Luis Scola: no es el mejor en nada, pero es el jugador perfecto

Luis Scola: no es el mejor en nada, pero es el jugador perfecto

Por Xavier Prieto Astigarraga
En el mes de septiembre, Sergio Hernández puso su lucidez conceptual al servicio de la prensa para echar luz, para quien no lo supiera, sobre por qué es exitosa la Argentina en el básquetbol. “Nosotros no somos atléticos, no somos altos, no somos los más fuertes ni los más rápidos. De alguna manera tenemos que encontrarle la vuelta para ganar”, contó el seleccionador nacional. Salvo por el plural, perfectamente podría haber estado hablando de Luis Alberto Scola.
No es el más alto, el más fuerte, el más atlético, el más rápido ni el mejor tirador. Y sin embargo, anteanoche recibió su cuarto premio al jugador más valioso en torneos FIBA Américas , sobre ocho veces en que se entregó el trofeo y siete en que él lo “disputó” -no participó en Santo Domingo 2005, cuando la Argentina ya estaba clasificada para el mundial por ser el campeón olímpico-. Y se entrecomilla “disputó” porque si algo no interesa a Scola, o al menos no parece interesarlo ni en lo mínimo, es el lauro individual. “No me genera ningún sentimiento en especial. Estamos tristes porque queríamos ganar”, comentó tras la derrota albiceleste a manos de Venezuela (76-71) en la final de México 2015.
Alguno podría pensar que Dios da pan al que no tiene dientes: Luifa está lleno de galardones personales en su carrera. Ya era el máximo goleador de la historia del seleccionado antes de este Preolímpico en que la Argentina logró su clasificación, y acá agregó tres récords: presencias en el equipo nacional, y partidos y puntos en campeonatos FIBA Américas. Además, volvió a estar en el quinteto ideal del certamen, esta vez junto a Andrés Nocioni , el otro dorado que se hizo cargo de la sucesión de la Generación en esta competencia. “Luis es un extraordinario jugador, el más histórico del seleccionado argentino”, lo elogió Chapu ante LA NACION, aun en medio del enojo por la definición perdida. Horas después tuiteó su admiración y su aprecio al número 4. “Con este conquistó el mundo!!! Desde los 15 años que estoy con el! Y yo puedo decir que jugué con una leyenda”, publicó con una foto de un abrazo con el capitán. Luis le respondió: “Me hiciste emocionar. Con tu tuit y con tu torneo. Nos queda una batalla. Abrazo, amigo”. Esa batalla ha de ser Río de Janeiro 2016, cuando Luifa nuevamente dejará lejos a su mujer y sus cuatro hijos para calzarse la celeste y blanca y competir contra los altos, fuertes, atléticos y rápidos de todo el mundo, y al mismo tiempo ir mostrando el camino a los jóvenes que están haciendo sus primeras armas con esos colores.
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“Felicitaciones. Ganaron ellos”, los endulzó y los motivó apenas conseguido el pasaje olímpico acá… donde él terminaría como el mayor anotador del campeonato (21,1 puntos de promedio) y el segundo rebotero (10,1). Días antes, interrogado sobre su récord de actuaciones en el seleccionado, contestó sonriente a sus 35 años: “Significa que estoy viejo. Ya llevo muchos años. Ya es hora de irse. Y de que venga otro”. Pues de eso mismo se encarga Scola: de que venga otro. Moldea a posibles sucesores. Invita a los chicos a compartir con él entrenamientos fuera de programa. Los aconseja. Los palmea en la cancha. Reta a alguno si hace falta. Los incentiva a ganar todo lo que se ponga por delante, aunque ya se haya cumplido objetivos, como el de la clasificación olímpica. Que lo diga Patricio Garino, la revelación del plantel: “Es lo máximo. Ha sido nuestro ejemplo en cada partido en lo técnico, lo actitudinal, garra, concentración… Un estandarte no sólo para nosotros, sino para todos los chicos que queremos llegar a lo más alto en el básquet. Es un ejemplo de lo que hay que hacer”.
A Luis lo ensalzan los chicos y también los que le dan órdenes. “Los podios consecutivos en los FIBA Américas. Las presencias perfectas en competencias mundiales. Algún mérito habrá que darle a Scola el día en que se pase a balance, ¿no?”, había dicho Julio Lamas, el entrenador en Caracas 2013. Sergio Hernández sostiene hoy: “Es mi capitán desde Las Vegas 2007. Si bien su función es la de anotar, y el goleador suele tener un costado egoísta exacerbado, él hace los puntos para ganar, nunca para él. Un fuera de serie que se mantiene en la elite tantos años, que cuando piensan ?Scola no es el mismo’ vuelve a ser el máximo goleador… A veces parece que jugara a otro deporte. Es un ejemplo por seguir, alguien atrás de quien nos encolumnamos. Siempre concentrado, siempre liderando con el ejemplo, absolutamente comprometido con la causa y con el recambio de la Generación… Un jugador increíble”.
La Confederación Argentina debe estarle muy agradecida: él encabezó la rebelión para hacer público el desfalco en las cuentas y reordenarla. Y la Federación Internacional, otro tanto: sabe que Scola va a estar, que va a destacarse, que ella no se equivoca si lo pone en los afiches de promoción. “Estamos hablando del palo que aguanta la tienda de campaña que es FIBA. Cuando haya que hacer esculturas y bustos de los emperadores de FIBA Américas, él va a estar ahí. Y quizás esté al frente de la fila”, metaforiza Álvaro Martín, el famoso relator de NBA por ESPN. Los hinchas albicelestes le son gratos de por vida; basta echar un vistazo a las redes sociales para encontrar loas emocionales pero no por eso vacías de sentido: “orgullo nacional”, “te amo”, “modelo”, “admiración pura”, “hay que clonarte”, “te quiero para presidente”…
Kenny Atkinson dirigió a Dominicana en el Preolímpico, pero conoce a Scola de mucho antes, cuando fue asistente en Houston Rockets. “Todo mi respeto a él. Es increíble -y no exagero- lo que ha hecho en el básquetbol de FIBA, en NBA. Lo que ha hecho por Argentina, y sigue jugando y liderando a este grupo de jóvenes. ¿Qué más debería hacer? Para mí debería estar en el Salón de la Fama: NBA, FIBA… Donde sea, él debe estar ahí”, lo ponderó el DT estadounidense.
Aunque correcto, Luis no es simpático con la prensa. No es fachero. No vuelca la pelota. No genera escándalos. No es ideal para el marketing ni es mediático. Y sin ser el más fuerte, atlético, rápido y demás, es el mejor de América fuera de Estados Unidos. ¿Qué tiene, entonces? “Ética de trabajo. Profesionalismo. Mentalidad. Liderazgo. Generosidad. Humildad. Fundamentos del juego”. No lo dijo una persona; es el resumen de decenas. Se podría usar, también, palabras más contundentes, como las que eligió Néstor “Che” García, el entrenador argentino que acá, en México, comandó a Venezuela hacia el mayor logro de su historia: “Un fenómeno. Único. Un monstruo. Inigualable. Un campeón”.
LA NACION