02 Mar Supermartes, el día después:¿Por qué arrasa Donald Trump?
Por Paula Markous
Llamó violadores a los mexicanos, pidió prohibir la entrada de los musulmanes a los Estados Unidos y se burló de las mujeres y los discapacitados. Llegó hasta el extremo al decirle a un manifestante que quería pegarle en la cara y, pese a todo, Donald Trump parece imparable. Su éxito volvió a quedar claro ayer en el “supermartes”, cuando el magnate ganó en 7 de los 11 estados que se disputaban los republicanos.
¿Por qué arrasa Trump, un outsider con aparente escasa preparación para la presidencia? “Yo diría que su éxito es una combinación entre la claridad de Trump al hablarle a los votantes enojados y frustrados, y a la falta de claridad de los opositores del magnate para explicar por qué Trump no debería ser el candidato republicano y por qué ellos sí”, dijo a LA NACION Evan Tracey, analista de la George Washington University.
El hartazgo y el enojo de los norteamericanos con la clase política tradicional no es un dato menor. Como el senador socialista Bernie Sanders (rival de Hillary Clinton), Trump es visto como el típico outsider que podría resolver los problemas concretos de los norteamericanos.
A sus seguidores, les gusta su forma desenfadada y su crítica hacia las políticas que no dieron resultados. Aplauden cuando el magnate promete “sacudir” la Casa Blanca y acabar con el nepotismo y el despilfarro.
“Es hora de poner a todos esos de Washington en su lugar, basta de tanta politiquería que nos chupa la sangre”, son expresiones que suelen escucharse entre los asistentes de los mitines de Trump.
A través de su oratoria simple y de sus soluciones políticas descabelladas -como la idea de construir un muro en la frontera con México para detener a los inmigrantes ilegales-, logró seducir a un electorado que piensa como él. El 55% de sus votantes cree que hay que deportar a los inmigrantes ilegales (vs. un 29% del total de los votantes norteamericanos), según una encuesta de la cadena NBC.
“Trump atrae a una clase trabajadora que se siente excluida luego de la crisis de Wall Street de 2008. Ellos piensan que el establishment del Partido Republicano los da por sentado y ven en Trump a alguien que le da voz a sus preocupaciones, especialmente a la idea de que los inmigrantes ilegales les sacan trabajo a los norteamericanos y deprecian sus salarios”, explicó a LA NACION Thomas Whalen, profesor de la Universidad de Boston.
La base de apoyo de Trump está formada por personas de menor educación y menor ingreso. Pero según un artículo publicado ayer por The Washington Post, muchos se sorprenderían al ver la cantidad de gente que lo apoya en secreto. “Su coalición no sólo incluye a conservadores intransigentes o a evangélicos radicales, sino también a gente de las mejores universidades. Muchos se dan cuenta de que no es un auténtico conservador, pero miran para otro lado. Otros, que se definen como moderados, admiran su flexibilidad como hombre de negocios”, explica el diario. Según The Washington Post, es el perfecto ejemplo del “yo no lo voté”.
Mientras el magnate engrosa sus bases, el ala tradicional del partido republicano observa estupefacta e intenta por todos los medios frenarlo. Pero el problema es que carece de una estrategia clara para hacerlo. Y aunque la tuviera, todo indica que ya es demasiado tarde.
Con los delegados que cosechó en el supermartes, es cada vez más probable que logre obtener los 1237 que necesita para ganar la nominación de su partido. El único capaz de descarrilarlo es el senador Marco Rubio. Para eso debe ganar en Florida, su estado natal, en las primarias del 15 de marzo. Pero la mala noticia es que las encuestas, según el promedio de sondeos del sitio RealClearPolitics, se inclinan a favor de Trump, un escenario impensado hace unos meses.
Pero mientras los republicanos sufren, Hillary Clinton sonríe. La candidata demócrata, que ayer también se anotó 7 estados en el “supermartes”, le ganaría a Trump en caso de enfrentarse por la presidencia. De acuerdo con una encuesta de CNN, publicada ayer, Hillary obtendría un 52% de los votos y Trump un 44%.
LA NACION