09 Mar El monumento de los cuatro siglos
Por Eduardo Parise
Algunos historiadores dicen que Buenos Aires es una Ciudad con tanta magia que hasta hubo que fundarla dos veces. Y recuerdan las dos fechas: 3 de febrero de 1536 y 11 de junio de 1580. La primera estuvo a cargo de Pedro de Mendoza y tuvo un triste final en 1541. En cambio la segunda, fundada por Juan de Garay, sigue firme y gigantesca junto a ese río marrón que suele azotarla en las sudestadas pero que también es su puerta de ida y vuelta al mundo. Los años transcurridos generaron mucha historia. Y cuando se cumplieron sus primeros cuatro siglos también le dejaron un monumento especial y muy poco conocido.
El concurso para construir un monumento que evocara el Cuarto Centenario de la Segunda Fundación se realizó en 1979. Lo ganó la artista Lucía Pacenza y la obra se inauguró el 19 de diciembre de 1980 en la plazoleta Adán Quiroga (1863-1904), un sitio dedicado a recordar la figura de este poeta, historiador, periodista y folclorólogo especializado en la cultura calchaquí, nacido en San Juan pero, por adopción, considerado como hombre de Catamarca. La plazoleta está en el cruce de las avenidas Del Libertador y Guillermo Udaondo, justo en una de las “fronteras” que une los barrios Núñez y Belgrano.
Pacenza, nacida en Buenos Aires en 1940, tiene una importante trayectoria como artista plástica (se formó en el taller de Emilio Petorutti entre 1960 y 1964) y como escultora (estuvo en el taller de Leo Vinci entre 1965 y 1970). Participó en muestras individuales y colectivas en el país y en España, México y Australia, entre otros lugares del mundo. Realizó viajes de estudio en Europa y Estados Unidos, fue jurado en infinidad de concursos y ganadora de múltiples premios nacionales e internacionales.
El monumento está hecho totalmente en hormigón armado. Primero se realizó un gran pozo donde se instaló un encofrado para colocar la fuente que está debajo. Después, se armaron las cuatro columnas enfrentadas (cada una tiene diez metros de alto) con un encofrado revestido en su interior con fórmica. Ese fue el paso previo a su rellenado. Cada una de las columnas representa a un siglo de la vida de la Ciudad. Arriba se ensanchan y terminan en un semiarco que, según explicó la propia artista, son la mejor síntesis para graficar la unión de todo ese pasado. Aunque no deja de ser imponente, la obra llama la atención por juntar en su imagen, y a un mismo tiempo, simpleza y contundencia.
En los últimos años, el monumento con su fuente fue rodeado por una reja perimetral. La intención de este trabajo pretende evitar los actos de vandalismo que había sufrido la obra, desde inscripciones y grafitis, hasta pegatina de carteles publicitarios. Aquellos hechos habían afectado tanto a la construcción que hubo que hacerle dos trabajos de restauración: uno, en 1997, y otro en 2013. La construcción original contó con la donación realizada por la Fundación Gillette. También se realizó un importante trabajo de iluminación que sirve para resaltar la obra en la noche.
Tal vez con estos datos, ahora se conozca un poco más de ese trabajo artístico que, con sus cuatro columnas de hormigón, rinde un homenaje a buena parte del pasado de la Ciudad que, a esos cuatro siglos, ya sumó tres décadas y media más de vida. Claro que este no es el único trabajo artístico que Lucía Pacenza aportó a las calles de Buenos Aires. Entre sus muchos trabajos también se cuenta un Monumento al Bandoneón, el instrumento símbolo del tango. La construcción tiene un basamento de granito rojo y encima se apoya un bandoneón desplegado, realizado en bronce. Está en el pasaje Carlos Gardel, en la zona del ex Mercado de Abasto y también fue primer premio de un concurso propuesto por la Fundación La Reina del Plata. Lo instalaron allí en julio de 2014. Pero esa es otra historia.
CLARIN