Hipnosis de novela: El oficial nazi que escribía en trance

Hipnosis de novela: El oficial nazi que escribía en trance

Las circunstancias que rodean la escritura de una novela suelen resultar misteriosas y extrañas. Pero pocas veces incluyen a un oficial nazi antibelicista, sesiones de hipnosis, un libro escrito dos veces por el mismo autor y un manuscrito perdido y reencontrado después de 70 años.
Es el caso de la novela Durchbruch bei Stalingrad (Avance en Stalingrado), un crudo alegato contra la guerra presentado esta semana en Alemania por primera vez en su versión original, décadas después de que se diera por perdido y de que su autor, el ex combatiente Heinrich Gerlach, reconstruyera una segunda versión… en estado de trance.
“Al menos en la literatura alemana no hay otro caso igual con todos estos ingredientes”, explica a LA NACION Carsten Gansel, el profesor e investigador que encontró el manuscrito original y editó la obra en el sello Galiani. Gerlach (1908-1991) era un profesor de secundaria con una sólida formación clásica que terminó alistado en el ejército nazi y llegó a combatir como teniente en Stalingrado. Formó parte de los pocos que salieron vivos de una de las batallas más sangrientas y legendarias de la historia.

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De aquella batalla, Gerlach salió herido de gravedad y como prisionero de los soviéticos.
Asqueado de la guerra y del nazismo, participó en cautiverio en la fundación de la Liga de Oficiales Alemanes, una iniciativa que pretendía forzar la renuncia de Hitler y un armisticio inmediato. Pero pronto entendió que la vía política no bastaba para redimirlo de lo vivido en Estalingrado y decidió liberarse por otro medio: la escritura de una novela.
“Esto ya no es la guerra. Lo que pasa aquí es asesinato”, atestigua en su libro al documentar las atrocidades de ambos bandos. Se trata de un caso único, según el profesor Gansel: “Que un prisionero de guerra escriba todavía en cautiverio sobre lo que acaba de vivir es algo excepcional en la literatura alemana. El resto de textos se escribieron años más tarde”.
Gerlach logró ocultar el manuscrito en su deriva por varios campos soviéticos hasta que el espionaje lo encontró y lo confiscó en 1949. Después de ocho años preso, el autor regresó a Alemania en 1950, tan convencido de que no volvería a ver su novela como resuelto a un proyecto titánico: reescribirla por completo.
“Me parecía un deber con los vivos y con los muertos”, justificaría años más tarde. Pero el plan de Gerlach chocó con una censura más férrea que la soviética: la de su propia memoria. “Cada vez que lo intento, todo queda como detrás de un velo”, explica en una carta.
Un reportaje sobre hipnosis le sugirió que ésa podía ser la vía para iluminar los recuerdos perdidos en el fondo de su memoria. En 1951 se trasladó a Munich para someterse al tratamiento. La revista Quick describe en una nota de ese año qué aspecto tenían las sesiones: “En arranques abruptos que el médico y la asistente transcriben, las experiencias regresan, las escenas y los capítulos de la novela vuelven a formarse por segunda vez”. El propio Gerlach explica en la nota: “Todo se me aparece como una película muy lenta”.
La particular reconstrucción en trance duró 23 sesiones, en las que Gerlach recobró unas dos terceras partes de su antigua novela. El resto fue fruto de cinco años de trabajo.
Cuando la novela se publicó en 1956 con el título Die verratene Armee (El ejército traicionado, que alude a la “traición” de Hitler a sus soldados), su alegato antibelicista y su retrato de primera mano del horror de Estalingrado la convirtieron de inmediato en un best seller.

En 1959, Gerlach ganó el Premio Bancarella, otorgado un año antes a Boris Pasternak por Doctor Zhivago.
Como decidido a no dejar en paz a su autor, el texto provocó aun un escándalo judicial: el doctor Karl Schmitz, responsable de la hipnosis, demandó a Gerlach parte de los ingresos por la venta de la novela. ¿En qué medida era el médico coautor del éxito?
LA NACION