Los start ups legales que permiten inscribir una firma o divorciarse por Internet

Los start ups legales que permiten inscribir una firma o divorciarse por Internet

Por Luján Scarpinelli
Escritorios de madera pesada, tomos de lomo ancho ordenados en la biblioteca, camisas blancas y zapatos lustrosos. La imagen clásica del abogado y su hábitat tradicional están cambiando como consecuencia de la transformación tecnológica que abarca cada vez más aspectos de la vida social y económica de las personas.
Los start ups legales son la tendencia, aún lejana a la Argentina, que acerca el derecho a los usuarios de Internet. Estas plataformas o aplicaciones, creadas por profesionales de una parte u otra, combinan la automatización de procesos y el asesoramiento personalizado online, con el objetivo de simplificar y abaratar costos de algunas prácticas legales.
En los Estados Unidos, la cantidad de firmas tecnológicas abocadas a la materia se multiplicaron en los últimos tiempos y, pese a que todavía no lograron instalarse a nivel masivo, la proyección sobre un mercado estimado en US$ 400.000 millones, es prometedora. El sector continúa rezagado respecto de otros, pero varios exponentes ya abrieron la veta en la actividad. Y se estima que es cuestión de tiempo para que la tendencia se expanda con la fluidez del agua por el mapa de América latina.
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Registro de marcas, patentes, testamentos, creación o disolución de empresas y hasta divorcios son parte de la oferta de compañías como LegalZoom, una de las firmas estadounidenses más importantes, que ya tiene 14 años de trayectoria. Un caso similar es el de Rocket Lawyer, que, bajo el lema de “legal made simple” (“legal, de forma sencilla”), permite crear documentos legales online (que incluso admiten firmas digitales), como contratos de empleo, y recibir asesoramiento de especialistas en pocas horas. Los precios se fijan como un servicio de SAS (software as a service), en función de las necesidades de los usuarios. La tarifa mensual va de US$ 7 a casi US$ 50, o US$ 84 por año.
Existen, además, servicios on demand. Priori Legal es una suerte de marketplace de abogados seleccionados, que el sitio pone a disposición según el área de expertise que demanden los clientes a través de un formulario de solicitud. Son estos últimos los que eligen su favorito, sobre la base de la comparación del costo de los honorarios (con la rebaja que garantiza Priori) y la experiencia del profesional.
Consultados por LA NACION, abogados relacionados con el emprendedorismo local coincidieron en la necesidad de adaptar la práctica profesional a lo digital. Sin embargo, advirtieron que la automatización sólo puede ser parcial y complementaria con la tarea “artesanal” que requiere cada caso.
Juan Raskovsky, del estudio Raskovsky & Asociados, y colaborador de la red de entrepreneurs Enablis, opina que “los start ups legales son una gran oportunidad de negocio que no está siendo explotada aquí ni en América latina, pero es cuestión de tiempo para que eso suceda”.
¿Qué tipo de desarrollos existen hoy en la Argentina? Ariel Larrosa, del estudio que lleva su apellido, detalla el estado del arte a nivel local: “Hay unos pocos sitios dedicados en su mayoría a la constitución de sociedades y al registro de marcas, pero no están aún muy difundidos y no cuentan con gran prestigio”.
Una de las herramientas recientes es la Guía Legal para emprendedores online, que lanzó hace unos meses el estudio Raskovsky, “con la idea de poder contribuir con el ecosistema emprendedor, pero también para observar cuál era la reacción del mercado frente a herramientas de ese estilo”, según cuenta el joven impulsor de la iniciativa que, dice, cubre parte de las necesidades de sus destinatarios, pero que, en otro sentido, es parte del esfuerzo por adaptarse a la tecnología, tal como exigen las nuevas generaciones. No es un aspecto menor: la antipatía de los millennials hacia los bancos, por citar un ejemplo asimilable, está revolucionando el sector financiero.
De igual manera, Mariel Chichizola, integrante del departamento que atiende a emprendedores formado recientemente en el estudio Mitrani Caballero Ojam & Ruiz Moreno Abogados, enmarca la transformación en un “cambio de paradigma”, sólo ve lugar “para aquellos que se adaptan, innovan y no niegan la realidad que viene; el online y on time son un must en cualquier organización, y los estudios jurídicos y los abogados no escapan a ello”.
Su visión es que las estructuras clásicas y los start ups legales pueden convivir y hasta complementarse, pero no sustituirse. “No creemos que el rol del abogado como consejero de sus clientes pueda ser reemplazado por sistemas automáticos, ya que la relación entre cliente y abogado es totalmente personalizada, y eso requiere ajustar las propuestas de solución a medida”, se explaya la especialista, que, junto con un equipo del estudio, brinda capacitaciones a emprendedores impulsados por la Asociación Civil Inicia. Sea Skype, teléfono, mails o reuniones, dice Chichizola, cualquier herramienta será útil siempre que haya una respuesta customizada.
Larrosa encuentra dificultades en la adopción de la corriente de digitalización de los servicios profesionales tal como viene del hemisferio norte. “Por un lado, los clientes prefieren ir al estudio donde está su abogado de confianza cara a cara; por otro, se suma que nuestro ecosistema jurídico es muy burocrático, complejo y cambiante, que requiere mucha interacción personal entre el profesional y el cliente, a diferencia del sistema jurídico estadounidense, que en muchos aspectos es mucho más ágil, sencillo y previsible”, se explaya.
Raskovsky cree, no obstante, que las quejas actuales de los clientes, entre las que destaca la “falta de respuesta a las consultas, falta de información respecto del avance de sus asuntos y falta de claridad”, jugarán en favor de la oportunidad para los nuevos modelos de negocios legales.
LA NACION