Viajar, inspirarse, volver y emprender

Viajar, inspirarse, volver y emprender

Por Facundo Sonatti
Algunos de los argentinos que vuelven al país, lo hacen dotados de una idea emprendedora. Para el coordinador del Centro Entrepreneurship de Fundación UADE, Damián Martínez, hay una razón política y otra técnica que explican el operativo retorno. “En un país con oportunidades, las posibilidades de crecer son grandes y los conocimientos traídos del exterior pueden volcarse aquí. A su vez, el país tiene límites como las importaciones, que promueve el desarrollo de sustitutos”, analiza. “La parte técnica económica tiene que ver con que es un país menos competitivo con una demanda insatisfecha. Con un menor capital inicial, es más fácil integrarse al mercado”, agrega. Seis historias dan fe de cómo se puede volver al primer amor sin caer en el intento.
Los hermanos Sebastián y Patricio Folatelli, de Smartdrinks, dejaron la Argentina en 1989. Tras 20 años afuera, en Italia incursionaron en la coctelería, inspirados por las cápsulas de café. “Fabricamos una máquina para hacer tragos en cápsulas pero la dificultad estaba en vender la máquina, que salía unos 2.000 euros. A partir de una visita a Madrid, vimos debajo de la barra del bartender vasos con las distintas frutas ya listas”, recuerda Patricio Folatelli.
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“Ahí supimos que teníamos que hacer un vaso con los ingredientes en el fondo”, asegura el emprendedor que, atraído por un amor, volvió a la Argentina el año pasado. “Mi hermano vivía en Brasil y nos reencontrarnos en Buenos Aires para lanzar el producto. Pero teníamos $ 7.000 de capital inicial y buscamos en MercadoLibre alguien que pudiera hacer el prototipo”, comenta. Así dieron con Ivo y César Esperanza, que hicieron el prototipo del vaso en una impresora 3D y se transformaron en ángeles inversores, sintetiza los comienzos Folatelli, que desde su lanzamiento, en noviembre, lleva facturados más de $ 7 millones. “En Italia vendimos 150 máquinas en un año. Dependíamos de una industria que nos excedía y la patente de la máquina no era de nuestra propiedad. Nos enfocamos en tener la patente y el manejo de la compañía a partir de la creación de Smartdrink”, explica su fundador que, en 2016, proyecta lanzar Smardrink2, mejorando el modelo, como un recipiente con 10 veces menos uso de plástico. “En noviembre regreso a Italia, donde vive uno de mis amigos, que quiere replicar el modelo en ese país”, agrega Folatelli.
En 2002, Valeria Nicali empezó a producir carteras de rafia plástica mientras estudiaba Diseño. “Al comienzo, trabajé con una línea para resignificar un bolso con un material, evocando a la nostalgia, pensando en los abuelos que iban al mercado”, señala. “Incorporé marroquinería y zapatos con intervenciones gráficas”, agrega. Con el tiempo, surgió la posibilidad de formar a chicas de hogares y armar un taller interno.
En 2013, Nicali fue una de las 27 seleccionadas entre 450 proyectos de diseño social por la beca New Beginnig, auspiciada por la embajada de los EE.UU.. El premio consistió en una estadía de un mes entre cuatro estados del país del Norte para reforzar distintas áreas de su emprendimiento. “Me sirvió para reforzar los valores de la marca. Contar historias a través de los productos fue el nuevo fuerte”, rescata.
“Después del viaje, me mudé a un nuevo espacio, la primera tienda exclusiva de la marca”, explica Nicali. Sin embargo, el 60% de sus ventas aún se canalizan a través de 45 locales multimarcas de todo el país. “En 2014 las ventas aumentaron 50% entre la unidad de negocio de venta minorista y las mayoristas. Para 2016, espero sostener este crecimiento, consolidar los puntos de venta y llegar a nuevos canales en el interior”, adelanta quien también recorrió el país para dar con artesanas de comunidades originarias (ver recuadro).
Juan Pablo Jazhal, cofundador de la firma de smoothies Bonyüzz, vio miles de productos que se podrían convertir en negocio, tanto de la Argentina para Inglaterra como de allá para acá. “El boom de hamburguesas gourmet que estamos viendo aquí ya lo tenía estudiado. Si bien luego estudié Negocios e incorporé otras visiones emprendedoras, siempre terminaba ahondando en el rubro al cual me dedico desde el ‘98”, dice Jazhal, quien, junto a Fabián Amoruso y Fernando Iglesias, desembolsó $ 1 millón (ahorros) para desembarcar con su marca de smoothies en el mercado local. “Ofrecemos una bebida saludable a base de fruta, sin azúcar y con una consistencia cremosa”, explica el emprendedor, quien vivió en Inglaterra.
Para Martínez, “los productos no necesariamente tienen que imitar lo que se hizo en el exterior. Hay que amoldarse al contexto. Un producto global muchas veces necesita adaptarse al paladar argentino”.
Importar un método
Rodrigo López Guerra pasó más de cuatro años entre Francia y España, motivado por entender por qué allí la productividad era tan superior. En el país ibérico, fue jefe de Proyecto de Metodologías Ágiles para Decathlon, una firma de venta de productos deportivos. Y llegó a ser jefe de Seguridad Informática para cinco países europeos de la misma compañía. “El año pasado, regresé a la Argentina porque extrañaba. Estudié la situación y vi la posibilidad de exportar servicios, como el desarrollo de software. A nivel técnico los recursos humanos están muy bien preparados”, señala López Guerra, que convenció a su hermano Álvaro para sumarse al proyecto y lanzó Codi hace menos de un año. “La empresa está más orientada al mercado local”, confiesa el emprendedor que, con los recursos que obtiene por el desarrollo de software para terceros, genera productos propios. A su vez, volcó lo que aprendió en sus años en Europa para generar un ambiente de trabajo con las metodologías ágiles, que llevan la dinámica laboral a un nivel flexible a tal punto de no poseer oficinas ni horarios.
“En la Argentina no todo es fácil. Uno tiene que agotar recursos y golpear puertas para dar con lo que busca para resolver esa parte del negocio, tacharlo de la lista de pendientes y lograr lo deseado”, analiza Jazhal.
A distancia
La historia de Agustín Baretto y Federico Palumbo se desenvolvió entre los Estados Unidos y la Argentina. El primero hacía un posgrado en la Universidad de Rochester, cuando se le ocurrió desarrollar una aplicación: “Investigué sobre human computer interation y data mining y participaba de una escuela de negocios. Hice un mix para desarrollar una plataforma de marketing digital”, resume la idea inicial Baretto, que convenció a Palumbo para comenzar a programar Demografies este año. A su vez, convenció a uno de sus profesores para que aportara u$s 5.000 cuando apenas era una idea. “Esta plataforma es una herramienta de investigación de mercado, basada en el análisis de imágenes compartidas en redes sociales en lugar de métodos tradicionales, como encuestas telefónicas, y permite obtener resultados más escalables y en tiempo real”, explica Baretto. “Busqué a otros desarrolladores de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. El principal desafío pasaba por incentivar a la distancia cuando todo era apenas un proyecto”, señala el emprendedor, cuya aplicación, gracias al lazo que generó en el país del Norte, está disponible en Hootsuite, el sitio con 10 millones de usuarios en todo el mundo.
Ana Taraciuk cruzaba a diario un mall en Budapest, la capital húngara, camino a su trabajo en una consultora financiera, cuando descubrió un stand de atención express de manicura. “Estudié economía en París, con una amiga. Cuando vino a visitarme a Hungría, nos pareció que ese modelo se podía replicar en la Argentina”, asegura Taraciuk, quien, junto a Analía Ulnik y, luego, Trinidad Anlló, fundó Go Nails. El primer stand abrió el año pasado en Abasto Shopping, tras desembolsar $ 200.000 (ahorros) y, hace dos meses, sumó el segundo, en Unicenter, con una inversión de $ 400.000.
“Mandé una encuesta online a las mujeres que conocía en la Argentina para evaluar la viabilidad del proyecto”, cuenta. “Contacté a la empresa para abrir una franquicia pero, al no ser una marca conocida acá, preferimos crear GoNails”, agrega.
EL CRONISTA