El templo maravilloso

El templo maravilloso

Por Daniela Dini
En 1919 el empresario austríaco Max Glucksmann compró la propiedad y el 14 de mayo el flamante Splendid Theater abrió sus puertas de la Avenida Santa Fe (las mismas por las que hoy pasan miles de peatones en su raid por uno de los circuitos de compras más concurridos de la ciudad).
Desde su inauguración, el Grand Splendid constituyó un hito para la época, con una arquitectura ecléctica que aún preserva sus rasgos más sobresalientes: una marquesina de estilo griego con cariátides, obra del escultor Troiano Troiani, y la imponente cúpula pintada por el italiano Nazareno Orlandi en marouflage (tela pintada que luego se adhiere al yeso con pegamento). En ella puede verse una alegoría de la paz como celebración del fin de la Primera Guerra Mundial. Entre sus comodidades contaba con cuatro hileras de palcos, quinientas butacas, refrigeración, calefacción y techo corredizo.
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Además de su formidable diseño, era el epicentro de actividades innovadoras; fue allí donde comenzaron las primeras audiciones radiofónicas con la precursora Radio Splendid y, en uno de sus pisos superiores, funcionó el sello discográfico El Nacional Odeón. En 1924 fue sede de los Conciertos y Concursos de Tango, con la participación de Carlos Gardel y Lola Membrives, entre otros; poco después llegó el séptimo arte con el estreno del clásico del cine mudo argentino Juan sin ropa y en 1929 se exhibió la primera película sonora estrenada en Buenos Aires. En los ’60 volvió a convertirse en sala teatral y en la década del ’70 recuperó su carácter de cine hasta principios de 2000. Fue a fines de ese año que, después de un maravilloso trabajo de remodelación y restauración, renació para convertirse en el más bello entorno que un amante de las Letras pudiera soñar.
Actualmente, es considerada la más grande de Sudamérica y fue destacada en 2008 por el periódico inglés The Guardian como la segunda más bella del mundo.
REVISTA ALTA