21 Feb ¿Quieres ser Charlie Kaufman?
María Fernanda Mugica
Más que guionista y director de cine, Charlie Kaufman es un explorador de lo que sucede en la mente de las personas y su relación con el mundo exterior. Los resultados -basta recordar el guión de ¿Quieres ser John Malkovich?- son siempre raros y fascinantes. Su nueva aventura se llama Anomalisa, se estrena hoy en la Argentina y está nominada al Oscar como Mejor Película de Animación. El film está centrado en Michael Stone (David Thwelis), gurú de la atención al cliente y autor de libros sobre el tema. Claro que su éxito profesional se contrapone a un vacío existencial profundo. Es que Michael tiene un gran problema: escucha a todas las personas como si tuvieran la misma voz (Tom Noonan) y las ve como si tuvieran la misma cara. De manera que todo el mundo resulta ser una sola y misma persona para él, tal como sucede con quienes sufren el síndrome de Fregoli, un trastorno psicológico real.
Michael está alienado y su comportamiento es bastante reprochable. Pero la noche durante la cual transcurre la película ocurrirá un milagro. Por primera vez escuchará otra voz, la de Lisa (Jennifer Jason Leigh), una mujer insegura y con sus propios conflictos.
“La escribí en 2005, originalmente como una obra de teatro -cuenta Kaufman en un encuentro con la prensa en Venecia-. Las llamamos «obras sonoras» porque sólo eran los actores sobre el escenario leyendo el texto, acompañados por músicos y por los encargados en efectos de sonido. Cuando empecé a pensar ideas para una de esas obras se me ocurrió hacer algo que tenga que ver con la voz.”
Kaufman no planeó hacer una película de animación, pero le atrajo la propuesta de Duke Johnson, codirector del film, de llevar su guión a la pantalla utilizando la técnica de stop motion con muñecos. “Mi acercamiento nunca es la idea de usar tal o cual técnica, sino buscar lo que funcione mejor con la historia que quiero contar -cuenta Kaufman-. La animación nos permitió plasmar esa idea de la misma voz de una manera que no podríamos haber conseguido con una película tradicional.”
La animación ofrece una libertad que parece ideal para el cine de este director, cuyo estilo se caracteriza por los toques de humor y de surrealismo. Kaufman lleva a la pantalla los mundos internos de sus personajes y explora cómo se relacionan éstos con el mundo material que los rodea. Por eso hay quienes encuentran sus películas algo crípticas o se desviven por confirmar que significan lo que ellos creen.
Pero la búsqueda de una definición por parte del director y guionista es una tarea vana. “No me gusta decir de qué tratan las películas porque invalidaría lo que ellas significaron para el espectador, que es una experiencia tan válida como la mía”, aseguró Kaufman al respecto. E insistió: “Lo genial es que cada uno tenga su propia idea acerca de lo que es el film. Yo no voy a decir nada al respecto. Es la película de cada uno”.
Una carrera atípica
La carrera artística de Kaufman comenzó cuando a los ocho años descubrió en una obra escolar el placer de hacer reír al público sobre un escenario. Estudió actuación en la Universidad de Boston y luego cine en la de Nueva York. Y, como no conseguía trabajo en cine, se mudó con su novia (que es actualmente su esposa) a Wisconsin, con la intención de estudiar neurofisiología. Un problema administrativo en la universidad le impidió seguir con su plan, aunque es evidente al ver sus películas que nunca perdió el interés por el estudio del cerebro y el sistema nervioso.
Después de varios trabajos que no le gustaron mucho, entre ellos el de vendedor en una confitería cristiana, consiguió un contrato como guionista en la comedia televisiva Get a Life. Mientras seguía trabajando en series de televisión, Kaufman se dedicó a escribir guiones de largometraje, esperando la oportunidad de que fueran producidos.
Todo cambió cuando Spike Jonze, que era muy conocido como director de videos musicales, leyó el guión de ¿Quieres ser John Malkovich? y quiso hacerlo. La extraña historia de un titiritero que encuentra un portal hacia la mente del actor John Malkovich afirmó a Kaufman como una de las plumas más originales del cine.
Luego vino Human Nature, dirigida por Michel Gondry, y El ladrón de orquídeas, de nuevo con Jonze como director. El film protagonizado por Nicholas Cage, en el doble rol de Charlie Kaufman y su gemelo, es puro metalenguaje cinematográfico. Kaufman resolvió la imposibilidad de adaptar el libro El ladrón de orquídeas, de Susan Orlean, escribiendo sobre un guionista con su mismo nombre y la misma desesperación ante este trabajo, agregándole un hermano gemelo y otros elementos.
Tanto en ¿Quieres ser John Malkovich? como en El ladrón de orquídeas y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, dirigida también por Gondry, hay una impronta muy fuerte de Kaufman como guionista. No se ciñe a los límites de la narración clásica y se anima a explorar el cerebro humano, sin miedo a entrar en una espiral de sentido, que puede fascinar y marear al mismo tiempo. Más allá del gran trabajo de los directores a cargo, esas películas parece que no podrían haber surgido de otra mente que no fuera la de Kaufman. Su debut como realizador, Synecdoche, New York – Todas las vidas, mi vida, lleva todas sus características al extremo.
En Anomalisa, Kaufman se ciñe a una historia chiquita, con pocos personajes, que transcurre en un hotel durante una noche. Con esos elementos construye una exploración profunda y sensible de los personajes, pero también de los mecanismos casi autómatas de la atención al cliente. La relación entre la incapacidad de Michael de diferenciar a las personas con las fórmulas hechas de la atención al cliente está explotada de forma brillante.
“Tuve una experiencia la semana pasada con este tema -cuenta Kaufman-. Tenía que comprar un paquete internacional para mi celular porque venía para acá. Llamé a la compañía y el que me atiende me pregunta mi nombre y dice: «¡Hola, Charlie! Soy Gene, ¿cómo estás?». Normalmente sólo digo «bien», pero esta vez dije: «Hola, Gene, ¿cómo estás vos?». Él se puso muy contento y tuvimos una charla muy linda. Terminamos hablando de todo: de deportes, del clima. Espero que no lo hayan echado porque estuvimos hablando como 25 minutos. Me sirvió para darme cuenta de que del otro lado del teléfono había una persona. Creo que nosotros no pensamos que ellos son reales y viceversa.”
LA NACION