Un tesoro de arte rupestre de diez mil años podría estar a punto de desaparecer

Un tesoro de arte rupestre de diez mil años podría estar a punto de desaparecer

Por Gabriela Origlia
Círculos rojizos, flechas negras y soles en color tierra pintados hace 10.000 años por los comechingones suelen convivir con un grafiti en aerosol de hace unos días o quedan velados por el humo de los asados que se realizan a pocos metros. El mantenimiento del arte rupestre es un desafío y son varias las reservas -de las muchas que tiene esta provincia- que corren riesgos de daño o desaparición.
Las áreas de patrimonio arqueológico en Córdoba son varias y, según los expertos, buenas. No sólo hay pictografías, sino también casas-pozo y socavones. El cerro Colorado (Norte) cuenta con una de las mayores concentraciones de pictografías de distintas épocas (todavía se están datando), a las que se suman las de San Marcos Sierras, Aguas de Ramón, Quilpo y La Candelaria (Oeste) y las de Intihuasi, en el Sur.
En la mayoría de los casos lucen carteles con la ley que las convirtió en patrimonio arqueológico provincial y, en varios, también nacional. Pero la declaración no alcanza para su conservación. Mirta Bonín, directora del Museo Antropológico de la Universidad Nacional de Córdoba, señala que nuevos conceptos incluyen no sólo la intervención del Estado, sino también de las comunidades. Reconoce que la cultura comechingona no tiene la impronta visual de otras, ya que usaba materiales más sencillos: “No por eso es inferior, pero sobrevivió poco de sus construcciones y de sus tejidos”.
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El arte rupestre está vinculado con el paisaje, por lo que se requiere una conservación integral. En el oeste cordobés, la explotación de canteras convive con las ruinas; el impacto es visible. Casa de Piedra, un altar comechingón a unos 15 kilómetros de San Marcos Sierras declarado patrimonio, tiene dibujos contemporáneos a carbón al lado de un milenario almanaque solar. Para ingresar hay que pagar $ 50 al dueño de un campo privado. Al lado, hay una cantera.
El ex titular de la Agencia Córdoba Cultura Pablo Canedo -impulsor del proyecto de expropiación del cerro Colorado- plantea que, aunque estén en tierras privadas, las ruinas deben registrarse porque “pertenecen a la provincia y no cualquiera puede explotarlas, repararlas o sacarlas”.
En 2005, la Justicia incautó pictografías que se vendían a la vera de la ruta en distintos puntos de la provincia; ese robo se suma a quienes escriben y destruyen los lugares. La explotación de campos en esas zonas altera el medio ambiente con animales no autóctonos y deforestación. A la acción humana, por supuesto, se agregan los factores naturales, como el viento, las areniscas y las lluvias.
Hace poco más de un año, la Unicameral de Córdoba autorizó la expropiación de diferentes terrenos del cerro Colorado para crear un parque arqueológico; aunque la idea original era de 500 hectáreas, terminó en 22. El objetivo es resguardar los 122 hitos históricos relevados en la zona, en aleros de montañas y cuevas. Por ahora, sólo se acordó con el dueño de un campo.
Marcelo Vena, ceramista y habitante de la zona, explica a que el lugar atravesó diferentes etapas y que, aunque hay algunas mejoras, sigue el “usufructo informal de los que se aprovechan del desorden para ganar unos pesos”.
Hay un circuito oficial que incluye el Museo Arqueológico y algunos aleros al pie del cerro Intihuasi, a los que -desde hace un tiempo- se accede por una pasarela y otros dos al pie del cerro Colorado. El resto lo gestionan particulares. “No hay acción que demuestre voluntad de conservación”, dice Vena.
Bonín y Canedo advierten que las expropiaciones son complejas porque en los campos hay construcciones y animales, por lo que hay que demarcar las ruinas, accesos públicos y zona de protección o amortiguamiento del sitio. “Desde la comunidad reclamamos que los guías ingresen por concurso abierto, reciban capacitación y que la Comuna, que es el Estado más cercano, se involucre”, indica Vena.
Para preservar las pictografías se analizan -según confirmaron fuentes oficiales- distintas alternativas, como colocar vidrio frente a las pinturas. La opción fue desechada porque genera humedad. “De todo hay que analizar ventajas y desventajas porque pueden producirse agentes de deterioro. Las posibilidades van desde barreras virtuales (como senderos marcados) hasta directamente el bloqueo de paso”, confirmaron desde Córdoba Cultura.
LA NACION