Es la máquina de ganar carreras

Es la máquina de ganar carreras

Por Carlos Delfino
Jorge Ricardo tiene el blindaje del ídolo y estaba en el hipódromo en el que creció apilando victorias, hasta convertirse en uno de los dos jockeys más ganadores del mundo. Por eso, en un deporte civilizado, el carioca puede pedir una bandera argentina tras ganar el Gran Premio Latinoamericano; mostrarla delante de las tribunas de Gàvea, pobladas de brasileños, y recibir una ovación, mientras se pasea triunfal por la pista de césped en la montura del argentino Don Inc, el caballo que les quitó el invicto como anfitriones en la Copa Libertadores del turf.
En Río de Janeiro , justo Ricardinho llevó las riendas del Maracanazo hípico. Es el hombre que va camino a los 13.000 éxitos -sólo superado por un centenar por el canadiense Russell Baze, también en actividad, con 12.786 triunfos- y que estaba por quedarse sin monta en la carrera que cada año muta de sede sudamericana, y ha ganado más que ningún otro jinete. Altair Domingos, otro jockey surgido de la cantera brasileña y que está radicado en Buenos Aires, iba a correr a Don Inc, pero un cambio en la delegación argentina poco antes de emprender el viaje lo obligó a dejar vacante su lugar para subirse a Quiz Kid, por contrato con su caballeriza. El entrenador Dany Etchechoury y el equipo del stud Las Monjitas, propiedad del polista colombiano Camilo Bautista, enseguida tuvieron el nombre y apellido del reemplazante. Y el sí al ofrecimiento, claro.
Ricardo com Rubio B
“Evidentemente, era para mí. A los 54 años, no sé cuánto tiempo más voy a correr y tiene un sabor muy especial haber ganado en Gávea, que es mi casa, y con un caballo argentino, donde vivo hace diez años y me demuestran un gran cariño”, retrató Ricardo, casi al borde del llanto. Enseguida, más aplausos y la recepción del trofeo dieron paso a las lágrimas. Una imagen infrecuente en él. “Me cuesta hablar sin emocionarme. Deseaba ganar este clásico con un caballo argentino porque nunca vi nada parecido en el mundo a la pasión y el fanatismo que hay en los hipódromos argentinos”, explicó. Haber competido en grandes carreras de los Estados Unidos, Francia e Inglaterra le da más entidad.
El Latinoamericano volvió a Gàvea luego de 20 años y, como si no hubiese pasado el tiempo, el jinete ganador fue el mismo. Ricardo ya lleva seis en 32 capítulos, incluyendo cuatro de la media docena de veces que se disputó en tierra brasileña. Pasó un cuarto de siglo de su primer éxito en la prueba, con Falcon Jet, en Cidade Jardim, en San Pablo. Números emblemáticos, como la década sin victorias para los representantes argentinos, que de visitante sólo registraban una hazaña: la de Latency en 2006, en el hipódromo uruguayo de Maroñas.
Ricardo se crió entre caballos. Vivía a un puñado de kilómetros de Gàvea, donde debutó el 16 de noviembre de 1976, la tarde en la que también logró su primera victoria, con Taim, un caballo al que preparaba su padre, Antonio, uno de sus ídolos junto con el tricampeón de Fórmula 1 Ayrton Senna.
Simpatizante del Club Botafogo, Ricardinho tiene entre ceja y ceja el récord del mundo. Reconoce que es su gran objetivo, aunque Baze no le da respiro. Al norteamericano ya lo había superado en 2007, pero perdió terreno cuando debió alejarse de las pistas en 2009, para someterse a un tratamiento de quimioterapia contra un linfoma, y en 2013, cuando sufrió fracturas en un brazo y en el maxilar, como consecuencia de una rodada en Palermo.
Competitivo, ambicioso, perseverante, Ricardinho ha transitado en el turf un camino a base de optimismo. Es una máquina de ganar. ¿Quién es Jorge Ricardo? Es aquél que la tarde del sábado festejó en el Latinoamericano, en una ciudad que terminó el día inundada en varios barrios, incluido Gávea, y el domingo, a las 14… venció en la primera carrera de San Isidro. Un profesional sin límites.
LA NACION