Llevá tu creatividad con vos

Llevá tu creatividad con vos

Por Sol Peralta
Los primeros kilómetros de ruta te acercan, como un espejismo sobre el asfalto, una imagen que te hace sonreír. Es el recuerdo de un personaje que inventaste con unos amigos alguna noche del invierno, después de un asado. No se habían puesto de acuerdo en su nombre pero sí en que era cirujano, tenía una hija adolescente insoportable y siempre robaba libros en las casas que visitaba. Se habían entusiasmado pensando en todas sus características, pero el personaje quedó en esa sobremesa. Entonces, te prometiste escribir algo, o pintar algo, o desarrollar algo (una campaña de publicidad, una marca, un concepto) sobre él. Esa promesa fue quedando pendiente durante el año, pero el optimismo de haber dejado el despertador y las obligaciones en casa te tienta para cumplirla.
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Cambiar de aire y dejar de lado las presiones que sobrellevamos día a día convierten a las vacaciones en un momento especial para que la energía creativa fluya con facilidad. Todo el mundo tiene ingenio y lo aplica en las tareas cotidianas, como la cocina, por eso no es necesario ser un artista -consagrado o no- para explorar ese costado más sensible. Incluso quienes nunca tuvieron la necesidad o el deseo de dibujar, escribir o crear una melodía pueden tomar la vitalidad del verano para descubrir y descubrirse en alguna creación propia. “Hay una parte nuestra que, por ciertos condicionamientos o aprendizajes de vida, se niega a reconocer que somos creativos desde que nacemos”, afirma Daniel Colombo, coach de alta gerencia, escritor y comunicador. “Somos innovadores la mayor parte del tiempo, sobre todo cuando tomamos decisiones en situaciones de conflicto. Descansar en entornos apacibles y romper con la rutina funcionan como grandes ‘anabolizantes’ de la creatividad y la innovación”, dice.
Sin exigencias de calidad ni público calificador, la propuesta es disfrutar las vacaciones como un momento personal de reencuentro con el creativo interior. En este sentido, la psicóloga Natalia Sarro, coach de carrera y oradora en Tedx San Rafael, considera que “cada vez son más las personas que aprovechan los viajes para reencontrarse con versiones mejoradas de sí mismas. Por diversos motivos, esas versiones no logran salir a la luz en casa o en la oficina, donde solemos cumplir roles estereotipados”.

La punta del ovillo
El camino del artista, de Julia Cameron, una multifacética escritora estadounidense, plantea un plan de acción para descubrir la creatividad y eliminar bloqueos. Algunos de sus ejercicios se pueden comenzar durante el veraneo, con el fin de poner en marcha un proceso que despierte talentos que están descuidados y confluya en un cambio que incorpore la realización creativa como un aspecto más de la vida. Una de las tareas que recomienda el libro es “La cita con el artista” y consiste en dedicarle dos horas semanales a una salida inspiradora. En vacaciones, esta cita puede repetirse con una frecuencia más alta, incluso diaria. “Emplear el tiempo en soledad con tu niño artista es esencial para nutrirse. Un largo paseo por el campo, una expedición solitaria para ver el crepúsculo en la playa, una escapada a una extraña iglesia para escuchar música espiritual o a un barrio étnico, para disfrutar de los sonidos e imágenes foráneas… tu artista puede disfrutar cualquiera de estas salidas, incluso jugar a los bolos”, dice Cameron en su libro. Estos espacios de inspiración pueden ser la punta del ovillo para desarrollar cualquier actividad, desde la plástica hasta la música, la danza o la escritura. La otra tarea que propone Cameron es redactar “Las páginas de la mañana”: tres carillas de lo que se te cruce por la mente apenas te levantás. El objetivo no es que sean textos atractivos y mucho menos impecables: la idea es simplemente volcar al papel cuestiones que, de otro modo, quedarían flotando y obstaculizando tu creatividad. “Las preocupaciones acerca del auto, esa miradita sospechosa en los ojos de tu pareja, todo se filtra a través del subconsciente y enturbia tus días. Hay que volcarlo al papel”, explica el libro.
“Si no lo hago perfecto, entonces mejor ni empiezo” es una idea errónea que puede resultar paralizante. Nos da miedo equivocarnos y la creación implica amigarse con la posibilidad de probar y fallar. “En la recurrencias de los intentos es donde, paradójicamente, aprendemos, mejoramos y experimentamos el placer de la tarea”, aclara Sarro. Y agrega que fracasar nos hace sentir vulnerables, por eso tendemos a evitar exponernos. Coincide con ella Colombo, quien sugiere bajar las expectativas, porque esa ansiedad dificulta afrontar nuevos desafíos.

Ideas para empezar
La inspiración está en todos lados, pero los especialistas sugieren algunos disparadores que se pueden poner en práctica durante las vacaciones. Uno es caminar por la playa y pensar cuáles son tus cinco películas favoritas, para analizar cuál es el hilo conductor entre ellas. ¿Qué tienen en común? Ese elemento puede servir para que lo tomes como trampolín hacia lo que sea que quieras crear. Otras preguntas que sugiere Sarro son: ¿cuáles son las cosas que por fin harías si tuvieras todo el dinero que necesites, el apoyo incondicional de tus seres queridos y la certeza absoluta de que no vas a fallar? ¿Diseñarías muebles? ¿Ayudarías en el comedor infantil de tu barrio? Vale la pena buscar esa respuesta. También podrías escuchar música instrumental, intentando relajarte y sin ningún tipo de presión. Y, cuando la música termine, registrar por escrito o grabándote la primera idea que fluya, para trabajarla en ese mismo momento o más adelante. Lo importante es aceptar que no se puede predecir cómo será el aterrizaje: es la experiencia de estar en el aire lo que justifica despegarse del piso.
Sarro concluye con una reflexión desafiante: “hay que estar dispuesto a pegar un salto al vacío, sin garantías: la creatividad no nos promete nada, solo el disfrute inigualable de construir algo nuevo”.

El síndrome de la página en blanco
Las musas pueden ser esquivas, pero perece que hay cómo tratarlas. “El mejor antídoto ante el bloqueo es la acción”, dice Daniel Colombo. ¿Por qué? “Porque esa parálisis nos quiere demostrar algo falso: que no valemos lo suficiente si no somos capaces de hacerlo perfecto”. Y sugiere algunas ideas para abrir ese candado:

. Escuchar música: relaja o incita. Predispone.

. Hacer movimientos físicos: una caminata rápida, bailar o una ducha de agua fría. Sacudidas de sensaciones.

. Escribir libremente lo primero que venga a la cabeza, sin la necesidad que sea coherente o tenga una redacción excelente.

. Respirar y observar: el simple hecho de aquietarnos permite que fluyan las ideas hasta que aparezca alguna que valga la pena rescatar.

. Escuchar nuestra curiosidad: muchas respuestas se encuentran de forma inesperada, en un grafiti, un titular leído al pasar o una frase dicha por otro turista. Todo sirve como disparador para superar el bloqueo creativo.
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