Se cae el mito del apocalíptico efecto laboral de los robots

Se cae el mito del apocalíptico efecto laboral de los robots

Por Tim Harford
El número de puestos laborales que se han perdido debido al reemplazo con máquinas que son más eficientes es sólo parte del problema. En el pasado, las nuevas industrias contrataban a muchas más personas de las que despedían. Pero esto no se aplica a un sinnúmero de nuevas industrias del presente.
Este sentimiento, expresado por la revista Time, data de las primeras semanas de la presidencia de John Kennedy. Sin embargo, se ajustaría perfectamente a muchos de los discursos políticos contemporáneos. Como un implacable robot asesino del futuro que se respeta a sí mismo, nuestra ansiedad tecnológica simplemente continúa persiguiéndonos.
El “Terminator” personificado por Arnold Schwarzenegger era ciencia ficción – pero también lo es la idea de que los robots y los algoritmos de software están “devorando” empleos más rápidamente de lo que pueden crearse. Hasta el momento, existe una disparidad sorprendente entre el miedo a la automatización y la realidad.
Pero, ¿cómo puede suceder esto? Las autopistas de Silicon Valley tienen un puñado de automóviles sin conductor. Ve a al cine, al supermercado o al banco, y te darás cuenta de que los miembros más prominentes del personal que verás son los guardias de seguridad que están allí supuestamente para evitar el robo de valiosas máquinas.
En el pasado, tu computadora estaba satisfecha con corregirte la ortografía; ahora te traducirá tu prosa al mandarín. Teniendo en cuenta todo esto, seguramente los robots ya deben haberse robado un par de empleos.
Por supuesto, la respuesta es que la automatización ha estado acabando con puestos laborales específicos en determinadas industrias durante un largo tiempo, razón por la cual la mayoría de los occidentales que tejen ropa o cultivan y cosechan manualmente lo hacen por diversión. En el pasado ese proceso nos enriquecía más.
La preocupación actual es que – ya que las computadoras están volviendo ciertos trabajos innecesarios más rápidamente de lo que podemos generar otros – el resultado sea el desempleo generalizado, dejando una clase privilegiada de propietarios de robot rentistas y de trabajadores altamente pagados con habilidades compatibles con las de un robot.
Esta idea es superficialmente plausible: estamos rodeados de computadoras potentes y baratas; muchas personas han perdido sus empleos durante la última década; y la desigualdad ha aumentado durante los últimos 30 años.
Pero la teoría se puede poner a prueba de una manera muy simple: ¿qué tan rápido está creciendo la productividad? La medida habitual de la productividad es la productividad por hora trabajada – por un ser humano. Los robots pueden tener una productividad económica sin horas de trabajo humano alguno, por lo que un ataque repentino de los trabajadores robóticos debiera causar una aceleración súbita en la productividad.
En cambio, la productividad ha sido decepcionante. En EE.UU., el crecimiento de la productividad laboral contó con un impresionante promedio de 2,8% anual entre 1948 y 1973.
El resultado fue una afluencia masiva en lugar de un desempleo masivo. Posteriormente, la productividad se desplomó durante una generación y resurgió a finales de 1990, pero en la actualidad se ha debilitado nuevamente. El panorama no es mucho mejor en el Reino Unido, donde la productividad laboral es notoriamente baja en comparación con el resto de las economías importantes del G7, y ha continuado cayendo todavía más desde el año 2007.
Considerando una perspectiva de 40 años, el impacto de este largo deterioro de la productividad sobre los trabajadores comunes en los países ricos es mayor que el ocasionado por el aumento de la desigualdad, o por la crisis financiera de 2008. En una época llena de decepciones económicas, la peor ha sido el persistente fracaso de los robots en quitarnos nuestros empleos. Entonces ¿por qué se dedican tantos comentarios al punto de vista contrario? Parte de esto se debe a un simple error: ha sido una década difícil, económicamente hablando, y es fácil culpar a los robots por los problemas que debieran achacarse a otros, como los banqueros, los entusiastas de la austeridad y los políticos de la eurozona.
También es cierto que la robótica está logrando impresionantes avances. Gill Pratt, un experto en robótica, recientemente describió una “explosión cámbrica” de la robótica en el Journal of Economic Perspectives. Aunque los robots han hecho poco para ocasionar el desempleo masivo en el pasado reciente, eso puede cambiar en el futuro.
Sin duda, la automatización también ha cambiado el perfil del mercado de trabajo. En la misma publicación, el economista David Autor documenta un aumento en la demanda de empleos de baja cualificación y de empleos altamente especializados y un vaciamiento de puestos de trabajo en la mitad. Existen indicios de que este vacío se está moviendo cada vez más y más hacia arriba de la gama de habilidades. Puede que los robots no nos estén quitando los empleos, pero sin duda los están moviendo de un lugar a otro.
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Sin embargo, el autor también cita una sorprendente estadística: la inversión privada en computadoras y software en EE.UU. ha estado disminuyendo casi continuamente durante 15 años. Eso es difícil de conciliar con la historia del apocalíptico efecto laboral de los robots. Seguramente debiéramos esperar ver un aumento en la inversión en TI a medida que se instalan todas esas máquinas.
En cambio, en la secuela de la gran recesión, los gerentes han notado una amplia oferta de mano de obra humana barata y, por ahora, han prescindido de las máquinas. Tal vez exista un enorme dormitorio subterráneo en algún lugar, lleno de acero, chispas y androides inactivos. En una esquina, encontraríamos a un “robo-periodista” cromado escribiendo una columna mientras que se lamenta de que los seres humanos les han quitado los empleos a todos los robots.
EL CRONISTA