Cómo proteger las carreras profesionales de nuestros hijos en un mundo de inteligencia artificial

Cómo proteger las carreras profesionales de nuestros hijos en un mundo de inteligencia artificial

Por Sarah O’Connor
Los consejeros escolares tienen un camino difícil por delante. Los economistas aseguran que una inmensa cantidad de empleos habrán desaparecido para cuando los alumnos de hoy ingresen al mercado laboral. Carl Benedikt Frey y Michael Osborne de la Universidad de Oxford sostienen que en EE.UU. casi la mitad de los trabajos corren alto riesgo de ser computarizados en las próximas dos décadas; en el caso de India, dos tercios de los empleos y en China, tres cuartas partes.
Mientras los trabajadores temen que los robots empiecen a hacer sus tareas, los maestros se preguntan cómo usar la educación para evitar que la próxima generación tenga el mismo destino. Ya funcionó antes. Cuando la última ola de automatización azotó al mundo desarrollado al principio del S.XX, las autoridades que diseñan políticas decidieron que la respuesta estaba en la educación. Si las máquinas iban a reemplazar la fuerza, entonces más personas tendrán que aprender a usar la mente.
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EE.UU. invirtió en la educación, con buenos resultados. Los trabajadores se beneficiaron porque tuvieron mejores empleos y salarios más altos. Los economistas Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson lo resumieron de esta manera: “La revolución industrial dio inicio a una carrera entre la tecnología y la educación -y durante gran parte del S XX, los humanos ganaron esa carrera”.
Pero la siguiente carrera será contra la tecnología que reemplaza la fuerza y la inteligencia. Los algoritmos de aprendizaje automático ya están empezando a sustituir a los banqueros dedicados a fusiones y adquisiciones y a los corredores de divisas. Algunos expertos aseguran que tenemos que responder con un cambio fundamental en el sistema educativo.
“La educación en las escuelas está enfocada mayormente en desarrollar las competencias cognitivas básicas como la lectura, la escritura y las matemáticas”, explicó Andy Haldane, el economista jefe del Banco de Inglaterra, en un discurso reciente. “Las máquinas inteligentes hace tiempo que han superado a los humanos en cuanto a la primera y tercera de estas capacidades. Y están avanzando rápidamente con respecto a la segunda. Esto nos hace preguntarnos si existen otras habilidades en las que la ventaja competitiva de los humanos sea mayor”.
¿Entonces qué habilidades deberíamos enseñarles a nuestros hijos para asegurarnos de que sus carreras serán a aprueba de robots?

Ser creativo
La inteligencia artificial tiende a resolver problemas metódicamente, pero el cerebro humano es mucho más hábil para hacer esfuerzos lógicos de imaginación. Es más intuitivo, creativo y persuasivo. Los humanos también pueden combinar su creatividad con la destreza, que carecen los robots, para cortar el cabello por ejemplo o cocinar una comida deliciosa.
Cuando uno empieza a mirar al mundo de esta manera, quedan patas para arriba todas las convenciones familiares sobre la educación.
Stian Westlake, director de políticas e investigación en Nesta, la organización benéfica de innovación del Reino Unido, contó: “Es paradójico que a los países como el Reino Unido les va bien porque nuestra economía creativa es fuerte. Nos criticamos por no ser tan buenos como Singapur y Shanghai en cuanto a codificación y cosas por el estilo, pero es muy posible que la inteligencia artificial fácilmente automatice ese tipo de trabajo”.

Ser amable
Algunas máquinas tal vez hayan aprendido a mostrarse cariñosas, pero los humanos aún tienen una habilidad insuperable de empatizar con los demás. La nueva frase de moda es “inteligencia emocional”. “Los empleos altamente calificados y muy bien pagos en el futuro posiblemente necesiten habilidades que se miden mejor por el coeficiente emocional que por coeficiente intelectual, dado que los empleos crean un valor tanto social como financiero”, dijo Haldane del Banco de Inglaterra.
Si se pueden enseñar estas habilidades es una pregunta que aún no tiene respuesta. ING, el banco holandés, hace poco inscribió a 350 empleados en un “programa de capacitación en inteligencia emocional”. El objetivo es enseñarles a estos banqueros a “crear una atmósfera de confianza con los clientes haciéndoles muchas preguntas y aprendiendo a escuchar sus sentimientos y creencias, en vez de sólo escuchar el contenido”, explicó Steve Ellis, director de Rogensi, consultora que desarrolló el proyecto junto con ING.
Uno de los ejercicios consiste en reunir a los banqueros en una habitación y mostrarles fotografías de expresiones faciales y entonces pedirles que identifiquen la emoción que se les está mostrando. Mark Pieter de Boer, director de ventas de mercados financieros de ING, admitió que al principio algunos empleados mostraron cierta resistencia. Pero contó que aumentó el entusiasmo cuando el personal observó que la capacitación tuvo buenos resultados. Una encuesta realizada por la compañía encontró que las personas que habían atendido el curso estaban más motivadas, que había más colaboración entre departamentos y que la productividad había subido 10%

Recordar las habilidades básicas
Aunque llegue la era prometida de la inteligencia artificial, los expertos dicen que no podemos ignorar las habilidades cognitivas básicas como la lectura, la escritura y las matemáticas.
Daisy Christodoulou, gerente de investigación y desarrollo de la cadena de escuelas Ark Schools en el Reino Unido, aseguró que, a menos que mantengamos estas habilidades fundamentales, no tendremos el marco mental para resolver de manera creativa los problemas de orden elevado.
“Aunque lleguemos al punto en que la mayor parte del trabajo sea realizada por computadoras, las habilidades cognitivas aún son importantes, no sólo para la economía sino para el funcionamiento exitoso de una sociedad democrática”, ella afirmó. “En ese tipo de sociedad, mucho dependerá de la propiedad y la regulación de las computadoras y los robots que están realizando todo el trabajo, y los debates sobre estos temas requerirán de una población educada e informada”.
EL CRONISTA