28 Oct The Knick: sangre, drogas y discriminación
Por Ricardo Marín
No es la primera vez que Clive Owen trabaja para HBO. Antes del papel de John Thackery, el brillante cirujano cocainómano que interpreta en The Knick -labor por la cual concede esta entrevista junto con sus compañeros de elenco, André Holland, Eve Hewson y Michael Angarano, para presentar la segunda temporada del programa que emite Max-, el actor inglés hizo de Ernest Hemingway en el telefilm Hemingway y Gellhorn que produjo HBO en 2012. Owen se mueve por las oficinas que tiene la compañía en la Quinta Avenida, en una de las zonas más atractivas de Manhattan, como si estuviera en su casa. A él y a sus colegas, les quedan un par de horas más de charlas con periodistas de todo el mundo, pero a ninguno de ellos se les borra la sonrisa amable, ni se les arruga la vestimenta elegante con la que asisten a la cita.
“Esta no es la Nueva York de la época en que tienen lugar las historias que vemos en The Knick”, comenta frente a un enorme ventanal desde el que se observa una vista privilegiada del Empire State desde un piso 14. “Por aquellos años esta ciudad era un lugar muy duro para la gente de bajos recursos. Y en lo que tiene que ver con la enfermedad y lo que pasaba en los hospitales, para todo el mundo. Los médicos estaban aprendiendo la mayoría de las técnicas quirúrgicas modernas, pero la forma en que lo hacían era muy impresionante. Avanzaban a grandes pasos, pero impacta por lo salvaje pensar en las cosas que se veían entonces”, añadirá más tarde en la charla colectiva.
The Knick transcurre en la Nueva York del 1900. El nombre de la serie es la forma abreviada de llamar al Knickerbocker, un hospital que existió realmente en la Gran Manzana, que se fundó en el siglo XVIII y dejó de funcionar en 1979, por problemas financieros. Las historias que se cuentan en el programa, por supuesto, son ficticias. El contenido que puede verse en sus episodios podría ser interpretado como una versión de época de lo que se muestra en otras series de médicos como ER, Dr. House o Grey’s Anatomy. Sin embargo, dos ingredientes le dan una notable particularidad. La primera, que es más importante que los dramas de los pacientes y de la vidas personales de médicos y enfermeras la pintura que brinda sobre las prácticas médicas en la época y los conflictos sociales que se cocinaban por entonces. Como una suerte de Mad Men , sesenta años antes y con cirujanos en lugar de publicitarios. El otro ingrediente es la dirección de Steven Soderbergh, que ofrece una estética y un estilo de relato audiovisual de calidad fuera de lo común.
En cuanto al primero de estos ingredientes, Hewson, hija del cantante Bono, que asume con el papel de la enfermera Lucy el primer trabajo trascendente en su carrera, comenta: “Hay cuestiones que, más allá de que han pasado más de cien años, aún se mantienen vigentes y con las cuales mucha gente se siente identificada. Por ejemplo, la hipocresía con que se maneja la ilegalidad del aborto en muchos lados o la manera discriminatoria con que se trata a la mujer por su condición de género”. En medio de los conflictos sociales que muestra esta narración está Holland, quien interpreta al doctor Edwards Algernon, un cirujano graduado en Harvard con honores y con la experiencia de haber sido discípulo en Europa de profesionales de renombre, pero que no es aceptado por sus colegas del hospital ni por muchos pacientes por ser negro. “Mi personaje me recuerda cosas que viví en carne propia, pero que no tenía presentes. Lidiar con Hollywood no es diferente a lidiar con el hospital, como tiene que hacerlo Algernon. Siempre pensé que si hacés un buen trabajo, trabajás duro y estudiás, llega tu oportunidad; pero no funciona así. Aún hoy en día, para el negro, las cosas no son tan simples. La dignidad con la que Algernon se comporta es la forma en la que yo espero comportarme. Su optimismo, el hecho de que no se rinda aunque la situación sea difícil para él, es algo que me gustaría imitar en mi vida personal”, confiesa el actor.
Lejos de estas cuestiones sociales, el personaje de Angarano, el doctor Bertram Chickering Jr., tiene historias vinculadas al avance de las técnicas quirúrgicas. “Lo mío en la nueva temporada está más relacionado con el costado romántico que con la denuncia social”, opina sonriente. “Sin embargo, tampoco es todo tan delicioso. Hay un par de escenas en las que actúo que, en comparación, cualquiera de las de sangre que se vieron en la temporada anterior parecen suaves”, avisa. Y ocurre que si en algo no escatima el relato es en mostrar la manera en que actuaban aquellos médicos, experimentando continuamente al extremo. De hecho, Thackery comienza esta temporada en un centro de rehabilitación, dado que su adicción, sumada a su pasión por experimentar al límite, cobró más vidas de lo conveniente en la temporada anterior. “Me resulta muy emocionante como actor jugar el papel de este cirujano brillante, que camina siempre sobre la cuerda floja, desafiando todo límite y cuyo rol en la segunda temporada se vuelve épico”, adelanta Owen.
LA NACION