Ernesto Calvo: “Twitter es la nueva esfera pública que refuerza la polarización política”

Ernesto Calvo: “Twitter es la nueva esfera pública que refuerza la polarización política”

Por Gabriela Ensinck
A las 24 horas de publicado el primer tuit del periodista Damián Pachter sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, el número de retuits del caso llegó a 800.000. Una semana después, el hashtag #Nisman tenía más de 2.350.000 tuits y 1.600.000 retuits. Sólo en la semana posterior a la muerte del fiscal, los tuits generados podían llenar una decena de ediciones de la Enciclopedia Británica.
El caso #Nisman, como fenómeno social, fue la punta de lanza que tomó Ernesto Calvo, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Maryland, para analizar la incidencia de la red social Twitter en la política argentina y su uso como herramienta electoral y de influencia de opiniones.
En diálogo telefónico con 3Días, el autor de Anatomía Política de Twitter en Argentina (recientemente editado por Capital Intelectual), explica por qué cree que esta red social no es tan democrática como se dice sino que está dominada por una reducida aristocracia de formadores de opinión y se ha convertido en un instrumento para la chicana política.

¿Por qué tomaste el caso #Nisman como eje central de tu libro?
– Mi libro no es un análisis de la muerte de Alberto Nisman. Es un estudio del caso #Nisman como fenómeno social, informativo y político, que hizo visibles las tensiones entre el Gobierno y la Justicia, y puso de relieve la polarización entre partidarios del Gobierno y opositores. Cuatro millones y medio de tuits sobre #Nisman en 40 días dan cuenta de la relevancia internacional de este caso, que fue cubierto por los principales diarios del mundo, además de dominar los medios locales durante meses. La muerte del fiscal resonó internacionalmente en el marco de las negociaciones nucleares entre los Estados Unidos e Irán, que enfrentan a demócratas y republicanos, y a las administraciones de Barack Obama y Benjamin Netanhahu (premier israelí)
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¿Cómo es analizar la política argentina desde la Universidad de Maryland?
– Tengo la ventaja de estar lejos y al mismo tiempo cerca, porque viajo seguido a la Argentina. Esto me permite tomar cierta distancia. Y ver que hay características diferenciales, pero también similitudes entre el fenómeno #Nisman, el caso #Ferguson (N. de la R: las revueltas sociales a raíz del asesinato del adolescente afroamericano Michael Brown en esta localidad del estado de Misouri) o #Ayotzinapa (la matanza de 43 estudiantes en México). Es muy argentino esto de creer que las tragedias que nos pasan son las peores. Pero las #inundaciones o #lamorsa palidecen al lado del conflicto de #Siria.

Se suele considerar a las redes sociales como un espacio “horizontal”, donde todos tienen la misma posibilidad de comunicar, pero tu libro plantea lo contrario…
– Ciertamente, la mayoría considera a la tuitósfera como un espacio donde las ideas circulan libremente y en forma atomizada. Sin embargo, la información en Twitter está concentrada en un número pequeño de usuarios cuyos mensajes son retuiteados masivamente. Esta red social reconstruye las asimetrías de poder que ya existen en la política argentina, para darle relevancia a Massa, Macri, Scioli o Messi. En el espacio virtual, no todos los tuits son iguales. Algunos resuenan como el grito de un coro en un anfiteatro. Otros son inaudibles, y se pierden sin ser leídos ni percibidos por individuo alguno.

¿Qué es lo que vuelve a un tuit masivo? ¿Su contenido o quién lo envía?
– Pocas veces es su contenido. Generalmente es su origen y su pertenencia a una red estable de relaciones sociales. En el caso #Nisman, la mitad de los retuits que circularon fueron creados por el 1% de los usuarios, un selecto grupo que concentra capital político. Estos mayoristas de la información, verdaderos capitanes de la tuitósfera, son escuchados por el resto de los usuarios de Internet.

Tu libro plantea que en Twitter la gente no intercambia opiniones, sino que refuerza las que ya tenía.
– Precisamente, la segregación informativa en Twitter facilita la polarización, en la medida en que satura a los usuarios con información que es políticamente consistente con sus creencias previas. Así, quienes apoyan al Gobierno tuitearon y retuitearon información y opiniones que apoyaban la hipótesis del suicidio, mientras que los opositores se volcaron por el asesinato o el suicidio inducido. Twitter exacerba este mecanismo con un algoritmo que le ofrece a cada usuario datos consistentes con sus preferencias. Así, cada “favorito” o “retuit” remarca los límites de la comunidad de pertenencia y condiciona la información a la cual accedemos, creando una falsa creencia de que nuestras ideas son mayoritarias.

¿Cómo analizás el uso de Twitter en este período electoral? ¿Sirve para algo más que campaña sucia o saltearse la veda?
– Las limitaciones de espacio en Twitter están hechas para el sarcasmo y la chicana política. Pero las campañas negativas tienen un efecto corto. Porque le hablan a una comunidad que ya estaba convencida. Así a cada usuario le llegan montañas de evidencia que apoyan sus propios prejuicios, así como montañas de evidencia que desmontan las mentiras de los que no piensan como él. Los datos son los mismos, lo que difiere es su interpretación.

¿Los políticos siguen los temas más comentados en Twitter o su propia agenda?
– Así como hay un axioma que dice que “político que va ganando en las encuestas no debate”, hay otro que dice “el político sólo habla del tema que le suma votos”. Esto se ve claro en el caso Nisman. Mientras Daniel Scioli publicó un solo tuit referido al caso en todo el mes de enero, Mauricio Macri publicó 19 y Lilita Carrió , cientos…

¿Creés que Twitter puede develar aquello que el poder oculta?
– A medida que las redes sociales se masifican, surgen nuevas estrategias comunicativas. En México, cuando explotó la crisis de #Ayotzinapa, desde el Gobierno se empezó a ensuciar la información, usando el hashtag para mensajes que nada tenían que ver con la tragedia. Saturar y trivializar la información es una forma de ocultarla.
EL CRONISTA