Países pequeños de Europa

Países pequeños de Europa

Por Igor Galo
Encajonados entre las grandes potencias europeas, algunos pequeños países medievales han sobrevivido a imperios, guerras mundiales y batallas metidos entre montañas o aislados por el mar y ayudados, durante siglos, por su poco interés económico.
Sin embargo, el turismo, y algunas otras industrias como la banca, los han convertido en una rara especie con tradiciones medievales, dialectos propios y una historia rocambolesca que atrae a viajeros del mundo que quieren completar su pasaporte con algunos de los sellos de entradas más exclusivos del mundo.

Gibraltar, vistas a África
Este peñón, de tan solo 6,8 kilómetros cuadrados y 22.000 habitantes, fue cedido por España a la corona británica en 1713 por el Tratado de Utrech. Desde entonces, es un punto de conflicto entre los dos países, y un lugar donde se mezcla la tradición británica con la cultura andaluza de España y los aires africanos.
El peñón es el último lugar de Europa donde viven monos salvajes, que son uno de los atractivos de Gibraltar. Se encuentran en lo alto de la montaña, desde donde también es posible ver la costa africana. Otras de las visitas obligadas son los antiguos túneles que sirvieron de refugio durante la II Guerra Mundial. El turismo es su principal economía, junto con la banca y las empresas de apuestas online.
Gibraltar._El_Peñón
Los amantes de la historia y la geopolítica pueden visitar el Museo de Historia. Pero el auténtico atractivo de esta ciudad-estado son las compras, ya que al no tener casi impuestos, el tabaco, los alcoholes, joyas y otros productos son un 50% más baratos que en la vecina España. Los filatélicos también suelen interesarse por las emisiones de sellos locales.
Desde Londres, la compañía low cost EasyJet ofrece vuelos de ida y vuelta desde 72 libras, unos u$s 100 (www.trabber.com).
Para entrar es necesario pedir una visa en el consulado británico.

– Andorra: esquiar y comprar
Sus 468 kilómetros cuadrados y sus 70.000 habitantes se organizan en un coprincipado parlamentario. Tiene dos copríncipes, el presidente de Francia y el obispo de la Seu de Urgell, que son sus jefes de Estado, aunque existe un Parlamento que funciona desde 1993. Es el único país del mundo cuyo idioma oficial es el catalán.
Este vestigio medieval prosperó en el siglo pasado gracias al comercio libre de impuestos que atraía a muchos compradores españoles y franceses, aunque más tarde comenzó a vivir de las finanzas y sobre todo del turismo. Andorra es un valle ubicado en los Pirineos, la cordillera que separa España y Francia, lo que lo convierte en un destino muy importante para el esquí entre los meses de diciembre y abril, con cientos de kilómetros de pistas.
Se llega en tres horas en autobús desde Barcelona, que se encuentra a sólo 208 kilómetros, y no se pide visado a ninguna nacionalidad. El resto del año ofrece una amplia gama de deportes y turismo de montaña.

Liechtenstein y sus viñedos
A una hora en coche de Zurich y tres de Munich, está este pequeño principado encajado entre Suiza y Austria. Los dos museos principales de este mini-país son el Museo de Historia, para conocer el origen del principado, y el museo de Arte, enfocado al arte moderno. Las compras filatélicas son el recuerdo habitual.
En verano, los paseos por los viñedos (y la cata de vinos), y en invierno, los deportes de nieve en la estación de Malbún son las actividades que más visitantes atraen.

La bella Mónaco
Es parada obligatoria en los tours por la Costa Azul, o en los que recorren Francia e Italia. A tres horas de Milán, dos de Génova o Marsella y 30 minutos de Niza, el tren de alta velocidad lo conecta con París en cinco horas y 30 minutos. A pesar de su fama lujosa, hay paquetes atractivos que incluyen una noche de hotel para dos personas y entradas a los principales atractivos de esta ciudad, que fuera reinada por Grace Kelly, desde 200 euros por persona fuera de temporada.
La visita al casino es un must, al igual que al Museo Nacional o al Aquarium, de los mejores del mundo. El Palacio de los Grimaldi se puede visitar por 8 euros. Y el museo de coches, dada la relación de este mini-estado con la Formula 1, es también recomendable.

– Luxemburgo, el gran ducado
A dos horas y media en coche desde Bruselas, o cuatro desde París, el gran ducado de Luxemburgo es el mayor de los pequeños países de Europa. Vecino de Alemania, Bélgica y Francia, su ciudad vieja es patrimonio de la Unesco. Gran parte de su promontorio está recorrido por túneles y cuevas que se puede visitar. Actualmente hay una oferta con la Luxemburgo Card que incluye por 144 euros por persona (en habitación doble) dos noches de hotel, una cena con platos típicos y bebidas y la entrada a 50 museos y atracciones.

– San Marino, el más antiguo
La serenísima república de San Marino fue creada por Marino, santo cristiano, en el año 301, lo que lo convierte en el Estado más antiguo del mundo, y en la única república que no se unió a Italia en su creación el siglo pasado.
Hoy conocido sobre todo por su premio de Moto GP, es un destino curioso para los viajeros que recorran el Adriático italiano. Está a tres horas de Venecia o Roma. Entre sus atractivos, está la Basílica, el Museo de San Marino o la fortaleza amurallada.

– Las islas del canal
Están pegadas a la costa francesa, pero más relacionadas con el Reino Unido, aunque no forman parte de ninguno de los dos países. Sin dependencia de la Corona británica, son todo un mix histórico que, a su vez, se dividen en dos unidades políticas, Jersey y Guernesey, desde el siglo XVII.
Alguna isla, como la de Herm, tiene solo 60 habitantes. Con un clima fresco y lluvioso, son recomendadas sobre todo durante los veranos cuando es posible disfrutar de las playas, la navegación, el sol o los paseos por la naturaleza. El célebre escritor Victor Hugo vivió exiliado 15 años en Guernesey.
También conocidas por ser sede de muchos bancos, son un destino caro enfocado a ejecutivos, con restaurantes refinados. En temporada baja se pueden conseguir ofertas interesantes de hasta tres noches por menos de 200 libras esterlinas. Además, están bien conectadas desde Londres por avión y desde la costa francesa en barco.
EL CRONISTA