GPS Retiro: de reyes, dioses, racionalismo y misterio

GPS Retiro: de reyes, dioses, racionalismo y misterio

Por Judith Savloff
“Deshonor al que piense mal de esto”. Una leyenda cuenta que esa frase pudo salir de la boca de Eduardo III (siglo XIV), cuando a la condesa de Salisbury se le cayó una liga durante un baile, él se la ató a su pierna y, ante la mirada fija de la reina, tuvo que decir algo.
Lo cierto es que nació la Orden de la Jarreterra (que significa justamemte liga), institución clave en Inglaterra.
Tan clave que, como señala Soraya Chaina, gerente de Competitividad de Oferta del Ente de Turismo porteño, la idea está –escrita en francés, tal vez como una huella de conflictos por los tronos entre esas naciones– en el escudo británico esculpido junto con el argentino en el friso de la Torre Monumental (1916), ex de los ingleses, en Retiro.
La Torre, de estilo renacentista, con su “Big Ben porteño”, fue regalo de los residentes británicos para el Centenario. Y no pasa desapercibida aún entre ese mix de refinamiento y vorágine que caracteriza a esta parte del barrio.
Tampoco queda opacada la Basílica del Santísimo Sacramento (1916), sus cúpulas, esculturas, oro y mármoles. Ni el Kavanagh (1936), que con sus 120 metros de hormigón escalonado recorta el cielo de maneras distintas, según desde donde se lo mire. Y recuerda que, aunque ya no es el más alto de Sudamérica, como cuando apareció, sigue siendo un inmenso ícono racionalista. El clásico moderno.
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Ahora: ¿qué puede ser más alucinante que un gigante de cedro tallado que llegó del Pacífico norte a mirar el Río de la Plata?
Se trata de la representación de un pájaro, un cuervo con las alas desplegadas, animales cuasi mitológicos y otros símbolos y maravillas. Quizás muchos conozcan a ese tótem de la comunidad Kwakiutl de Canadá. A lo mejor, otros lo descubran. Igual sus colores no alcanzan a iluminarlo por completo. “Nada sabemos de su culto; razón de más para soñarlo en el crepúsculo dudoso”, escribió Borges con María Kodama en Atlas (1984). ¿Y qué más se puede hacer con un misterio así, que volver, cada tanto, a interrogarlo?

Posible recorrido:
1) Tótem. De cedro rojo, mide 12,9 metros. En 2012 reemplazó al que Canadá le regaló a Argentina en 1964: una figura de 21,5 metros que fue quitada para repararla y no fue posible. Lo creó Stan Hunt del pueblo Kwakiutl, hijo del autor del primero. Desde abajo, según fuentes de Cultura de la Ciudad, se pueden ver: una serpiente de dos cabezas, un lobo, una ballena, un cuervo y rasgos humanos, que evocan -entre otras cuestiones- homenajes a los ancestros y artesanos. En Ramos Mejía y Antártida Argentina.
2) Big Ben, Renacimiento y acento francés. La Torre Monumental, llamada de los Ingleses hasta la Guerra de Malvinas -tras la cual fue blanco de atentados-, fue un regalo de los residentes británicos por el Centenario. La diseñó Ambrose Poynter con la simetría y los ladrillos a la vista típicos de la arquitectura renacentista, porque ese estilo estaba de moda en Inglaterra a fines del siglo XVI, cuando Juan de Garay fundó Buenos Aires. La construcción, con materiales traídos de aquel país, arrancó en 1910 pero se atrasó por la Primera Guerra Mundial y se inauguró 6 años después. Su reloj de 100 kilos y 4 cuadrantes de 4,40 metros de diámetro fue creado en 1914 en Londres, con una réplica más chica del Big Ben. Tiene una cúpula octogonal y una veleta con la forma de una fragata de tres mástiles tipo isabelina. Su campana más grande pesa 7 toneladas, y el carillón, 3. Los muros muestran símbolos. Soraya Chaina, gerente de Competitividad del Ente de Turismo porteño, señala el friso con escudos de Argentina y Gran Bretaña, la flor del cardo (emblema de Escocia), el dragón rojo (Gales) y el trébol (Irlanda). Un unicornio y el león rampante -el de las patas delanteras levantadas- y frases en francés vinculadas con “leyendas de armas” y la Orden de la Jarretera. Además de “Deshonor al que piense mal de esto” -que, según una leyenda, alude a un dicho de Eduardo III cuando la condesa de Salsbury perdió una liga durante un baile, él se la puso en su pierna, la reina lo increpó con la mirada y él la devolvió a su dueña-, figura “Dios y mi derecho”, “lema real”, “grito de Ricardo I en una batalla contra franceses en el siglo XII, que retomó Eduardo III en 1340 al reclamar el trono de Francia”, agrega Chaina. La Torre estuvo cerrada por 31 años, hasta 1999. Hoy es sede del Centro de Museos. Libertador 49.
3) Máquina del tiempo. Así resulta el Café Retiro. Será porque con el delicado caleidoscopio que trazan los vitrales de su cúpula, las elegantes arañas con rasgos art decó, el parquet, los paneles de madera noble, las sillas y sillones y la espaciosa barra borra de un plumazo el caos de la estación e invita a quedarse un rato, como hipnotizado, transportado en el tiempo. La construcción es de agosto de 1915 y, tras varios cierres y cambios de nombre, fue declarado Bar Notable en 2000. Un pizzarón busca atraer a los pasajeros: café con leche y una porción de torta ($ 55) o un capuchino con dos medialunas con jamón y queso ($ 49), para desayunar. Si entra, probablemente vuelva. En la estación del Mitre, Ramos Mejía 1358.
4) Clásico moderno. El edificio Kavanagh (1936) fue construido por el estudio Sánchez, Lagos y de la Torre. Se trata de una torre escalonada de hormigón. Con sus 120 metros, fue el más alto de Sudamérica, desplazando al Barolo (1923), de 100. Nació con jardines en varios pisos y fue el primero en tener aire acondicionado, entre otras comodidades de vanguardia. La Unesco lo declaró Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad. Al observarlo desde distintos ángulo en la Plaza San Martín, enfrente, aparecen múltiples formas con que se recorta en el cielo. Florida 1065.
5) Lujo ecléctico. La Basílica del Santísimo Sacramento fue diseñada por los franceses Coulomb y Chauvet y consagrada en 1916. Se cuenta que se inspiraron en la catedral de San Pedro de Angulema, ciudad del sudoeste De Francia, de estilo románico (siglo VI). Pero el resultado es “ecléctico”. Tiene 5 cupulas, oro y plata, mármoles rojos de Verona y blancos de Carrara y mayólicas venecianas, entre otros materiales y ornamentos. También, rodeado de esculturas y tallas de madera, hay un órgano Mutin-Cavalle-Coll de 5.000 tubos. La mandó a construir Mercedes Castellanos de Anchorena, quien también encargó el ex Palacio Anchorena (1905), hoy San Martín, sede de la Cancillería. Se dice que ella pensó: “Si vivo en un palacio, Dios debe tener el propio”. Sus restos están en la cripta. San Martín 1039.
CLARIN