08 Apr Cinco palabras y frases que pueden mejorar su vida laboral
Por Michael Grothaus
El trabajo de periodista para este artículo fue diferente desde el comienzo.
Por lo general, cuando me comunico con un especialista recibo respuestas entusiastas. Pero no fue el caso cuando le escribí un correo al profesor Bernard Roth, director académico de la Universidad de Stanford. Dijo que no me “ayudaría” con el artículo que quería escribir acerca de algunos hábitos excelentes que ha refinado y enseñado por varias décadas, que recientemente reunió en un libro titulado El hábito del logro.
Pero Roth no estaba siendo descortés ni haciéndose el difícil. Estaba ilustrando uno de los principios de los que habla en su libro: cómo cambiar una palabra o frase que acostumbramos decir muchas veces por día puede reprogramar el modo en que pensamos y vemos obstáculos que traban el éxito personal.
“Estoy listo para asistirlo (NO AYUDARLO) de cualquier modo que pueda”, me escribió Roth.
Roth puede no parecer una persona indicada para escribir un libro sobre crecimiento personal y el modo en que lo afectan las palabras que elegimos. A fin de cuentas, no es psicólogo ni lingüista. Su formación es de ingeniero mecánico y diseñador. Pero luego de participar de un encuentro del Esalen Institute con otros profesores de Stanford a mediados de la década de 1960, Roth quedó fascinado con terapias de movimiento para el potencial humano. Pronto aplicó sus principios de ingeniería y diseño para crear sus propios contenidos y formatos de la terapia que encajan mejor en el aula y la capacitación profesional.
“A lo largo de los años seguí modificando lentamente los ejercicios y creando nuevas versiones basadas en lo que funciona mejor con mis estudiantes y participantes en talleres”, dice Roth. “El libro presenta el material que ha soportado la prueba del tiempo a lo largo de varias generaciones.”
Uno de sus consejos más importantes es intercambiar palabras. “Desgraciadamente, el discurso cotidiano está plagado de lenguaje debilitante”, dice Roth. “Aún más dañino es el modo en que usamos razones para mantener conductas disfuncionales. El uso de razones para ocultar excusas hace muy improbable realizar cambios de conducta positivos.”
Lo bueno que ha descubierto Roth es que cambiando palabras y frases simples por otras podemos rápida y permanentemente producir cambios de conducta positivos. “La gente ve los beneficios inmediatamente -dice Roth-. Hacemos un ejercicio en la clase y casi todos vislumbran lo defectuosos que son sus patrones de habla habituales. Luego usan lo que aprendieron una semana fuera de clase. Casi todos vuelven con historias sorprendentes de cuánto ha mejorado su vida.”
Éstas son cinco palabras y frases que Roth recomienda que dejemos de lado para superar vallas mentales que nuestro vocabulario cotidiano nos impone.
En vez de “pero” use “y”
“Pero” probablemente sea la palabra más limitante de nuestro vocabulario, dice Roth en su libro. “Usamos a menudo «pero» en lugar de «y»”, escribe Roth. “Esta sustitución es tan común que suena correcta. Desgraciadamente, a menudo tiene el efecto de convertir una afirmación neutral en una negativa.”
Roth da el ejemplo de alguien que teme volar y acaba de recibir una pasantía increíble del otro lado del país. Cuando decide si va a aceptar la pasantía, examina la situación y dice: “Quiero esta pasantía, pero tengo miedo de volar”.
Roth dice que su uso del lenguaje no representa la realidad de la situación. La persona quiere la pasantía y también teme volar. Las dos cosas no están relacionadas. Sin embargo, al conectar mentalmente las dos verdades con un “pero”, la persona se engaña y cree que esta oportunidad increíble es en realidad una situación negativa. El conflicto resultante le impide avanzar. Pero es fácil de cambiar: simplemente cambie “pero” por “y”.
“El uso de «pero» cierra el espacio de conversación, mientras que «y» lo abre”, escribe Roth. “Cuando se abre el diálogo con «y temo volar», su cerebro logra considerar cómo manejar ambas partes de la frase. Quizá vea a un terapeuta. Quizá practique meditación.” No importa lo que suceda, casi con certeza encontrará la manera de aceptar la pasantía.
En vez de decir “tengo que” diga “quiero”
La siguiente frase a eliminar lo más posible en la lista de Roth es “tiene/tengo que”. Al igual que “pero”, es una frase que genera un conflicto en nuestras mentes. “Tiene/tengo que” también nos hace creer que la situación se nos ha impuesto, en vez de que haya sido voluntariamente elegida por nosotros. Esto es casi siempre una falacia.
“Lo que hacen en sus vidas -incluso las cosas que les resultan desagradables- es de hecho lo que escogieron”
Como ejemplo, Roth escribe sobre un estudiante de ingeniería que no está feliz con el hecho de que tiene que pasar cierto curso de matemática para lograr su título. Al decirse que “tiene que” tomar esa materia, configura esa situación como una carga en su mente. Es cierto que puede no resultarle de su agrado ese curso, pero Roth dice que simplemente cambiando “tiene/tengo que” por “quiero”, su mente dejará de lado más fácilmente su rechazo a ese curso, lo que lo hará una carga menos pesada y más bien algo a lo que aspirar, porque lo lleva un paso más cerca de ser lo que quiere: un ingeniero.
“Este ejercicio es muy efectivo para lograr que la gente advierta que lo que hace -incluso las cosas desagradables- es de hecho lo que eligió”, escribe Roth.
En vez de “no puedo ” usar “no quiero”
Otra palabra que Roth rechaza es “no puedo”. Dice que cuando afirmamos que “no podemos” hacer algo, casi siempre no es así. Un ejemplo es alguien que dice “no puedo nadar”. Usar el “no puedo” para referirse a nadar refuerza en su mente que no es posible para él.
Esto, por supuesto, no es cierto. Todos los seres humanos pueden aprender a nadar. Simplemente cambiando “no puedo” por “no quiero”, la persona advierte que su incapacidad de nadar es una elección de su parte, no una imposibilidad física.
“Este cambio simple de «no puedo» por «no quiero» a menudo da poder”, escribe Roth. “«No puedo» implica incapacidad; «no quiero» significa volición y elección.”
En vez de decir “tengo miedo” diga “me gustaría”
Otras frase autolimitante es “tengo miedo”. “Tengo miedo” es la frase más bloqueante que existe. Reconoce el temor de la persona en vez de su deseo. Diciéndose “tengo miedo de pedir un aumento de sueldo” prepara a su mente para lo que podría salir mal.
¿El patrón pensará que soy muy ambicioso? Si me lo niegan, ¿significará que no soy tan buen empleado como creo?
Simplemente expresando lo que desea diciendo “quisiera pedir un aumento” está reconociendo su deseo, y el deseo por lo general está asociado con pensamientos agradables y positivos. En este caso es lo que podría hacer con el ingreso extra: tomarse unas vacaciones; renovar la cocina. Los pensamientos agradables y la posibilidad de un resultado agradable por lo general nos llevan a la acción y no podemos alcanzar nuestras metas si no actuamos.
En vez de “ayudar” use “asistir
Cuando Roth me escribió que no me ayudaría con este artículo, sino que me “asistiría”, estaba tratando de darme poder. La palabra “ayuda” se asocia a menudo con “impotencia” en nuestras mentes. La impotencia implica que alguien es incapaz de lograr algo sin que otro intervenga.
En el caso de escribir este artículo, Roth tenía que decirme que me asistiría. Advirtió algo que mi mente no vio, que es que casi con certeza podría escribir el artículo sin su participación. A fin de cuentas, tenía acceso a su libro y a sus técnicas y los podría haber sintetizado en el artículo sin su aporte. E incluso con su participación el artículo no podría ser escrito y presentado a mi editor sin mí, seguía siendo parte necesaria de la ecuación.
La cuestión es que cuando usamos la palabra “ayuda” orientamos nuestra mente a pensar que somos incapaces. Sin embargo, cuando cambiamos “ayudar” por “asistir”, nos orientamos a ver que somos importantes y una parte capaz de la solución.
LA NACION