Libros que niegan el mito romántico de la media naranja

Libros que niegan el mito romántico de la media naranja

En la pared donde está el cabezal de la cama que comparten Lila y Eduardo, dos de los tres protagonistas de Llévatela amigo por el bien de los tres, hay una frase constitutiva de la relación amorosa múltiple y consentida que llevan adelante. Es la definición de su contrato: “Hacer el amor es algo bueno en sí mismo, y tanto mejor cuando más veces ocurre, de cualquier manera concebible, entre el mayor número de personas y durante el mayor tiempo posible”, reza. Esta que fue la primera novela de Osvaldo Baigorria (publicada en 1989 y durante años inhallable) se enmarca en otros libros publicados durante 2015 que ponen en cuestionamiento la institución de la monogamia. No sólo novelas, sino también en los estantes dedicados a la no ficción, como diarios e investigación periodística.
Mientras en Argentina crece el número de personas que se definen poliamorosas (Tiempo publicó una nota al respecto en su edición del 16 de agosto) este año el tema también apareció en las librerías. Se sumaron títulos que presentan relaciones amorosas que se enfrentan a la idea romántica de la media naranja que tanto ha transitado la literatura.
Así Diarios amorosos, de Anaïs Nin (compuesto por dos libros donde describe entre otras múltiples relaciones paralelas el que fue su vínculo más famoso: con el escritor Henry Miller y su mujer June); como también las novelas autobiográficas La vida sexual de Catherine M. y Celos, de la ensayista y curadora de arte Catherine Millet y Hombres de muchas mujeres: un libro de investigación periodística del argentino Ricardo Coler (que había escrito anteriormente Mujeres de muchos hombres), que se mete con las que son tan institucionales como la monogamia en otras sociedades: la poligamia y la poliandria.
“Éramos una pareja abierta, es decir, políticamente correcta para la época. Ello significaba que estábamos dispuestos a permitir las relaciones paralelas de cada uno, con el acuerdo de que nada se realizará a espaldas de nadie. (…) Si bien la sociedad entera conspiraba contra el amor, la monogamia era la forma dominante de esa conspiración. Por lo tanto, queríamos abolir los celos y toda propiedad sobre los cuerpos”, dice un fragmento de Llévatela amigo… Lejos de plantearse como asunto resuelto, sobrevienen los problemas y no todo se volverá tolerable en esta pareja.

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En septiembre estuvo en Argentina Catherine Millet, la reconocida crítica de arte francesa que en 2001, a sus 50 años, desató un escándalo mediático cuando publicó su novela autobiográfica: La vida sexual de Catherine M. (Anagrama). Allí contaba su adolescencia y juventud en los años ’60 y ’70 durante las que mantuvo relaciones afectivas y sexuales paralelas. Hasta va más allá: cuenta en un fragmento que en una ocasión tuvo sexo con más de 30 personas en un lapso de poco más de una hora. Pero lo que quizás resulta más interesante de este que podría quedar sólo como un libro de crónicas de una libertina (uno más) es que la protagonista cuenta cómo llevó esta concepción de la vida amorosa plural y abierta a su matrimonio. A La vida sexual… (que vendió millones de ejemplares y fue traducida a decenas de lenguas) siguió Celos (Anagrama) en la que Millet ahonda en su relación estable donde blanquea los problemas que de pronto le trajo empezar a seguir más de cerca la vida sexual plural de su marido. Como en la novela de Baigorria, también se encaran los problemas. “Sucedía que yo volvía un día más tarde de lo previsto. Entonces debía de aflorar en él un sufrimiento que no se expresaba. Quizás preexistía a mi retraso y sólo esperaba ese pretexto para emerger; quizás no. Ya fuese la causa de una resistencia inconsciente a nuestra libertad, ya fuera una falta que yo, en efecto, hubiera cometido con aquel retraso, ya fuese otro motivo distinto, yo había traicionado un contrato cuyas cláusulas nunca se habían estipulado”, dice en un fragmento de Celos.
Diarios Amorosos, de la estadounidense Anaïs Nin, editado por el sello español Siruela, incluye dos libros. “Incesto” (1932-1934) y “Fuego” (1934-1937). En una hermosa edición de tapa dura y casi 800 páginas están los testimonios –sin censura- de la vida amorosa de una mujer que vivió una búsqueda sexual intensa y que incluyó al Miller, autor de la trilogía Sexus, Plexus, Nexus y a su mujer June con quien Nin también tuvo un intenso romance.
“June le dice a Henry que he dicho que lo amo. Parece sorprendida. Quizá cree que estaba borracha cuando lo dije.”
–¿Cómo? ¿Qué quieres decir June?
–Oh, simplemente que te ama, no que quiera acostarse contigo. Y los tres nos echamos a reír. Pero me preocupa también que June crea tanto en mi amor que, cuando me pregunta si tengo celos de Henry, lo que quiere decirme es que debo eliminar a Herny, odiar a Henry a causa de mi amor por ella. Recuerdo nuestras caricias anoche en el taxi, mi cabeza echada hacia atrás bajo sus besos, pálida ella y mis manos en su pecho.”
La historia que Nin cuenta en sus diarios llegó al cine en una película estrenada en 1990 del director estadounidense Phillip Kaufman. En Diarios la escritora nacida de padres cubano-españoles relata cómo vivía con el hombre con quien se había casado legalmente y mantenía relaciones con varios amantes simultáneos. Pero como en los anteriores, los celos también se materializan. “Los celos de Hugh me halagan. Está celoso de Allendy. Mañana irá a decirle que le ha quitado a su esposa, le dirá que está derrotado, que me ha entendido muy bien, todo lo bien que puede un científico, pero que él, Hugh, me posee.”
En otra línea, el libro de Ricardo Coler, Hombres de muchas mujeres. Entre la poligamia y la infidelidad relata desde la investigación periodística cómo es vivir con más de una esposa. Si bien la poligamia está muy extendida Coler indaga entre los mormones ortodoxos de los Estados Unidos, los zulúes modernos y un grupo particular en Brasil que cultivan esta forma de relación marital. “Baketiwa vive en el mismo lugar desde que se casó. El marido trabajaba toda la semana en la ciudad y Baketiwa se quedaba ola. Era todo muy hermoso pero cuando no hay ningún vecino a la vista o alguien con quien conversar la belleza se devalúa. (…) El problema de Baketiwa no era la poligamia, el problema de Baketiwa era la soledad. Por eso pidió otra esposa, quería una compañera porque sabía que su marido no lo sería nunca. Otra esposa era la mejor manera de tener una amiga”. El autor también escribió Mujeres de muchos hombres donde investiga una estructura familiar curiosa, la de la poliandria.
TIEMPO ARGENTINO