27 Jan “Siempre quiero ser parte de buenas historias”
En el mundo del cine, el género “películas diseñadas para ser estrenadas en época de Navidad” forma parte de una tradición extendida en términos cinematográficos, y 2015 no podía escaparle a ese influjo.
En diciembre llegó a las pantallas de cine locales Navidad con los Cooper, donde la siempre vigente Diane Keaton interpreta a Charlotte, la matriarca de una familia que está decidida a reunir a todos sus integrantes para pasar la mejor de las navidades. Aunque el hecho no será sencillo, ella tratará de generar un encuentro que quede en la memoria de todos.
En términos personales, Diane Keaton cuenta que no sigue ni le gustan mucho las tradiciones navideñas. Es más: en su casa de Los Angeles no tiene parafernalia navideña ni elementos que hagan alusión a la festividad de esta época del año. “La idea de la celebración, de los trajes y de todo lo que rodea a estas fiestas no es algo que me guste”, dice, riéndose a viva voz.
En el film, Charlotte intentará por todos los medios crear la Navidad perfecta para todo su clan familiar, que incluye a un marido frustrado llamado Sam (un rol protagonizado por John Goodman), un abuelo chapado a la antigua (Alan Arkin), un par de chicos muy traviesos (Ed Helms y Olivia Wilde) y una hermana particular (Marisa Tomei), más todo un gran combo que incluye a sus nietos, amigos y hasta gente desconocida que andaba por ahí.
“La vida es complicada”, dice Keaton. “Pero las familias, con todas sus imperfecciones a cuestas, no importa exactamente cuáles, son todo lo que importa. Creo que estas fiestas son el momento perfecto para olvidarse de lo que cada uno piensa del otro y estar juntos.”
Para Jessie Nelson, director del film, “ir a tu casa familiar para pasar la Navidad es llevar una versión tuya que a veces no concuerda con lo que es tu vida verdadera. Digamos que no tenés ganas de contar si algo te va mal, así que construís algo para la ocasión. La película trae el racconto de esas cosas que pasan en muchas familias, los recuerdos de uno, las alegrías y las tristezas de otros. Son las cosas que suceden en una famila.”
Es cierto. En Navidad con los Cooper hay muchas disfunciones disimuladas debajo del velo de la fiesta. Surgen temas como el empleo y quiénes son los desempleados de la familia, los problemas de tal o cual pareja, las relaciones y las no relaciones, y hasta un toque de cleptomanía.
Para Keaton, trabajar junto a Goodman fue un sueño hecho realidad. “Debo decir que para mí, interpretar a esta esposa fue algo que me gustó muchísimo. Pero más allá de eso, soy una gran fan de John. ¿Quedó claro que me fascinó trabajar con él, no? (risas). Sinceramente, creo que es un verdadero genio.”
Otra de las situaciones que recuerda Keaton está íntimamente ligada a la música, pero especialmente al concepto de tocar y ejecutar música. “Teníamos en el set mucha comida y todos juntos no dudábamos en cantar. Es cierto que la escena lo requería, pero había que hacerla. La ventaja es que muchos de los actores tocaban instrumentos, cantaban e incluso algunos tocaban más de tres instrumentos. Mis compañeros decían que yo cantaba muy bien, y como lo repitieron tantas veces me lo creí (risas). Así que ensayamos para que la escena saliese de la mejor manera posible, y así fue. La música nos acompañó siempre y eso será algo que cuando vean la película deberán tener en cuenta. La escena donde cantamos y tocamos lo dice todo, porque creo que finalmente logramos sentirnos una familia verdadera, con toda esa cuestión de la hermandad que teníamos que interpretar pero que sentimos de manera genuina.”
–En la película encontramos elementos de drama y comedia, inclusive hay escenas de baile. ¿Todo ese factor ecléctico fue lo que te decidió a participar?
–Siempre quiero ser parte de buenas historias. Estoy muy feliz de participar en esta experiencia porque tiene mucho de realidad. Cuando se tiene la posibilidad de trabajar con gente como John Goodman, haciendo una escena como la que hicimos en la cocina, donde hablamos sobre las cosas que pasan en una pareja, para mí es algo que no tiene precio. Es como una aventura fílmica que no sé si volveré a vivir en mi vida. Eso es lo maravilloso de actuar, y tal vez uno de los puntos más altos de mi carrera. El cine me da siempre una posibilidad distinta, y lo bueno del cine es que siempre se puede mejorar, hacer tomas nuevas, experimentar. Eso es algo que me gusta porque se puede compartir el momento con otros actores. Así que para mí, la parte con John Goodman es como “¡Ah, esto es como el corazón del problema de mi personaje, y la historia es lo que voy a hacer con él! ¿Voy a poder cambiar? ¿Voy a amarlo como yo necesito, voy a abrirme y ser vulnerable de nuevo? ¿Seré capaz de dejar de ser la mujer de lindo culo que dejará de ir a cenar con sus amigas para hacerlo con su marido?”
–Esa escena es muy interesante. En el momento en el que estás actuando, ¿te resulta fácil meterte de lleno en los pensamientos de la mujer a la que interpretás?
–Todo pasa por estar y vivir ese momento con él, tanto sea para bien o para mal. Entiendo el punto porque muchas cosas van y vienen, sobre todo meterse en la situación que narra la escena. Se trata de interpretar y tener el timing justo, y me refiero al timing actoral. De todas maneras, en escenas como esas pueden surgir muchas cosas inesperadas que tienen que ver con la tensión del texto, pero todo eso sucede hasta cierto punto. Hay un mecanismo que ya está en tu cabeza y que actúa porque uno ya sabe el final de la escena. Así que es imposible, o al menos para mí es así, desbordarse emocionalmente. Pero aunque parezca que me contradigo, varias veces no se puede controlar lo emocional y te desbordás. Así es el cine.
–Supongo que uno le puede preguntar eso a muchos actores y todos tienen algo diferente para decir al respecto.
–Es que así debe ser. Eso que cada uno hace frente a la cámara es más que bueno porque, en definitiva, se está tratando de replicar la vida, lo que sucede en la vida. Hay muchos enfoques que pueden aplicarse. De hecho, se aplican al mundo de la actuación.
TIEMPO ARGENTINO