La campaña para las primarias en EE.UU. entra en la recta final y todo puede pasar

La campaña para las primarias en EE.UU. entra en la recta final y todo puede pasar

Por Rafael Mathus Ruiz
Michelle Obama no se postulará a la presidencia, pero Michael Bloomberg quizá sí, como candidato independiente. Hillary Clinton sufre por la idea de volver a vivir la pesadilla de 2008, y Donald Trump, confiado como nunca, cree poder “dispararle a alguien” en plena Quinta Avenida y aun así no perder un solo voto.
Es un año electoral atípico en Estados Unidos. Falta una semana para el caucus de Iowa, inicio de las primarias que elegirán a los contendientes para suceder a Barack Obama en la Casa Blanca, y una sensación impensada meses atrás domina el escenario político: todo es posible.
La campaña ha comenzado a adquirir un tono más áspero. En Iowa, las encuestas vaticinan un final abierto. Los candidatos, a sabiendas de que las primeras citas electorales cambiarán la percepción de la contienda, se deshacen en esfuerzos para captar votos.
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Hillary Clinton está más cerca de vivir un déjà vu de 2008 que una “coronación”. El senador socialista Bernie Sanders, más carismático y mucho más popular entre los más jóvenes, ha logrado erosionar la amplísima ventaja que Clinton había construido en Iowa. “Tenemos el impulso”, dijo Sanders en el último debate demócrata. Además, tiene casi garantizado el triunfo en la segunda cita electoral, New Hampshire, vecino de su estado natal, Vermont.
Clinton ha comenzado a criticarlo con más frecuencia y a recordarle a todo el mundo que es la persona más calificada en carrera. Su campaña, que ha desplegado un esfuerzo de campo mayúsculo en Iowa, se prepara para una contienda más larga, que podría estirarse hasta abril o mayo. Nadie cree ya que la primaria será un mero trámite. Eso quedó sepultado por la popularidad de Sanders, visto, aquí, como un progresista mucho más auténtico que Clinton.
La ex jefa de la diplomacia de Estados Unidos cuenta todavía con tres ventajas para evitar la pesadilla de 2008, cuando el sueño de llegar a la Casa Blanca de la favorita demócrata comenzó a ser torpedeado, precisamente en Iowa, por el entonces senador Barack Obama.
Clinton tiene más fondos y el respaldo del establishment demócrata, que ve en Sanders una figura demasiado populista, muy volcada a la izquierda como para competir por la Casa Blanca.
Además, su campaña espera sacar una diferencia decisiva cuando las internas se muevan, en marzo, al sur del país y a los estados del “supermartes”, donde la mayor diversidad demográfica -más afroamericanos, más hispanos- favorece a la ex primera dama.
La puja entre los republicanos se dirime en tres carriles. En uno está Donald Trump, cuya candidatura parece revestida de amianto; en otro, Ted Cruz, el senador ultraconservador de Texas, ídolo del Tea Party y el más detestado por el ala tradicional del Partido Republicano; en el tercer carril aparecen los moderados, donde se ubican el senador Marco Rubio; el gobernador de New Jersey, Chris Christie; Jeb Bush, y el gobernador de Ohio, John Kasich. Ninguno de los moderados ha logrado aún despegar.
El magnate neoyorquino, cuya abundante arrogancia ha sido uno de sus sellos de campaña, dejó otra cita para los anales en un acto en Iowa. “Podría pararme en el medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien, y no perdería ningún votante, ¿OK? ¡Es increíble!”, disparó Trump en Sioux City.
En Iowa, el promedio de encuestas del sitio RealClearPolitics le otorga una ventaja de más de cinco puntos respecto de Cruz, que en las últimas semanas avanzó gracias al apoyo de los evangélicos, un segmento clave de la base del Partido Republicano.
En New Hampshire, su liderazgo es más sólido, al igual que en las encuestas nacionales.
Un cambio es palpable en las últimas semanas: el establishment republicano ha comenzado a aceptar la idea de que Trump, cuya candidatura antaño fue motivo de broma, podría llegar a ser el candidato de su partido.
Tan abierto está todo que Michael Bloomberg, antiguo alcalde de Nueva York, de 73 años, dejó trascender a través del diario The New York Times que evalúa competir por la presidencia como candidato independiente.
Eso, sugirieron sus asesores, si los nominados llegan a ser Trump y Sanders. Sería un escenario de extrema polarización: en una elección en la cual la desigualdad ha sido uno de los temas centrales, dos multimillonarios y un socialista se enfrentarían por la Casa Blanca.
Existe al menos una certeza: la primera dama, Michelle Obama, sigue muy alejada de la idea de competir por la Casa Blanca. Nada que no se supiera, pero, por las dudas, lo confirmó hace unos días el propio Obama.
“Hay tres cosas seguras en la vida dijo el mandatario. La muerte, los impuestos, y que Michelle Obama no competirá por la presidencia. Eso se lo puedo asegurar.”
LA NACION