Chau, Lemmy

Chau, Lemmy

Por Sebastián Feijoo
La pulsión autodestructiva del hombre lo empuja a arruinar casi todo lo que toca. Desde la naturaleza al rock & roll.
Para el primer problema inventó el reciclado, las secretarías de Medio Ambiente y Greenpeace. Todas herramientas que cosechan resultados bastante pobres.
Para el segundo, la solución era implacablemente efectiva y tenía nombre y apellido: Lemmy Kilmister. Cualquier mortal alrededor del mundo podía acudir a él no importaba qué tan lejos o solo estuviera. Algún disco de Motörhead siempre estaba listo para salvarle el día o –incluso– la vida. Todo eso se transformó en profunda desazón este lunes. A pocos días de cumplir 70 años, el mítico Lemmy murió y el universo del rock no encuentra consuelo.
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No suelen ser estos los mejores momentos ni espacios para desarrollar reproducciones exhaustivas de la vida y obra de un artista. En ese sentido son altamente recomendables la autobiografía White Line Fever –editada en la Argentina por la editorial Jedbangers– y el documental Lemmy. Pero se hace imposible no mencionar que Ian Fraser Kilmister nació el 24 de diciembre de 1945 en Stoke on Trent (Staffordshire, Inglaterra), fue hijo de un padre ausente, vivió en una casa llena de privaciones y rápidamente encontró en Little Richard y Elvis a los ídolos que le mostrarían el camino de su salvación. Su primera banda fue The Rockin’ Vickers, pasó por Opal Butterfly y Hawkwind –un grupo muy influyente de proto metal psicodélico–, pero encontró su razón de ser cuando echó a rodar a Motörhead.
Motörhead surgió en 1975, con las ideas muy claras. “Música muy básica, ruidosa, rápida, urbana, estridente, arrogante, paranoica, rock & roll veloz, tan fuerte que si nos mudáramos al lado de tu casa, tu césped moriría”, explicó alguna vez el propio Lemmy.
La formación incluía –además de a Lemmy en bajo y voz– a Eddie “Fast” Clarke (guitarra) y a Phil “Animal” Taylor (batería). Juntos le dieron vida a clásicos inoxidables como Bomber (1979), Overkill (1979), Ace of Spades (1980) y el aclamado disco en vivo No Sleep ’til Hammersmith (1981). Así construyeron una propuesta capaz de resistir cualquier moda y tendencia, y también se transformaron en una de las bandas más influyentes de la historia del metal.
Lemmy y Motörhead no detuvieron su motor durante 40 años. Su figura siguió ganando prestigio y atención y –más allá de los cambios de formación– jamás traicionaron sus ideales. Trabajos como Bastards (1993), Inferno (2004), Aftershock (2013) y el reciente Bad Magic (2015) demostraban que Lemmy y los suyos seguían muy lejos de la jubilación.
Con el tiempo, los años de Jack Daniels, speed, mujeres y rock & roll empezaron a pasarle factura y su salud se hizo más frágil. Pero Lemmy siempre lo tomó con humor y jamás se arrepintió de nada. Primero fueron problemas en el estómago, después trastornos cardíacos y finalmente el cáncer que lo venció.
El hombre comienza a quedar atrás. La música y el mito ganarán fuerza día a día.
TIEMPO ARGENTINO