Madres slow, ¡basta de sobreexigencias!

Madres slow, ¡basta de sobreexigencias!

Por Agustina Rinaldi
No es ningún secreto que la escuela de doble jornada, con niños con agenda recargada de actividades extracurriculares e infancia con rutinas superpautadas es un tipo de crianza que siempre tuvo detractores. Sólo que ahora hay un grupo de padres que proponen una educación más relajada, donde haya espacio para el tiempo de ocio y el juego libre encabezan el movimiento de padres slow.
El fenómeno nace a partir del libro Fed up with Frenzy: Slowparenting in a fast moving World, escrito por Susan Sachs Lipman, que alentó a que una parte de la sociedad comience a repreguntarse sobre la crianza de los chicos.
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Así esta nueva camada de padres, lejos de sobreexigir a sus niños con múltiples actividades, apuestan a que lleven una cotidianidad más tranquila y proponen conectarse con sus hijos a través de actividades sencillas: cocinar juntos, pintar, dar un paseo o compartir rutinas domésticas sencillas.
“Es que la sobreexigencia se relaciona con la sobreadaptación. Los chicos están tan adaptados a los horarios y a las condiciones laborales de sus padres que, en general, se ven envueltos en un círculo vicioso. Al tener todo pautado y estructurado, cuando tienen tiempo libre no saben qué hacer y se aburren. Estos chicos nunca tuvieron la posibilidad de arreglárselas solos, buscar y encontrar lo que les gusta, elegir qué libro leer o qué música escuchar”, explicó la psicopedagoga Liliana Ejea.
Para esta especialista, es importante que tengan la posibilidad de tener un espacio de juego, donde puedan crear y disponer de su tiempo como ellos quieran.

Sano equilibrio
Los niños sobreexigidos, muchas veces, asisten a la escuela cueste lo que cueste. Aunque se sientan mal, no están dispuestos a perderse de nada por miedo a bajar el rendimiento. El fracaso no está permitido por temor a decepcionar a sus padres. Por consiguiente, cuando el resultado no es el esperado la frus¬tración es enorme.
“La falta de juego y contacto con los padres, a una corta edad, produce consecuencias irremediables. Es un error creer que mientras más cosas haga el niño, más brillante va a ser. Muchas veces, las exigencias son tantas que en el futuro el chico no sabrá cómo reaccionar ante un fracaso o un resultado no esperado”, explicó el pediatra Darío Mansilla”. Aunque parezca difícil, encontrar el equilibrio entre la escuela, las activi-dades extraescolares y el tiempo de ocio en un formato de familias cada vez más ocupadas fuera del hogar, aún es posible.
Para Ejea, cuando los niños comienzan una nueva actividad hay que hacer un seguimiento y consultarles -a medida que pasan los días- si les gusta y se sienten cómodos. Hay que conocer el deseo de los chicos, es importante que puedan elegir qué hacer según sus gustos personales.
Aunque la actividad les encante, pueden haber días que no sientan ganas de realizarla. No hay que obligarlos, más bien consultarles el motivo. De vez en cuando, no está mal que el chico se aleje de la rutina y decida quedarse en su casa.
Si bien los padres les dan a sus hijos las herramientas necesarias para abordar el futuro, no hay que exagerar. ¿Se quiere un niño genio o feliz?
Para esta especialista, la idea es potenciar las capacidades de los chicos mientras descubren sus gustos personales. En el futuro, ya tendrán tiempo para estar de aquí para allá. La niñez debe ser placentera.
LA NACION