09 Dec Pasados cinco años, lo más sorprendente de Instagram es que nadie logró arruinarla
Por Mark Wilson
El martes 6 de octubre, Instagram cumplió cinco años. Pese a haber sido comprada por Facebook -la red social que a todos les encanta odiar-, pese a agregar video, pese a cambiar los filtros, pese a que se agregaron [algunos] avisos, pese a permitir mensajes directos, pese a separar el diseño de las app y Hyperlapse, pese a abandonar su filosofía de que “sólo se puede fotografiar en un cuadrado”, pese a incorporar recursos de búsqueda y exploración, y pese a llegar a los 400 millones de usuarios en todo el mundo, con opiniones enormemente diferentes respecto de cómo usar el servicio, Instagram es aún una manera no superada de compartir un momento de la vida con los amigos.
“Yo empiezo cada día diciendo: ¿Cómo hacemos para no arruinar la cosa?'”, dice el cofundador y CEO, Kevin Systrom, con una risa que suena a medias sarcástica y a medias sincera. “[Otras compañías] pierden de vista su misión. No estoy hablando como una escuela de negocios. Hablo en el sentido de ¿para qué crearon esta compañía?’ El motivo por el que creamos esta empresa es que pensamos que las fotos y el video, eventualmente, se convertirán en el medio de comunicación predominante. Y nunca perdimos eso de vista. Hay un motivo por el que no tenemos lugar para texto, porque no incluimos vínculos. No se trata de compartir vínculos, no se trata de hablar mucho. Se trata de compartir el mundo que lo rodea a uno”, describe.
Además, cinco años después es una app que es casi indistinguible de su versión original.
“¡Lo prometemos, suceden muchas cosas!”, se ríe Ian Spalter, jefe de Diseño, cuando comento esto con su equipo más tarde.
“Le muestro a la gente la primera visión de Instagram y se preguntan qué hacemos aquí”, agrega el gerente de Diseño, Ian Sibler. “Nos mantenemos cerca de los orígenes de Instagram, pero cambiamos todo, como si agregáramos un nuevo motor y nuevas piezas mientras el auto se sigue moviendo”, dice.
Por qué cambió tan poco
Si busca una razón concreta de por qué Instagram no cambió demasiado a simple vista es esto: Instagram fue diseñada para el iPhone y, cinco años más tarde, seguimos usando más o menos el mismo iPhone (o dispositivos inspirados en él). La primera versión de Instagram nació de la autoedición. Es sabido que es una versión reducida de Burbn, la fallida aplicación todo en uno de social/check-in/juegos/fotos de Systrom. Con la mayoría de esos recursos eliminados, Instagram logró un gran impacto con una interfaz espartana que pone las fotos en primer plano y personifica el viejo adagio de que “una imagen vale más que mil palabras”.
Hasta hoy, el mantra interno de Instagram es hacer lo simple primero. “Cuando analizamos cualquier problema, profundizamos en la solución. Pero cuando llega el momento de tomar una decisión sobre qué vamos a hacer, la pregunta es: ¿cuál es la manera más simple de hacer esto?”, explica Spalter. “No se trata de ser simplista. Se trata de no diseñar ni hacer ingeniería de más para encontrar la solución, para que responda a las necesidades del 90% de la población”, añade.
No les importan los usos marginales, y la efectividad de su filosofía de responder a las necesidades del 90% queda ejemplificada en el despliegue de su recurso de video. “Queremos que haya video, pero no vamos a crear un reproductor de video con un depurador y todas esas cosas”, continúa Spalter. “[Preguntamos] ¿cómo conseguimos video en Instagram del modo más simple?, y luego se repite el video a lo largo del tiempo”, explica el ejecutivo.
En cuanto a los recursos que Instagram quiere incluir -que son pocos y espaciados-, el equipo de diseño a menudo comienza con sus propias observaciones, viendo a gente real interactuando con el producto todos los días. Mientras para muchas empresas comprender la conducta del usuario es muy difícil, porque es invisible o imposible de seguir, el equipo de diseño puede literalmente ver las nuevas tendencias que surgen en la forma de imágenes con nuevos filtros o efectos de texto, a medida que aparecen en Instagram.
“Es, decididamente, algo único tener a la comunidad que crea el contenido, uno tiene acceso constante en vivo a lo que la gente hace con el producto en cada momento”, explica Spalter. Si el equipo de diseño descubre una tendencia, el equipo de datos puede demostrar su existencia con información dura para ilustrar si se justifica dedicarse plenamente a desarrollar el nuevo recurso.
Este tipo de proceso de toma de decisiones fue el motor del desarrollo de la app Layout, que permite a los usuarios crear un montaje de sus fotos, así como el reciente paso de incorporar imágenes verticales y horizontales, además de las cuadradas. En el último caso, el equipo de datos vio que el 25% de todas las fotos que aparecían en Instagram tenía barras blancas agregadas porque no encajaban en el molde cuadrado.
“Dijimos: Está claro que esto es una tendencia que no va a desaparecer, así que mejoremos la experiencia en vez de luchar contra ella'”, explica Systrom, quien añade: “Uno tiene que hacer que el producto evolucione significativamente con el paso del tiempo, de otro modo te dejan atrás”.
Por qué hay mucho que está por cambiar
Si bien Instagram tradicionalmente presentó las actualizaciones de su diseño con una confianza casi letárgica, las novedades más agresivas de la red social se lanzaron sólo en los últimos dos meses, con la ya mencionada eliminación de fotos cuadradas y la introducción de la sección de Búsqueda y Exploración (lo que permite ver eventos con hashtag de todo el mundo en tiempo real). Más aún, la plataforma apenas si implementó los avisos, tema inherentemente controvertido en el que los diseñadores de Facebook colaboran con el equipo. Hay una competencia cada vez mayor de Snapchat, Twitter, Vine y Periscope. Y encima el equipo de diseño de 13 personas es relativamente joven. El miembro más antiguo ha estado en la compañía sólo 2,5 años.
Si hubiera un momento en el que Instagram se ve apurada para cambiar sería ahora.
“Uno tiene un período de gracia de unos cuantos años, que fueron exitosos, y uno puede seguir haciendo lo mismo y está todo bien. Pero entonces se da alguna conmoción”, alerta Systrom. “Está el ejemplo de Facebook. Realmente tuvo éxito. Luego vino el celular y si no hubieran hecho una transición gigante al mundo móvil y con la audacia con la que lo hicieron, ahora no tendrían presencia. Realmente uno tiene que hacer apuestas audaces con su tecnología y los formatos que incluye, entre otras cuestiones”, describe.
LA NACION