Selfies riesgosas: el mundo empieza a verlas como una amenaza pública

Selfies riesgosas: el mundo empieza a verlas como una amenaza pública

Por Matt Siegel
El furor por sacarse una selfie en los lugares más hermosos y peligrosos ha causado una seguidilla de cruentas muertes en todo el mundo, y ha impulsado una serie de medidas para impedir que la gente corra riesgos innecesarios.
En los últimos años, la moda de sacarse uno mismo una foto con el teléfono, colocándose en el centro de la escena, se ha vuelto tan popular que hasta la reina Isabel de Gran Bretaña y el presidente norteamericano Barack Obama se han sumado.
Pero las selfies también han fomentado la inconsciencia y los comportamientos públicos ofensivos, empujando los límites de la seguridad y el decoro, ya sea de quien decide colgarse de un rascacielos o de quien se saca una foto posando al lado de una bomba.
Ya son varios los gobiernos y entes reguladores que consideran la selfie como una seria amenaza a la seguridad pública, lo que los ha impulsado a lanzar campañas de concientización que recuerdan a las antitabaco o contra el alcohol.
Las decenas de muertes atroces y lesiones graves producto de una selfie durante los primeros meses de este año impulsaron al Ministerio del Interior de Rusia a lanzar una campaña para advertir a los ávidos de selfies sobre los riesgos, entre otras cosas, de posar junto a un león.
2090627
En junio, dos hombres murieron en los montes Urales cuando posaron para la foto después de tirar de la horquilla de una granada de mano. En mayo, una mujer sobrevivió tras dispararse en la cabeza en su oficina de Moscú. Un mes más tarde, un universitario de 21 años cayó 12 metros hacia la muerte mientras posaba colgado de un puente de Moscú.
“Una buena selfie puede costarte la vida”, reza un póster de esa campaña, que incluye videos sobre seguridad y volantes informativos.
A pesar del aislamiento diplomático de Rusia por su apoyo a los rebeldes separatistas en Ucrania, en la cuestión de los peligros de las selfies el Kremlin está en sintonía con la Unión Europea (UE)y Estados Unidos.
En Texas, un joven de 19 años y padre de dos hijos se disparó en el cuello mientras se sacaba una selfie. En el Parque Nacional de Yellowstone, los exasperados guardaparques debieron emitir una advertencia, después de cinco casos de visitantes que recibieron cornadas cuando quisieron sacarse una selfie demasiado cerca de un bisonte.
En junio, la UE propuso una ley para penalizar la divulgación en las redes sociales de fotos de lugares emblemáticos como la Torre Eiffel o la Fontana de Trevi.
Y en la India, las autoridades dijeron que implementarían una “zona libre de selfies” en el festival Kumbh Mela, por temor a que se generen estampidas.
Así y todo, y a pesar de los riesgos, las selfies son más populares que nunca, según se desprende de los datos de Google Trends: durante 2014, las búsquedas conteniendo esa palabra se multiplicaron por 8 respecto del año anterior, hasta el punto que el gigante de los buscadores de Internet apodó a 2014 como “El Año de la Selfie”.
Las selfies suelen atraer a personas que ya están más predispuestas a correr los límites del comportamiento convencional, según Jesse Fox, profesora adjunta de comunicaciones de la Universidad del Estado de Ohio.
Sus investigaciones revelan que la gente que exhibe la así llamada Tríada Oscura de rasgos de personalidad -narcisismo, maquiavelismo y psicopatía- es propensa a buscar la “gloria de la selfie” sin importar quién salga herido.
“Yo ante todo. Yo frente a la cámara. Capto la atención y cuando lo subo a las redes, ahí me llega la confirmación que necesito: los demás creen que soy lo más”, señala Fox.
“No te importa ni la atracción turística que estás dañando, ni ser un pesado con tus contactos en las redes…, ni siquiera estás pensando en las consecuencias de tus acciones. ¡Qué importa si estoy colgado de la Torre Eiffel!”
Todo eso no ha impedido que varios países intenten capitalizar la popularidad de las selfies.
Turismo de Australia lanzó esta semana una campaña que promete la oportunidad única de sacarse “La selfie más grande del mundo”, y dirigida a los fanáticos de la selfie de Japón.
Han instalado varias de las así llamadas plataformas GigaSelfie en algunos de los lugares más asombrosos del país, desde los cuales, con una aplicación especial, los visitantes pueden capturar imágenes de ultra-alta definición tomadas por una cámara colocada a la distancia.
LA NACION