06 Dec Las historias narradas en la Odisea y en la Ilíada podrían haber ocurrido de verdad
Un equipo de arqueólogos que excavaban en las ruinas de Pilos, en el sudoeste de Grecia, encontraron un verdadero tesoro: la tumba de un guerrero que fue enterrado allí en los inicios de la civilización europea. Junto a él se encontraron una espada de bronce y una excepcional colección de anillos de oro, piedras preciosas y sellos exquisitamente tallados, según publicó anteayer The New York Times en la nota firmada por Nicolas Wade que reproducimos parcialmente.
Pero la riqueza encontrada allí es tan real como metafórica: lo que los científicos encontraron puede iluminar los comienzos de la civilización de Micenas, el mundo perdido de Agamenón, Néstor, Ulises y otros héroes descriptos en la Odisea y la Ilíada. Probar la existencia histórica, al menos en parte, de los hechos y personajes de los poemas épicos de Homero es uno de los objetivos más ambiciosos -e irreales, afirman sus detractores- de los arqueólogos que trabajan en estos yacimientos.
El guerrero perteneció en vida a un tiempo y un lugar que le otorgan especial importancia al descubrimiento de su tumba. Fue enterrado en Pilos alrededor del 1500 a.C., cerca de donde, años después, se erigiría el palacio de Néstor, un importante centro administrativo que fue destruido en 1180 a.C., fecha cercana a la de la Troya de Homero. El palacio era parte de la civilización micénica; de sus cenizas surgiría, siglos después, la cultura griega.
El descubrimiento
La tumba fue descubierta el último 18 de mayo por Jack L. Davis y Sharon R. Stocker, arqueólogos de la Universidad de Cincinnati que han excavado en Pilos durante los últimos 25 años. La losa de la tumba del guerrero está a nivel del suelo, tan sencilla de hallar que parece imposible pensar que permaneciera intacta durante 35 siglos.
Lo que Davis y Stocker encontraron -“toqué bronce”, decía el mensaje de texto que envió un cónyuge al otro ante el hallazgo- fue una inusual fosa de 2,50 metros de profundidad, dos metros de ancho y cuatro de largo. El sepulcro estaba intacto salvo por una roca de una tonelada que probablemente fuera la losa de la tumba, que al precipitarse aplastó al ataúd de madera que protegía.
Dentro del ataúd yacen los huesos de un hombre de entre 30 y 35 años de edad. A su izquierda se habían colocado sus armas: una espada de bronce con empuñadura de marfil y oro y una daga con oro. A su derecha, cuatro anillos de oro con finas tallas minoicas y cerca de 50 sellos de piedra con imágenes de diosas y toros. Entre sus piernas se halló una placa de marfil tallada con un grifo, la criatura mitológica que protegía a diosas y reyes. También se encontraron copas de oro, plata y bronce.
Davis y Stocker afirman que el guerrero del grifo era alguien preocupado por su aspecto físico: un dandy. Entre los objetos que lo acompañaron al inframundo se encontraban un espejo de bronce con mango de marfil y seis peines del mismo material. Dada la riqueza con la que fue enterrado, se presume que tenía una posición de liderazgo en su comunidad, quizá la más alta. El palacio en Pilos tenía un rey o “wanax”, título mencionado en las tabletas escritas en Lineal B, pero no se conoce si ese cargo existía en la sociedad del guerrero.
Dado que la tumba permaneció intacta 3500 años, los arqueólogos que realizaron el hallazgo esperan sacar partido de técnicas modernas como el análisis de ADN para investigar el origen del guerrero, quizá proveniente de sus dientes. La materia vegetal presente en el suelo podría datar con mayor precisión la fecha de su entierro a través de los métodos de datación por radiocarbono. “Hemos recorrido un largo camino desde Heinrich Schliemann”, dijo Wiener, a propósito de los esfuerzos del empresario alemán que, en el siglo XIX, excavó Troya y Micenas para probar, precisamente, que los acontecimientos descriptos por Homero estaban basados en hechos históricos.
LA NACION