El carisma se hereda. Los hijos de las estrellas dan sus primeros pasos

El carisma se hereda. Los hijos de las estrellas dan sus primeros pasos

Por Natalia Trzenko
Ahí está él, actor nominado al Oscar, fotogénica estrella de Hollywood acostumbrada ya a las alfombras rojas, los gritos de los fans y las demandas de los paparazzi. Ella, sin embargo, apenas adolescente, toda ortodoncia y esos ojos increíbles que parecen cambiar de color a cada segundo, no sabe nada de esos oropeles salvo que forman parte de la vida profesional de su papá. A esa altura, cómo podría sospechar Angelina Jolie que unos años después ésa sería su vida también. Que los fotógrafos gritarían por ella. Que los Oscar serían para ella. Y mucho menos podría haber imaginado Jon Voight que un día sería conocido en todo el planeta no ya como el brillante intérprete de Perdidos en la noche y Regreso sin gloria, entre tantas otras, sino como el papá de Angelina. Un destino que bien podrían sufrir/disfrutar toda una nueva generación de padres estrellas de hijos con ganas de serlo.
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Este año en particular parece haber sido especialmente generoso para una buena cantidad de artistas de segunda generación (y hasta tercera) que, como ya sucedió antes, obligan a pensar si el talento se hereda o si el ambiente define aptitudes y vocaciones. Nacidos en cunas de oro y estrellato global, criados en el mundo del cine y la música, los herederos buscan recorrer su propio camino y, en muchos casos, lo hacen con el perfil bajo que sus padres no tienen desde mucho antes de que ellos nacieran.
El apellido despista pero, aunque se dedique a otra cosa que su papá, el carisma de Eve Hewson traspasa la pantalla. La actriz de la serie The Knick y del film Puente de espías es hija de Paul Hewson, o Bono Vox para los menos versados en U2. A los 18 años la chica que ahora tiene 24 decidió mudarse de Irlanda a Nueva York para estudiar actuación y, porque su familia es como es, antes de enfrentar el síndrome del nido semivacío prefirieron seguirla e instalarse en el penthouse que le compraron a Steve Jobs. Los hijos de estrellas de la música, la TV o el cine criados en Hollywood no suelen disfrutar del anonimato que tuvo Hewson a pesar de ser la hija de quién es. Sin embargo, hay excepciones.
Gracias a que vivió toda su vida entre Francia y los Estados Unidos, hasta que ella no decidió lo contrario poco se había visto y se sabía de Lily-Rose Depp. Ahora, la hija de Johnny y la estrella francesa Vanesa Paradis empezó a trabajar como musa de Karl Lagerfeld -como su mamá a su misma edad- y a actuar en cine. Para eso la ayudó tener amigas con padres en la industria. Participó de dos películas de Kevin Smith porque es la mejor amiga de su hija, que también actúa. En uno de los films, Yoga Hosers, también aparecen papá Johnny y otra hija de estrella aunque se trate de una que resuena en Latinoamérica: Génesis Rodríguez, la hija del Puma.
Para Dylan Penn la reconocida aversión de su papá Sean por el mundillo de Hollywood y los paparazzi derivó en un escudo protector anticuriosos que le permitió crecer en paz. Pero como es la hija de Sean Penn y Robin Wright, tarde o temprano, como su hermano menor Hopper, Dylan estaba destinada a actuar.
Otro que pasó desapercibido durante muchos años fue John David Washington. Un estudiante más y un deportista dotado que cumplió el sueño de su papá de jugar fútbol americano de manera profesional. Hasta que la edad y algunas lesiones lo alejaron de las canchas y lo acercaron al negocio familiar: la actuación. John David es hijo de Denzel Wa-shington y desde este año protagoniza la serie Ballers, de HBO, en la que interpreta con notable intensidad al rebelde deportista Ricky Jerret.
“Me asombra; lo miro y es mi nene. Recuerdo que hace años me dijo: «Papá, tu sombra es demasiado grande. No sé si me animo a actuar». Y yo le contesté: ¿«Mi sombra es demasiado grande? ¿Alguna vez escuchaste hablar de Kirk Douglas?». Me contestó que no. «Pero sí conocés a Michael Douglas,¿ verdad?» Lo conocía, claro. «Googlealo y después venime a hablar sobre mi sombra»”. Así explicaba hace unos meses a la revista Hollywood Reporter el ganador del Oscar el secreto detrás de la nueva carrera de su hijo. Si Michael Douglas pudo hacerlo a pesar de que su padre era una de las estrellas más populares, talentosas y reconocidas del cine, cualquiera puede. Claro que hasta el propio Douglas reconoce que no fue fácil. Que, a pesar de lo que puedan opinar algunos científicos, en su caso el talento definitivamente no fue una cuestión de herencia genética. Y ni siquiera haber crecido rodeado de la crema y nata de la era dorada del cine lo predispuso para la carrera que decidió emprender.
“No me salió de manera natural. Sufría de pánico escénico. Vomitaba cada vez que trabajaba en una obra. Muchas veces me cuestioné por qué seguía intentándolo. Me llevó mucho tiempo superarlo”, contó hace tiempo Michael Douglas al recordar sus años como universitario, actor debutante e hijo de una leyenda que tampoco confiaba mucho en sus habilidades. “Mi papá quería que fuera abogado. La primera vez que me vio actuar me dijo: «Michael, estuviste pésimo». Y tenía razón.”
Bastante más amorosa e incentivadora fue siempre Diana Ross con su hija Tracee Ellis. “Sabe cantar pero nunca quiere hacerlo”, decía hace pocas semanas la diva de la canción cuando invitó a su hija, la protagonista de la serie Black-ish, a subir al escenario de uno de sus conciertos.

Tres generaciones doradas
En 1975 Melanie Griffith tenía 18 años, una intensa vida social en Los Ángeles y la indeleble marca de ser la hija de la bella Tippi Hedren, actriz fetiche de Alfred Hitchcock, protagonista de Los pájaros y Marnie. Pero todo empezó a cambiar ese año cuando Griffith fue elegida como Miss Golden Globe, un título honorario de los premios de la industria para los hijos e hijas de estrellas. Ese mismo lugar lo ocupó años después su hija Dakota Johnson. Antes de ser Anastasia Steele en 50 sombras de Grey, antes de participar en el elenco de Pacto criminal y de candidatearse a protagonista de comedia romántica ideal con la inédita Cómo ser soltera. Un puesto que allá lejos y hace tiempo ocupó por un rato su mamá gracias a Secretaria ejecutiva.
En el caso de la familia Reynolds/Fisher/Lourd el paso de la antorcha sagrada fue un poco más traumático. Mamá Debbie (Reynolds), estrella de Hollywood de las de antes, la dulce señorita que protagonizó Cantando bajo la lluvia, se casó con el cantante Eddie Fisher, y tuvieron a Carrie, que muchos años después se convertiría en la princesa Leia en un pequeña película de aventuras llamada Star Wars. Claro que antes, don Fisher dejó a Reynolds por su mejor amiga, una chica llamada Elizabeth Taylor y la niñez de la dulce Carrie se complicó bastante. Algo de eso lo contó en el libro Postcards from the Edge, que luego sería el film que protagonizaron Shirley McLaine y Meryl Streep interpretando una versión ficcional del disfuncional dúo. A este se le sumó ahora Billie Lourd, la nieta de una y la hija de la otra, que está empezando a trabajar en Hollywood. Además de formar parte del elenco de la serie Scream Queens, Lourd consiguió lo que muchas actrices de su edad y experiencia sólo habrían podido soñar: participar de varias escenas de Star Wars: Episodio VII-El despertar de la Fuerza. “Lo primero que pregunté era si tenían un papelito para Billie”, contó Fisher con su habitual honestidad brutal en las entrevistas promocionales del nuevo film. Billie entonces aparece ahí, en cada una de las escenas en las que está su mamá como Leia.

En el nombre del padre
“Jamás usé el nombre de mi papá para conseguir una reunión. Por suerte nunca tuve que hacerlo”, contaba Duncan Jones al diario británico The Independent. Claro que el director de los films En la luna y 8 segundos antes de morir sí admitía en esa misma entrevista que fue gracias a su papá, David Bowie, que le llegó la inspiración para dedicarse al cine. “Estaba todo el tiempo con él en el set de Laberinto. También recuerdo la fabulosa puesta en escena del Soho de los años cincuenta de Absolute Beginners. Todo eso me produjo una impresión muy fuerte”, afirmaba Jones, testigo privilegiado del trabajo de uno de los artistas más importantes de este siglo y el anterior, ese que admiran millones hace años y que para él es sencillamente papá.

El desafío de convertirse en la versión joven de los padres
A veces el nepotismo es la mejor solución. Cuando Hollywood necesita actores para las versiones jóvenes de sus protagonistas contar con un hijo que se les parezca y esté dispuesto a la freudiana aventura de interpretarlo es un hallazgo. Así sucedió con Mamie Gummer, la hija de Meryl Streep que años antes de repetir su vínculo en pantalla para la película Ricki and the Flash, había personificado a la versión más joven del personaje de su mamá en el film Pasión al atardecer. De hecho fue Streep quien interpretó a su hija como adulta, ya que en la película la mayor parte de la trama ocurría en el pasado.
Claro que la versión más acabada del nepotismo reciente y conveniente se cometió en Straight Outta of Compton, el film que retrata el surgimiento de la banda de hip hop NWA comandada por Ice Cube. Para interpretarlo, los productores contrataron al actor debutante O’Shea Jackson Junior. Que aunque el nombre no lo indique es el hijo mayor del músico. De hecho, el nombre real del rapero es O’Shea Jackson y él se encargó personalmente de entrenar a su hijo para el papel. Muy parecidos físicamente, el experimento funcionó y hasta se habla de posibles premios para el joven Jackson, que entre muchas otras cosas tuvo que actuar de estar enamorado de la actriz Alexandra Shipp que interpreta a su mamá.
LA NACIÓN