Kenneth Goldsmith: “Borges predijo Internet”

Kenneth Goldsmith: “Borges predijo Internet”

Por Natalia Páez
La frase escritura creativa (creative writing) nombra la materia en la que se enseña la práctica artística literaria en universidades y colegios anglosajones. El libro Escritura no-creativa del poeta y ensayista neoyorquino Kenneth Goldsmith juega con esa frase y sus implicancias en la era digital. Porque con la noción de no-creatividad refiere a una nueva forma de escribir que surge través de la manipulación de la información (datos). Pone entonces en discusión los términos de originalidad, autoría, plagio. Como también plantea nuevas formas de lectura.
Es fundador de uno de los archivos digitales más completos de poesía concreta y sonora, videoarte, cine y arte sonoro: Ubuweb. En otra época fue escultor y ahora se autodefine como un poeta performático. Una de sus últimas intervenciones fue leer en clave poética la autopsia del joven afroamericano asesinado por la policía en 2014, en Baltimore, por lo que fue repudiado ampliamente por las redes sociales y tuvo que llamarse a retiro digital unos meses.
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Invitado a presentar este libro que acaba de lanzar la editorial Caja Negra en su colección Futuros Próximos, brindó una charla con periodistas en el Malba, como actividad complementaria a la muestra La era metabólica, y también allí dictó el taller “Perder tiempo en Internet”, donde despliega su hipótesis de que en verdad jamás se pierde tiempo navegando. Y evidencia las nuevas formas de “autobiografía hiperrealista” que vamos construyendo en el modo en que cada quien organiza sus archivos, genera sus claves (passwords), o habla en las redes sociales.
Goldsmith (1961) se jacta de pertenecer a las últimas generaciones que crecieron en la analogía previas a Internet para ser testigos luego del cambio definitivo hacia la era digital. Y plantea frases provocadoras como que “ya no habrá escritura original”. Porque, dice, en la habilidad de cortar y pegar -y hacer circular un texto- radica la imaginación y la originalidad de un autor. También asegura que en el futuro “los escritores más interesantes serán robots”.
-En el libro plantea que ya “no hay vuelta atrás” en esta revolución tecnológica respecto de las nuevas formas de leer y de escribir. Sin embargo, hay escritores que están reaccionando ante la hiperconectividad y escriben desconectados. ¿Esto generará células de originalidad?
-No, no hay una respuesta hacia atrás. El rumbo es hacia delante. Algunas personas pueden decidir ir hacia atrás. Por ejemplo, hay quienes eligen vivir sin electricidad, pero el resto de las personas, la gran mayoría va hacia adelante. Y ese es el rumbo que me interesa. Yo no veo que se refleje o se perfile que la gente vaya a renunciar a sus dispositivos al menos en el futuro cercano. Por otra parte, en cuanto a la estética, creo que lo valioso del trabajo de los artistas es describir su época. Cómo eran las situaciones y las cosas en el momento en el que ellos vivieron. Y el más grande fenómeno que estamos viviendo en nuestros días es Internet y la tecnología y por lo tanto si nuestro arte no puede abordar estas cuestiones entonces este arte para mí no es interesante.
-¿Usted plantea taxativamente el fin de la escritura original?
-Creo que la escritura original va a estar a cargo de robots. Lo cual es una escritura muchísimo más original que lo que podría llegar a producir un ser humano.
-¿Qué implica el desafío al lenguaje que plantean los cambios tecnológicos?
-El lenguaje es algo preciado y es algo que en general no se quiere perturbar por miedo a que no podamos entendernos mutuamente. ¿Para qué generar mayores dificultades? En el momento en que desafiamos al lenguaje nos ponemos a desafiar estructuras políticas, sociales, legales, comunicacionales. Si perturbamos o disrumpimos el lenguaje lo hacemos también con la sociedad. Desafiamos la política y el orden. Cuando se trata de imágenes, en cambio, podemos verlas o podemos alejarnos si no queremos. Realmente no hay mucho en juego con una pintura colgada en la pared. Pero con el lenguaje todo está en juego. La poesía rompe el lenguaje. Y en eso reside su poder y su belleza.
-Usted fue escultor y luego hizo un viraje hacia la poesía concreta. En su libro, formula que hemos necesitado que existiera Internet para verificar lo profética que fue la poesía concreta. ¿Podría explicar este cambio en su vida?
-Conocí Internet y ya dejó de ser interesante para mí ponerme a trabajar la madera. Esa es la línea entre el antes y el después. Y creo que hay más, no creo que haya existido el posmodernismo. Yo creo que estuvo el Modernismo, luego la aparición de Internet y luego la era digital. Entonces tal vez se trata de un antes y un después para todo el mundo. No solo para mí.
-¿Cómo se ubica ahí la poesía concreta?
-La poesía concreta nos muestra la comprensión de un lenguaje de tal manera de que se puedan transformar en un ícono. Así como los íconos de escritorio en la computadora. Es sorprendente que la poesía fuera capaz de comprimir el mundo en una imagen pequeña, funcional. Pero nadie se pone a hablar de eso, ni en Silicon Valley, ni la gente de Steve Jobs se pone a hablar de poesía concreta pero de alguna manera está presente en el ADN de la computación como lo está presente el surrealismo. Obviamente todos estos geeks no están conscientes de eso. Pero justamente mi trabajo tiene que ver con establecer estas conexiones entre el modernismo y lo digital. Al fin y al cabo las propuestas del modernismo están concretándose en este momento durante la era digital.
-Respecto de la originalidad usted afirma: “Si no quieres ser copiado no lo pongas en Internet.” Hace poco en Buenos Aires la albacea de Borges demandó a un autor por intervenir el cuento El Aleph.
-Lo sé… lo sé… conozco el caso y me enoja mucho. Si hay que pedir permiso para tocar un texto, no se puede hacer nada. El artista tiene que hacer lo que tiene que hacer. Habiendo dicho esto -y debo calmarme porque este caso me ofusca- debo decir que Borges predijo Internet, la biblioteca de Babel se transformó en una realidad. Este debería ser un momento de gran celebración. Yo creo que en vez de resistirse María Kodama y sus representantes tendrían que abrazar el interés de los autores nuevos y abrazar la era digital. Si uno es artista y plagia la obra de otro, eso significa que uno realmente ha tenido éxito. Es el mayor cumplido que se le puede dar a un autor. A todo el mundo que le interese la literatura en español le importa Borges. En ese caso el plagio es amor, estamos hablando de amor. Esta es una batalla estúpida que hace 20 años quizás hubiera sido interesante. Pero ya fue.
-Respecto de la máxima de que hoy en tanto productores y consumidores (prosumers) de textos “hoy todos somos escritores”, recuerda una contra máxima que dice que si todos somos escritores, entonces nadie es escritor.
-Creo que ese es un gran problema. Igualmente creo que es mejor tener a todo el mundo siendo algo que a un par de iluminados. Es un argumento que ya fue planteado por Duchamp hace 100 años y ya estaba bastante bien delineado en las artes visuales hace 100 años, pero todavía estamos tratando de dilucidarlo en el ámbito de la escritura.
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