20 años sin Tato Bores: el recuerdo y el respeto de uno de sus hijos

20 años sin Tato Bores: el recuerdo y el respeto de uno de sus hijos

Por Marina Zucchi
No tiene sentido imaginar de qué lado de la grieta estaría él, porque seguramente la miraría desde arriba. Su ojo desde un plano picado. La altura era lo suyo, saber mirar desde arriba o desde afuera y seguir siendo parte. Ayer se cumplieron 20 años sin Tato Bores (7.305 días y 9 presidentes). Puede parecer una vida, pero releerlo o escucharlo nos da la sensación de que un tape suyo encaja, sin esfuerzo, en esta Argentina.
Será que su sabiduría futurológica todavía nos asombra. Basta darle play a un sketch ambientado en el año 2499. Tato fue al futuro e imaginó una cadena de TV alemana que ponía al aire un informe de un arqueólogo (Helmut Strasse) intentando explicar un extinguido país, la Argentina. En el video Helmut pregunta: “¿Qué fue de la Argentina, ese lugar en el que violar la ley fue una manera de sobrevivir?”. La respuesta, a esta altura, no es tan descabellada: “La corrupción fue la causa de la desaparición. Al comprobar que la plata no se hacía trabajando, los argentinos fueron haciendo desaparecer a este país a fuerza de negociados”.
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No es corrección política, es conciencia de ausencia: Tato Bores nos falta. ¿Qué otro tomó su posta en la televisión o tuvo, al menos, el descaro, de copiarlo? No hay Tatos. El agujero no fue remendado ni con imitadores baratos.
Una generación no lo vio en acción, ni sabe quién fue. Mauricio Borensztein (68 años al momento de su muerte, el 11 de enero de 1996, por un cáncer óseo). Radio Splendid en 1945, un salto al cine en 1947, un peregrinaje por cabarets y teatros como el Maipo y el Nacional, en los cincuenta. Debut televisivo por Canal 7, en 1957, luego récord de ciclos propios (Tato, siempre en domingo, Por siempre Tato, Dígale Sí a Tato, Dele crédito a Tato, Tato por ciento, Extra Tato, Tatus, Tato Diet, Tato de América, Good Show, La Argentina de Tato…). Humor no sólo a base de morisquetas, su huella -con censura incluida- la forjó el contenido.

Mejor recordarlo lejos del lugar común obligatorio en Wikipedia. Tato era el del fuego vocacional tan grande que hasta llegó a hacer su programa en vivo después de un incendio (en 1962) en Canal 9. Lo contaba años después: “Si alguien abre la puerta de este estudio, verá el Río de la Plata, dije. Creyeron que era chiste, pero era lo único del canal que quedaba en pie”. A Tato lo denunció un abogado cordobés -increíblemente- por “obscenidad”: en 1991 había mostrado en cámara, simplemente, preservativos. Ya en agosto de 1990 Tato logró un récord posiblemente mundial: en agosto de 1990 ametralló su monólogo número 2.000. Entre los miedos terrenales de Tato, uno sobresalía: “No tengo miedo a opinar, tengo miedo de convertirme en otro imbécil más que por el hecho de ser notorio se cree que al público le interesa su opinión. ¿Por tener un cacho de fama sabe uno más que un colectivero o albañil?”.
CLARIN