Guía para convertirse en experto en historietas en un solo verano

Guía para convertirse en experto en historietas en un solo verano

Por Juan Manuel Domínguez
Explicar el gigantesco, inconmensurable mundo de las historietas y su infinita variedad es tan complicado como simple. Seguro, todos saben de Batman, Superman, Capitán América, Spider-Man, Mafalda, Macanudo, Condorito, y así la (nada cuestionable) lista básica.
Vayamos a lo complicado: tal condición no nace tanto por las reglas del medio y sus lenguajes gráficos sino por su propia caricatura. Los cómics siguen siendo reducidos a los superhéroes. Al menos en Occidente. Pero existe una pluralidad enorme dentro de las historietas, nacionales o internacionales, que apelan a otras formas del medio y sus posibilidades (¿sabían, por ejemplo, que hay una historieta de 64 páginas que narra cómo se refracta un haz de luz?).
Hay tantos cómics posibles como lectores. Si gusta mucho el director de cine David Lynch, por ejemplo, no sería tan extraño disfrutar de Frank, de Jim Woodring (una creación lisérgica, amablemente violenta en su comedia y celebrada por su absurdo sólo agigantado por el talento como dibujante de Woodring). Si alguien se crió con la comedia gala de Astérix, podría disfrutar The Fabulous Freak Brothers, de Gilbert Shelton (tres hermanos hippies, con un personaje precursor de Homero Simpson).
La consigna es simple: hay tantas historietas posibles como, por ejemplo, películas. O series. Hay una historieta para cada uno de nosotros. Hay historietas a lo Avengers, el éxito cinematográfico de Marvel, es decir, que apelan al género superheroico. Pero hay clásicos en otros géneros, que pueden ir desde la biografía (el caso excepcional: Maus, la memoria de Art Spiegelman que Umberto Eco definió como “la historieta que humanizó, como ninguna obra de arte, el Holocausto”) hasta la aventura desbordante de talento a la hora de imaginación transmitida en un dibujo (casi cualquier historieta del francés Moebius). Pero frente a ese espectro donde todo es posible, ¿cómo empezar a recorrer ese mundo? ¿Qué historietas ayudan a que uno pueda sentir que ha recorrido un espectro amplio del lenguaje de los cómics? Aquí una lista posible para hacerse si no experto en el género, al menos un conocedor, durante este verano.

1 Maus, de Art Spiegelman
Es la piedra de Rosetta de la historieta adulta en Occidente. Es un clásico. Es un lugar común ponerla aquí, y aun así es imposible no hacerlo. Que la historieta serializada desde 1980 hasta 1991 haya ganado el único Pulitzer dado jamás a una historieta termina siendo hasta anecdótico. Art Spiegelman se sienta junto a su padre para documentar la vida en un campo de concentración. Lo fascinante es su crudeza y su simpleza, que no es tal. La historieta va y viene entre papá Spiegelman ratón (un ser humano, cuando menos, intenso en sus mezquindades) contándole a Art ratón esos días y al mismo tiempo agobiándolo con sus mañas. No hay historieta con el poder de Maus.

2 Saga, de Vaughan y Staples
Brian K. Vaughan es una usina nuclear de buenas ideas. Cansado de Hollywood (trabajó en Lost y en Under The Dome), creó cómics en los Estados Unidos como Y: The Last Man, donde un virus extermina a casi toda la población masculina, animal o humana, del planeta (excepto al protagonista). Nacida en 2012 y todavía en publicación, su obra maestra es Saga, una actualización de Star Wars, pero donde Vaughan volcó su filosofía y dudas como padre. Si aman Game of Thrones y no pueden esperar la sexta temporada y sus novedades, esta historieta es su cómic del verano. Y encima tiene edición local en castellano.

3 Acme Novelty Library, de Ware
El obsesivo. El perfeccionista. El distinto. Nadie en todo el planeta se acerca al arte con el fundamentalismo de Ware, un habitante de Illinois obsesionado con viejos modos del diseño que todavía trabaja como se hacía hace 40 años. Eso sería un dato de color si sus trabajos no fueran tan minuciosos en el diseño. Evocando modos barrocos de las publicidades con una sensibilidad emocional única (el crítico Rick Moody dijo: “La novela americana tiene mucho que aprender de este muy convincente y superior trabajo”), Ware va creando cada número de su Acme Novelty Library (que comenzó en 1993 y sigue hasta la actualidad) como una pequeña obra maestra.

4 Una vida errante, de Yoshihiro Tatsumi
La historieta japonesa, o manga, es otra galaxia dentro del cómic. Posee sus reglas de mercado, es menos cuestionada y es leída por todas las edades. ¿Qué elegir para empezar? ¿El clásico Dragon Ball? ¿O Monster, un acercamiento distinto al terror? Sobran nombres, obras maestras y piezas alternativas. Pero Una vida errante podría funcionar como un perfecto manual para ese mundo editorial y sus costumbres. En diez años de trabajo, de 1995 a 2006, Tatsumi mostró un detrás de escena sólo agigantado por su pasión por el manga, su vida cotidiana y su voluntad por hacer arte sin sentirse obligado a respetar las reglas de un mercado nipón vasto pero tirano.

5 La propiedad, de Rutu Modan
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La autora israelí se hizo famosa con Metralla y su segundo libro, Jamilti, pero en realidad su obra más nítidamente distinta viene siendo, por ahora, ?La propiedad. Una abuela y su nieta viajan a Varsovia a recuperar una propiedad familiar perdida durante la Segunda Guerra Mundial. Mezclando hábilmente vivencia personal y ficción, Historia e historia, miedos propios y ajenos, Rutu Modan cuenta esos días aprovechando al máximo su minimalismo visual (sus líneas claras y ambientes nada recargados) y dejando en claro su innegable y evidente influencia fotográfica.

6 Hey, Wait., de Jason
Espera., la historia publicada individualmente (o en la antología Un paso en falso) fue el cómic que le permitió al planeta conocer al noruego Jason. No por nada el escritor Sherman Alexie ha dicho: “La primera vez que leí a Jason me sentí tan entusiasmado y devastado como la primera vez que leí los poemas de Emily Dickinson y Walt Whitman”. Jason es dueño de un tono seco, similar al de directores como los hermanos Kaurismäki, que mezcla ritmos y modos del cine mudo y del cine de género barato, que se hacía sin vergüenza durante los años 50. Esta pequeña historia, con un suceso big bang en la vida de un niño, es la perfecta introducción a su demoledor humanismo cinéfilo.

7 El Incal, de Moebius y Jodorowsky
Jodorowsky, prócer del cine rabioso de los años 70 con sus westerns distintos como El topo o La montaña sagrada, como guionista y Moebius, leyenda colosal del cómic francés y de la historieta toda, se juntan para este clásico de la ciencia ficción en viñetas. Más allá de las ideas de Jodorowsky, pocas veces se podrá apreciar de forma tan simple a alguien dibujando de la forma excelsa, traviesa, revolucionaria en que Moebius lo hace en esta enorme saga. El autor más enérgico de la historieta en uno de sus mejores milagros visuales.

8 Preacher, de Garth Ennis y Steve Dillon
Seguramente no quieren que les suceda lo que les pasó con The Walking Dead y descubrir que había una historieta detrás de su serie favorita. En 2016, se estrena Preacher. Garth Ennis, su guionista, ha sido definido como “el Tarantino de los cómics”. Esa sensación cool, de adicción y de innovación que hoy busca cualquier serie, se respira desde la primera página de esta historieta (publicada entre 1995 y 2000). Jesse, predicador de un pueblito texano, es poseído por Genesis, el producto de una relación sexual entre un demonio y un ángel. Ennis y su dibujante Steve Dillon crearon un cómic áspero, enojado con su país y enamorado de sus mitos.

9 W3, de Grant Morrison
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Grant Morrison, la estrella de rock, el obseso con la magia y con la idea de que las historias y los mitos poseen una vida propia que dialoga con nuestras tres dimensiones. Sus mejores trabajos se dieron junto al dibujante Frank Quietly, y su mejor obra en conjunto es una excepción a esos modos demasiado conscientes de la historieta. Hablamos de W3, un relato corto sobre tres mascotas (perro, gato, conejo) que mientras son convertidos en armas biológicas -armadura incluida- por el gobierno de los Estados Unidos, logran escapar y quieren volver con su dueño. Resultado: la más conmovedora historia de acción (y actualización del mito de King Kong) de los últimos 30 años.

10 The Complete, de Robert Crumb
La obra de Robert Crumb es extensa e influyente. Crumb es una forma alternativa de la historieta: su talento gráfico ha permitido que sus fantasías lascivas o sus miedos paranoicos sean distintos de los de otros. Su furia cerebral, sus ansias (nacidas en la San Francisco hippie), sus ganas de contar sin vergüenza sus obsesiones lo convirtieron en una respuesta a los Estados Unidos del New Deal y en un artista que destruyó aquello que la historia podía o debía hacer. Crumb y su potencia, sus odios y sus neurosis, desperdigados en decenas de libros con su obra (y un documental de Terry Zwigoff), son comparables a la hora de su importancia en su medio con The Beatles.
LA NACIÓN