, su figura llegó bien alto. También lo hizo con compañeros como Shaquille O’Neal, con quien ganó tres títulos, y con el español Pau Gasol, su gran amigo.
A su larga lista de logros también hay que sumarle la marca increíble de 81 puntos contra Toronto, en 2006, su record personal y el segundo mejor registro de la historia. Dos años después se convirtió por primera vez en el MVP de una temporada y ese mismo año ganó el oro con Estados Unidos en los Juegos de Beijing. Luego repitió en Londres 2012.
Pero Bryant también debió convivir con varias frustraciones. En 2003 fue la peor al ser arrestado por una acusación de delito sexual sobre una empleada de un hotel. Y también se le salió la cadena más de una vez. Con el propio Ginóbili le pasó. Le pegó un codazo en un partido y fue sancionado.
Tras la gloria llegó el descenso. Exactamente un 13 de abril, tres años antes de su retiro, se rompió el tendón de Aquiles y ya nada fue como antes. El final lo encontró jugando cada partido como una despedida. Su carrera quedará en las retinas de millones de fanáticos. Será imposible no extrañarlo.
CLARÍN