Un proyecto que reunió más de 100 dibujantes para ilustrar El Principito

Un proyecto que reunió más de 100 dibujantes para ilustrar El Principito

La razón por la que algunos libros traspasan las fronteras del país y la lengua en que fueron escritos y se vuelven universales es difícil de determinar. Lo cierto es que algunos textos constituyen un patrimonio común y casi todo el mundo los conoce aunque no todos los hayan leído. Los cuentos para niños, desde Caperucita Roja a Cenicienta, son clásicos universales. Pero más cerca en el tiempo podría nombrarse a Alicia en el país de las Maravillas, de Lewis Carrol y El Principito de Antonine de Saint Exupéry. ¿Qué tienen en común estos últimos? Que su escritura se ubica en la frontera difusa entre la infancia y la adultez. Por eso, fascinan a chicos y a grandes por igual. El principito es un caso paradigmático. Fue traducido a los idiomas más diversos, desde el español al árabe, desde el inglés al japonés, desde el egipcio antiguo con jeroglíficos al ticinés, lengua que se habla en la Suiza italiana.

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Pero si bien su texto fue traducido a 180 lenguas, hasta hace poco, sus ilustraciones originales, hechas por el propio Saint-Exupéry, que tenía pasiones tan diversas como la literatura, el dibujo y la aviación, casi no habían sido “traducidas” a otras estéticas a pesar de haber pasado a otros formatos como el cine, el cómic y el teatro. La liberación de los derechos al cumplir el pequeño príncipe 70 años de vida en 2013 –había nacido el 6 de abril de 1943- , cambió las cosas de manera radical y los dibujos del autor que resultaban casi inseparables del texto, fueron objeto de reelaboración por diversos dibujantes. En Argentina, existe entre otras, por ejemplo, una versión hecha por Milo Lockett. Pero un colectivo de dibujantes argentinos decidió hacer algo original, distinto. Su proyecto se llama Invisible a los ojos y puede verse en www.invisiblealosojos.com. Sin embargo, también es un libro con soporte papel, cuyas editoras son Micaela Sánchez Malcolm y Tatiana Pollero. Sobre el proyecto, sus responsables informan: “Somos ilustradores, profesionales, entusiastas. Ideamos, creamos, gestionamos y dimos vida a una versión del cuento El Principito con más de 160 ilustraciones de Argentina, América Latina y el mundo. Es un Principito colaborativo, distinto, único. Alejandro Dolina prologa el libro y Pablo Bernasconi es el autor de su tapa. Lanzamos la pre-venta del libro a través de la plataforma de crowdfunding el 10 de noviembre. Allí, y durante 30 días, los colaboradores pudieron comprar de forma anticipada el libro y ayudarnos a financiar la impresión de los ejemplares, que tienen 240 páginas impresas a todo color en papel ilustración en tamaño de colección 20x20cm.¿Cómo es Invisible en papel? Un libro de 240 páginas, tamaño de colección 20x20cm, papel ilustración, con la mejor calidad del mercado, que incluye las ilustraciones de todos los que participaron de la versión digital y algunas participaciones sorpresa. Se imprimió una tirada de 2000 ejemplares y la mitad se donará la a escuelas, comedores y bibliotecas populares.”
Respecto de cómo surgió el proyecto, agregan: “Nació en enero de este año cuando el libro original pasó a dominio público. Juanma Garrido tiró la idea. Mica Sánchez Malcolm sumó a Tamara Méndez. Y Tatiana Pollero completó el cuarteto inicial. Convocamos artistas. Queríamos uno para cada capítulo del cuento. Pensamos que serían veintisiete. Se postularon más de 600 ilustradores de Argentina, América Latina y del mundo. Ciento sesenta fueron seleccionados y trabajaron de forma mancomunada, colaborativa y desinteresada: Invisible a los Ojos no tendría (ni tiene) Copyright. ¿El resultado? Una versión con licencia CreativeCommons, la garantía para que todos puedan apropiarse de la obra (siempre y cuando el uso que realicen de la misma y sus derivadosno sea comercial). Algo completamente digital, diferente y plural, de todos y para todos. El proyecto se presentó en el Centro Cultural Caras y Caretas, con la colaboración de Antares y Edding (fotos en www.facebook.com/Invisiblealosojos. La plataforma oficial del proyecto cuenta, al día de hoy, con más de 60 mil visitas”.
Quienes empredieron este proyecto están muy orgullosos de él por sus características que lo hacen singular: “Sí,-dicen- hace 70 años que Antoine De Saint-Exupéry se fue de viaje (¿lo habrá encontrado a Él?). Ni lerda ni perezosa, la rueda editorial argentina hizo uso de la potestad de dominio público y ya circulan, más temprano que tarde, versiones comerciales del clásico cuento que nos hizo llorar a todos (o casi). Invisible a los ojos es una rueda completamente diferente, gira para el otro lado. Es una versión de El Principito de todos y para todos y lo logramos conla magia, el aporte, los trazos, de cientos de ilustradores. Ideas, ganas, colaboración, de eso se trata Invisible a los ojos. 27 capítulos. 27 excusas para ilustrar, diseñar, re-crear. 27 tributos para una versión colectiva, combativa y digital de altísima calidad. Trabajo mancomunado, desinteresado, creativo y latinoamericano. Que vengan ideas, aportes, miradas. Que sea invisible a los ojos. Y que sea de todos.”
Hay quien dice que las causalidades no existen, que lo que existen son causalidades. Es difícil decidir cual de las dos posiciones es la que más se acera a la verdad. Pero lo cierto es que el proyecto Invisible a los ojos nació de un grupo de argentinos y Antoine de Saint-Exupery tuvo una relación con la Argentina. Tal como informaba Ivana Romero en la sección Cultura de Tiempo en una nota aparecida el 20 de febrero de este año, el autor comenzó su segunda novela, Vuelo nocturno, “en una habitación del hotel Majestic, en Buenos Aires. De hecho, el escritor llegó en 1929 y se quedó poco más de un año. En ese lapso fue fundador y piloto de Aeroposta Argentina, la primera compañía de aviación del país. El libro se publicó tras su retorno a Francia, en 1931. Se transformó en un best seller e incluso en una película que filmó Clarence Brown para la Metro Goldwyn Mayer, con Clark Gable y John Barrymore en los protagónicos.”
En 1944 el avión que Saint-Exupéry manejaba en una misión de reconocimiento de los aliados desapareció sobre el mar Mediterráneo. Un año antes, la editorial estadounidense Reynal & Hitchocok, publicaba en inglés y francés, El principito, el libro que lo hizo famoso. Por la situación de guerra, la editorial francesa Éditions Gallimard no pudo publicar la obra hasta 1946.
Seguramente Saint-Exupéry murió sin sospechar siquiera la repercusión que tendría su obra en todo el mundo. Al escribirlo pensó en su propia infancia y que esa obra estaría dirigida fundamentalmente a los chicos. Sin embargo, la crítica consideró que no tenía límites de edad en tanto hablaba de manera sencilla pero muy profunda de la naturaleza humana. Se hizo tan popular y vendió tal cantidad de ejemplares que sólo disputa su lugar con Historia de dos ciudades, de Charles Dickens.
Desde la Argentina, Alejandro Dolina dice en el prólogo de El principito transformado en obra colectiva: “Ahora mismo, en este último instante, me atrevo a sospechar que tal vez la verdadera experiencia de este libro no consiste en ver al principito sino en asistir al choque entre la sensibilidad del pintor y la del poeta.” «
TIEMPO ARGENTINO