22 Apr El gigante que vio caer su acción de u$s 1300 a u$s 2 en menos de 10 años
Por Martín Burbridge
Asistir a la quiebra de la compañía estadounidense Peabody Energy, el mayor productor mundial de carbón, es como haber vivido uno de esos acontecimientos que marcan un quiebre profundo en la historia económica mundial, como pudo haber sido la llegada de Internet o la crisis financiera subprime.
Porque la minera es uno de los emblemas del capitalismo “made in USA”, que se caracteriza por forjarse de la nada, en el clásico modelo del “self-made man” (del hombre que se hace a sí mismo). Al igual que varios de los grandes de la industria estadounidense (J.P.Morgan, Ford, General Electric), la compañía nació hace 133 años cuando un tal Francis Peabody se lanzó a la aventura minera con tan sólo 100 dólares y dos mulas.
Peabody es todavía un emblema en EE.UU., donde más de un tercio de la electricidad es producida a partir del carbón. Pero con la llegada de las energías renovables, la empresa ha venido sufriendo el fin de una era, que se potenció con la desaceleración económica de China, el principal comprador del commodity (el precio del carbón cayó un 75% desde 2011).
¿Quién se podía imaginar que el valor de la acción en Wall Street, que en 2008 (cuando estalló la crisis subprime) era de u$s1.300, iba a derrumbarse hasta los u$s100 en 2015, y a poco más de u$s2 al día de hoy? Para la compañía, lo que sucedió en la última década es lo más parecido a una pesadilla, que marca cómo puede cambiar el entorno en tan poco tiempo. Y que muestra la velocidad de reflejos que pueden tener los mercados financieros para interpretar los cambios de paradigma y deshacerse de las empresas no sustentables (como muestra, basta el botón de las compañías punto com en 2000).
Para la compañía, la situación se fue degradando hasta el punto de acumular una deuda superior a los u$s6.300 millones a fines de 2015, que finalmente se volvió imposible de pagar. Este pasivo no se explica únicamente por el entorno desfavorable, sino que también es el resultado de malas decisiones de inversión, como fue la compra en 2011 de su competidora australiana Macarthur Coal, por un total de u$s5.000 millones.
La operación fue pensada para acceder al mercado asiático, pero luego el freno de la economía china hizo que la adquisición se le volviera en contra y llevara a la empresa al default. “Esta compra se convirtió en una maldición para el grupo”, sostuvo Jeremy Sussman, analista de Clarkson Capital Markets.
Chapter 11
Frente a este fin del viejo paradigma energético, nacido al calor de la Primera Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII, la respuesta de Peabody fue jugar la última carta que le quedaba en el mazo. Ampararse por el célebre “Chapter 11” (Capítulo 11) de la ley de quiebras estadounidense para que se le permita reestructurar la deuda ha sido un recurso que, según los analistas, podría alargar un poco más la agonía.
Sin embargo, no es la opinión del CEO de Peabody, Glenn Kellow: “este proceso nos va a permitir reforzar nuestra caja, reducir nuestra deuda y reconstruirnos con una perspectiva de largo plazo”. A pesar del entusiasmo que exhibía el ejecutivo, los mercados parecen no verlo de la misma manera.
Porque además el gobierno de Barack Obama está embarcado en la decisión estratégica de reducir la proporción del carbón, que es altamente contaminante, dentro del total de la producción de electricidad del país. El año pasado, por primera vez en la historia, la parte de electricidad producida con shale gas (extraído de las rocas y cuya producción se volvió barata) superó a la del carbón, toda una señal de los tiempos que se vienen.
En ese sentido, el objetivo del gobierno de luchar con más decisión contra el recalentamiento climático va a implicar que la participación del carbón caiga al 27% en 2030, en beneficio de las energías renovables (para tener otra idea del cambio, en 2011 el carbón representaba la mitad de la producción de electricidad). Para Peabody, el mundo que conoció durante más de un siglo está tocando a su fin.
Sin embargo, este escenario es similar para la mayoría de las compañías del sector. De hecho, unos 50 productores que representan casi la mitad de la producción carbonífera estadounidense ya se ampararon bajo la ley de quiebras.
Después de la caída de gigantes como Alpha Natural Resources, Patriot Coal y Walter Energy, en enero pasado tiró la toalla Arch Coal, el principal competidor de Peabody en EE.UU. Para todos estos dinosaurios, la reconversión industrial no parece tener un “happy end”.
EL CRONISTA