El engaño ético, una vuelta de tuerca a las infidelidades

El engaño ético, una vuelta de tuerca a las infidelidades

Por Silvina Ajmat
“Encontrar a la persona perfecta para vos es genial. Pero, ¿qué tal si esa persona perfecta es más de una?”, dice una voz en off en un corto publicitario, y pone una bomba en el corazón de la monogamia. En el video, un hombre y una mujer se conocen en una fiesta y se van juntos. Luego vuelven a coincidir, pero cada uno entabla una nueva relación en las narices del otro. Y nadie se enoja. Así se presenta OpenMinded.com, una Web que propone un concepto que ya generó polémica en el mundo: el “engaño ético”. Mientras las Webs de citas están en la mira luego del escandaloso hackeo que sufrió AshleyMadison.com, un sitio creado para personas comprometidas en busca de aventuras -cientos de nombres de usuarios se difundieron en Internet, como un wikileaks de “piratas”-, cada vez más gente elige evitarse las mentiras y blanquear ante su pareja su deseo de una relación abierta. “La monogamia no funciona para la mayoría de nosotros”, explica Brandon Wade, el creador de OpenMinded.com, que inició esta empresa basándose en sus propias experiencias.

“Hay un número creciente de personas que son capaces de ser honestas con su pareja acerca de este modelo tradicional que no está funcionando. El engaño ético implica decirle a tu esposa que vas a ser infiel o incluirla en nuevas relaciones extramatrimoniales”, agrega y los números de su sitio parecen respaldar sus palabras. A dos meses de su lanzamiento, que tuvo lugar en mayo de este año, ya contaba con 150 mil usuarios, de los cuales el 40% eran jóvenes de entre 18 y 35 años.

“Yo no tengo problemas si mi pareja está con otras personas porque lo vemos normal. Es normal que uno sienta deseos de estar con otras personas. Anormal es, para nosotros, que caretees esa situación. Frases como ‘pienso en vos todo el tiempo’ son puras mentiras. La conquista, sentirse deseado, esas cosas se pierden con la monotonía de la vida diaria. Cada uno tiene que hacer lo que siente”, explica Romina Linares, de 30, quien desde hace cinco años mantiene una relación “open”, sin haber recurrido a ninguna red social ni sitio de citas.

infidelidad

En este sentido hay diferencias abismales entre lo que cada pareja y cultura consideran que significa ser infiel: para algunos, un beso; para otros, una relación sexual. Hay quienes juran que la infidelidad existe sólo cuando una persona se enamora de su amante, y hay quienes condenan el mero flirteo. Con la llegada de las redes sociales, esta diferencia conceptual amplió aún más la tipología de infidelidad: según una reciente encuesta de Match.com, el portal de citas más grande del mundo, el 48% de las personas cree que la seducción en las redes sociales puede arruinar una pareja, de los cuales el 65% son hombres y el 35%, mujeres.

La ficción se ha ocupado largamente de esta dificultad del ser humano para vincularse con una sola persona “hasta que la muerte los separe”. Allí donde la imaginación fluye, todo parece más claro: “Enseguida hubo una regla. Implícita: no se habla de nuestras vidas. Eso que solemos llamar ‘nuestras vidas’: la edad, el nombre, la profesión. Todo eso lo obviamos. No tenía importancia. Pero no fue una decisión consciente. Salió así. Era. una relación sexual”, explica el personaje que encarnó Darío Grandinetti en Una relación pornográfica, obra de Philippe Blasband que fue furor en el Paseo La Plaza hace un par de años junto a Cecilia Roth.

Contaba la historia de una pareja de desconocidos que entablaba una relación bajo la premisa de no tener ningún tipo de compromiso. Cualquiera de los dos podía ser casado, tener una familia, pero eso no se traía a colación. Sin embargo vivían su relación con una sinceridad que no lograban en otros vínculos. Terminaban, claro, perdidamente enamorados. Algo similar a la propuesta de Marlon Brando a María Schneider en El último tango en París. “Vos no tenés nombre y yo tampoco. No hay nombres. Aquí no tenemos nombres, ¿de acuerdo?” El policial sueco más famoso de los últimos tiempos actualiza la idea de una relación sin pacto de fidelidad de manera explícita: en la saga Millennium, la periodista Erika Berger está casada y no quiere separarse de su marido, pero no puede evitar mantener una relación paralela con su colega, Mikael Blomkvist. Su marido lo entiende y lo acepta, de manera que ella duerme indistintamente en su casa o en la de su amante con su consentimiento.

La clave es, sin dudas, definir los parámetros. “Cuando las cosas están claras entre adultos y el juego honesto está planteado de antemano, cada quien tiene la facultad de decidir si quedarse o retirarse”, analiza Valeria Schapira, experta en relaciones para Match.com.

En la Argentina, los más jóvenes le llaman “amor libre”. “No me gusta la idea de imponer nada. Salgo con una chica, somos compañeros, nos queremos. Si ella siente deseo de estar con otra persona, no quiero que deje de hacer lo que siente. Tenemos un amor libre”, explica Mariano, estudiante de la UBA, de 21.

“Para mí no existen las relaciones con título”, sentencia Romina. Su historia de “amor libre” comenzó como cualquier otra: “Eramos novios ‘normal’, estuvimos seis meses así hasta que a él le pareció que era mucha responsabilidad y quiso terminar la relación. A mí me gustaba. Entonces pensé sigamos pero saquemos el tema del compromiso -relata-. La premisa fue que no exista la oportunidad de mentirle al otro, y eso a mí me parece lo más genial del universo”, explica. Los códigos de la pareja son claros: “La pauta es vos hacé lo que quieras para ser feliz. Y para que sigas teniendo ganas de estar conmigo a medida que pasa el tiempo. Sabemos que tenemos historias aparte. Podemos hacer la nuestra pero sin exponer al otro. Respetarlo. Todo con cuidado”.

¿Qué es el respeto en una relación abierta? ¿Cuál es esa ética? “Es importante que cada pareja establezca sus propias reglas de convivencia y las respete. Allí donde se cruza el umbral del respeto, comienza la desconfianza y es imposible construir vincularmente”, recomienda Schapira.

“El respeto está en borrar los rastros de los de afuera. No dejar ninguna puerta abierta. Que los fulanos y las menganas no tengan nombre ni cuerpo, que no nos hagan pensar en el engaño, compararnos con los otros -dice Romina-. Yo sé que la hacés. Te dejo que la hagas, pero no quiero tener contacto con eso”.

Cómo cuidar al otro
Los códigos con los que coinciden la mayoría de las parejas consultadas para sostener la dinámica dentro de una relación abierta incluyen ciertos cuidados a la hora de comunicarse. ¿Cómo saber si cuando uno llama a su pareja, él o ella no estará con otro u otra en ese momento? “Si quedamos en vernos, nos vemos. Si no, no. No hay mensajitos ni llamadas a cualquier hora”, expone Laura Martínez, de 28. Su regla de oro es que su pareja no deje de hacerla sentir especial y que no la deje de segunda opción. “Yo tampoco a él. Si estoy con otro, lo hago cuando encuadren las situaciones. El no va a saber nada, ni cuándo ni dónde ni con quién”.

En una columna recientemente publicada en The Huffington Post, Gracie X, la autora de Wide Open: My Adventures in Polyamory, Open Marriage, and Loving on My Own Terms, un libro sobre el “poliamor”, explica por qué elige experimentar un matrimonio abierto: “Para mí, el sexo con otra persona no es motivo de ruptura. Ser deliberadamente cruel, no cuidar de la familia, faltar al respeto, mentir…, estos sí constituyen motivos de ruptura en nuestro acuerdo de relación. Pero el sexo no; porque tal vez cambiar de aires de vez en cuando sea parte de nuestra biología”. Y aclara: “Para hacer que funcione necesito confianza, negociaciones claras y toneladas de comunicación”.

El riesgo de sucumbir ante los celos está siempre latente. “Hace poco le comenté a mi novio que quería irme de viaje sola y no le gustó nada. Eso no está bien si nuestra relación se basa en la libertad y en la verdad, porque no le estoy ocultando cosas”, cuenta Laura. “La verdad” es el valor que se mantiene como constante en este tipo de relaciones. Todo es en nombre de la verdad. Sin embargo, el personaje de Nicole Kidman en la mítica escena final de Ojos bien cerrados se encuentra con el de Tom Cruise luego de que se revelaran las infidelidades dentro de la pareja, y casi se puede ver el dolor espantoso de un corazón roto en su mirada cuando le dice: “La verdad de nuestra pareja nunca será la verdad completa”.
LA NACION