Maternidad, un tema ineludible

Maternidad, un tema ineludible

Unas más, otras menos, todas las madres hablan del hecho de la maternidad. Ocurre que la experiencia es quizá la más trascendental que se puede vivir en este mundo.
Quedar embarazada, formar una persona en el propio útero, parirla y hacerse cargo de ella. Lo mismo adoptar, tener la valentía de buscar un niño y criarlo son situaciones muy fuertes, que atraviesan la vida de cualquier mujer.
“Mi parto fue normal”. “No duerme nada”. “Le di la teta hasta los dos años”. “Dejé de trabajar para cuidarlo”… Dicen las mujeres, desconocidas o célebres, cuando comparten su experiencia, se desahogan, tienen esa necesidad imperiosa de contarlo. Ocurre que el hecho de la maternidad invade todos los ámbitos de la vida y se convierte en el tema por excelencia. Entonces, así como una empleada administrativa se explaya en la oficina respecto de su ser maternal, Frida Kahlo se pinta ensangrentada en la cama del Hospital Henry Ford de Detroit, donde perdió uno de sus embarazos. Ambas fueron madres, pero Frida tenía un medio de expresión entre sus manos que hizo que su opinión acerca de la maternidad se popularice y en muchos casos enriquezca la idea con sus aportes.
Galeria_Frida_Kahlo_Sinaloa
Susan Sontag. Intelectual neoyorquina. Mujer atractiva. Pelo negro, mechón blanco. Homosexual. Ensayista. Novelista. Exitosa. Triste, avasallada por sus pensamientos. Pensaba que lo más deseable en el mundo es la libertad de ser fiel a uno mismo. Perturbada. Sexual. Icono. Madre.
Así, con palabras separadas por puntos, solía definirse y expresarse. Y cuando le llegó el momento, no pudo evitar llevar a sus valiosos ensayos el tema de su maternidad. Fiel a su estilo fue franca y directa en varias entradas de sus diarios (Renacida, Diarios Tempranos, 1947-1964).
“Casi nunca sueño con David (su hijo), y no pienso mucho en él. Ha hecho po¬cas incursiones en la vida de mi fantasía. Cuando estoy con él lo adoro plenamente y sin ambigüedades. Cuando estoy lejos, y siempre que sepa que lo cuidan bien, mengua muy rápidamente. De todas las personas que he amado, él es menos un objeto de amor mental que los demás, él es más intensamente real”.
Y hasta hizo una lista de comportamientos que deseaba tener como madre. (…) Septiembre de 1959. Ser coherente, no hablar de él a los demás (por ejemplo, contar cosas graciosas) en su presencia. No cohibirlo, no elogiarlo por algo que yo no siempre reconocería como bueno, no amonestarlo duramente por algo que se le ha permitido hacer, rutina diaria: comer, deberes, baño, dientes, habitación, cuento, dormir, no permitirle que me monopolice cuando estoy con otras personas, siempre hablar bien de su pa. (sin muecas, suspiros, impaciencias, etc.), no desalentar sus fantasías pueriles, hacerlo consciente de que hay un mundo de mayores que no es de su incumbencia. No suponer que lo que no me gusta hacer (bañarme, lavarme el cabello) a él tampoco le gustará”.
Simone de Beauvoir no tuvo hijos biológicos, aunque ya mayor adoptó a una de sus alumnas, Sylvie Le Bon, que se convirtió en su heredera. Y si bien este hecho tiene más de legal que de maternal, la intelectual francesa que pasó a la historia como la madre del feminismo, tampoco pudo huirle al tema. Así es como en su gran obra, El Segundo Sexo, le dedica un capítulo a La Madre. Su mirada es crítica y quizá el paradigma opuesto a la idea rosa del hecho de tener un hijo, pero no por eso deja de ser valiosa su valoración del tema. Simone escribió: “En virtud de la maternidad es como la mujer cumple íntegramente su destino fisiológico; esa es su vocación natural, puesto que todo su organismo está orientado hacia la perpetuación de la especie. Pero ya se ha dicho que la sociedad humana no está jamás abandonada a la Naturaleza. Y, en particular, desde hace aproximadamente un siglo, la función reproductora ya no está determinada por el sólo azar biológico, sino que está controlada por la voluntad”; “(…) desde la infancia se le repite a la mujer que está hecha para engendrar y se le canta el esplendor de la maternidad; los inconvenientes de su condición -reglas, enfermedades, etc-, el tedio de las faenas domésticas, todo es justificado por ese maravilloso privilegia que ostenta de traer hijos al mundo”.

Miradas no convencionales
La fotógrafa Sally Mann hizo de la maternidad su mejor obra: Immediate family, una serie de fotos de sus hijos tan bellas como perturbadoras. Recluida al sur de los Estados Unidos, en una casa rodeada de naturaleza, Mann crió a sus tres hijos en la libertad absoluta y, de paso, los fótografió durante doce años. Así, en la intimidad de lo doméstico, escenario tantas veces acusado de chato, ella descubrió su arte. Simplemente los retrataba jugando, durmiendo o en alguna otra situación casera. Aunque varias de las fotos tienen cierto montaje y se puede ver la intención de la artista. No son retratos comunes de niños que sonríen a cámara, los hijos de Sally Mann aparecen desnudos, en poses provocativas, llorando, lastimados, jugando a fumar.
Immediate family le mereció tanto el máximo reconocimiento como la condena de cierto sector de la sociedad, que vio en sus fotos algo de abuso o perversión. Mann nunca fue arrestada, aunque sí varias veces censurada y en 2001 obtuvo el premio a la Mejor Fotógrafa Americana que le entregó la revista Time.
“La pintura ha llenado mi vida. He perdido tres hijos y otra serie de cosas que hubiesen podido llenar mi horrible vida. La pintura lo ha sustituido todo. Creo que no hay nada mejor que el trabajo”, y ¿quién puede haber dicho esto más que Frida Kahlo?, alguien que ha hecho de su obra.su vida.
La maternidad fue un tema para Frida incluso antes de vivirla ella misma. Y la obra Mi nana y yo (1927) lo demuestra. Allí pintó a la nodriza que la amamantó cuando era bebe, en una actitud totalmente desprovista de amor, casi como ofreciéndola a alguna deidad. Su siguiente obra relacionada es la primera de una serie titulada Cómo imagine que nací. Más perturbadora aún, se puede ver un bebé a medio nacer de una madre muerta. Su mirada al tema es oscura, triste, sanguinaria y frustrada, lo que se comprueba en obras como Frida y la operación cesárea, Frida y el aborto, hasta Henry Ford Hospital, todas de 1932.
Patti Smith se crió en un contexto que no tenía nada que ver con sus intereses artísticos y literarios. Y lo dejó todo para ir tras su vocación. Como poeta, artista y pionera del punk llegó a lo máximo. Pero cuando estaba en la cima congeló su carrera para ser madre y dejó boquiabiertas a tantas feministas que la habían sumado a sus filas de lucha y activismo. Ocurre que Patti es luchadora, activista y comprometida, pero nunca hizo un tema de su género.
En 2004 lanzó al mercado Trampin que incluye varias canciones sobre ser madre, en parte en tributo a la suya, que había fallecido dos años antes. Uno de los temas, Mother Rose, dice: ‘Toma mi mano, tómala con una sonrisa tiernamente. Madre rosa, cada pequeña mañana / Para cuidarme ahora es el momento / Para cambiar de punto de vista ahora que te tengo”.
Joan Didion, novelista, periodista y guionista norteamericana, tuvo una larga carrera de éxitos y fue recientemente revalorizada gracias a que la casa de moda Céline la eligió este año para que fuera su imagen. El último libro que escribió, Noches azules (20R), se lo dedicó a su hija adoptiva, Quintana Roo, que murió a los 39 años. Y és allí, donde junto con la temática del envejecimiento, reflexiona acerca de la maternidad. “(…) cuando hablamos de nuestros hijos, ¿qué estamos diciendo? ¿Estamos hablando de lo que significó para nosotros tenerlos? ¿De lo que significó para nosotros no tenerlos? ¿De lo que significó dejarlos ir? ¿Estamos hablando del enigma de comprometernos a proteger lo que no puede protegerse? ¿De ese gran misterio que es tener hijos?”, se pregunta Diddion. Y no ofrece respuestas.
LA NACION