29 Feb Por qué las internas en EE.UU. son clave para los argentinos
Por Francisco de Santibañes
En febrero comenzaron las elecciones internas en Estados Unidos, de las que saldrán los candidatos presidenciales del Partido Demócrata y del Republicano, que lucharán por el premio mayor en las generales del 8 de noviembre próximo.
El proceso generó gran atención en todo el mundo. ¿Pero por qué estas internas son clave para los argentinos? Simplemente porque a todas las naciones, y en particular a las que se encuentran en el hemisferio occidental, les afectará enormemente las decisiones que tome el próximo ocupante de la Casa Blanca. Éste o ésta será el líder de la nación más poderosa del planeta. A la Argentina, ¿quién le conviene que gane?
Por lo pronto, hay que entender que América Latina, y por lo tanto la Argentina, no ocupa un lugar importante en las discusiones que tienen los miembros de la clase dirigente de Estados Unidos. Somos, a diferencia de Asia, por ejemplo, un actor marginal. Lección: más allá de quién gane la elección, para que nos presten atención nuestro gobierno tendrá que llevar adelante un sofisticado trabajo, no sólo en la capital estadounidense, sino también en otras áreas que son relevantes para nuestros intereses (la ciudad de Houston para el desarrollo de los yacimientos de Vaca Muerta; Sillicon Valley para el desarrollo de nuestras industrias tecnológicas, entre otras áreas).
Creo que el mayor peligro es que triunfe Bernard Sanders en las internas de los demócratas y Donald Trump entre los republicanos. Sus posiciones populistas -que reflejan un fenómeno que también se observa en Europa- y la imprevisibilidad que ambos generan pueden dañar a la economía y retraer a Estados Unidos dentro de sus fronteras, en un momento en que el mundo, en plena transición de un sistema liderado solo por esta superpotencia a otro en el que compartirá responsabilidades con China, debe evitar un incremento en los niveles de conflicto e incertidumbre.
Para la Argentina, el mejor escenario en el Partido Demócrata es que triunfe la experimentada Hillary Clinton: recordemos por ejemplo que durante sus años en el Departamento de Estado dio señales positivas respecto de la posición de su país sobre la disputa por Malvinas -postura que despertó duras críticas por parte de los gobernantes británicos-.
El caso republicano es, sin embargo, el más interesante, con dos candidatos latinos con chances de ganar. Pero mientras que Ted Cruz reniega de su identidad, el levemente menos conservador Marco Rubio la celebra. Esto seguramente hará que de ganar la presidencia, Rubio le preste mayor atención a América Latina de lo que ha ocurrido históricamente en Estados Unidos.
Más importante aún para la Argentina es que de los tres principales países de la región somos el único que posee un líder que, en principio, debería tener afinidad ideológica con Rubio. Mauricio Macri es, por más que las campañas de comunicación busquen obviar esta realidad, un político de centroderecha. La presidenta brasileña, Dilma Rouseff, y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, no lo son.
Así, Argentina podría posicionarse como un interlocutor importante para Estados Unidos en una región que, con Rubio, sería considerada desde una perspectiva más constructiva. Esto nos dará la oportunidad de liderar la integración económica de América Latina y jugar un rol de mayor liderazgo en las discusiones con otros bloques, lo cual favorecería no sólo nuestros intereses sino los de una región que actualmente se encuentra separada en dos bloques económicos.
En definitiva, cuando alguna noche nos encontremos con un debate presidencial en la televisión, ya sabemos a quién alentar: a Marco Rubio y a Hillary Clinton.
EL CRONISTA