13 Jan El desafío de la actuación
Por Pablo Raimondi
Ni Elvis Presley ni The Beatles ni Madonna ni Mick Jagger. Si existió un músico que luchó por imponer su faceta cinematográfica, ese fue David Bowie.
Responsable de querer aplicar su estilo versátil a la pantalla grande, el artista británico bajó del poster de miles de habitaciones adolescentes hacia los formatos audiovisuales que imaginen. Miles de jóvenes lo señalaban con el dedo ante sus padres. Allí veían proyectado, cómo se corporizaba el ídolo que los hechizaba con sus discos.
Bowie debutó en el cortometraje The Image (1967) y casi una década después en El hombre que vino de las estrellas (1976) deslumbró con el aspecto andrógino que marcó aquel hiato que cruzaba documental y concierto: Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1973).
En El hombre… el extraterrestre Thomas Jerome Newton -en la piel de Bowie-, debía transportar agua hacia su planeta Anthea. Esto pudo servir como parangón de “su” desafío: hidratar con nuevos aspectos su multifacética personalidad.
El soldado alemán de Sólo un gigoló (1978) buscó demostrar que su talento actoral podía disociarse de sus pieles sónicas. “No podía quedarme en un solo medio”, le contaba este amante del teatro a Antonio Gasalla en una entrevista televisiva previa a su debut en la cancha de River, allá por 1990.
Bowie siempre fue obstinado e inquieto. Quiso desplazar un poco a la leyenda musical y darle pantalla a su otro yo. Difícil, pero lo intentó. Así surgió Feliz Navidad, Mr. Lawrence de Nagisa Oshima, con un adusto Bowie en pantalla, el que mejor cuadró en fílmico, como el mayor australiano Jack Celliers.
Mantener ese nivel de producción fue una aventura con altibajos. El espectador viajó hacia el suspenso existencialista y asfixiante de El ansia (1983) de Tony Scott, en dónde inmortalizó al vampiro John. O contrastó misterio y fragilidad en Jareth, el mágico rey de Laberinto (1986). Ese filme de Jim Henson significó, para toda una generación, el salto a la fama de Bowie en las pantallas comerciales.
¿Bowie con pelo blanco? Sí, en Basquiat (1996) encarnando a Andy Warhol. ¿Comedia? También, en Zoolander (2001) como árbitro de pasarelas entre Derek (Ben Stiller) y Hansel (Owen Wilson).
De sus últimos personajes, se destacó el magnético inventor Nikola Tesla (en El gran truco, 2006) en dónde un Bowie con bigotes habla con el lusionista Robert Angier (Hugh Jackman).
Ironías de la vida, su última aparición en cine fue interpretándose a sí mismo en High School Rock (2009). Bowie-musico, al fin y al cabo, se impuso al Bowie-actor.
CLARIN