Los científicos mellizos que bucean en lo más profundo del cerebro

Los científicos mellizos que bucean en lo más profundo del cerebro

Por Valeria Román
Los padres insistieron con separar a los mellizos Pedro y Tristán Bekinschtein, porque querían que cada uno tenga su propia identidad. Los registraron en jardines de infantes diferentes. Cursaron la escuela primaria en grados separados, y los mandaron a colegios secundarios que estaban a más de 40 cuadras de distancia. Pero la carrera de biología en la Universidad de Buenos Aires los unió.
Ahora, trabajan como investigadores científicos y se destacan por sus descubrimientos en las cuestiones más íntimas del cerebro. Pedro puede explicar cómo hace el cerebro para almacenar y recuperar recuerdos que son muy parecidos entre sí (como los diferentes viajes de vacaciones) y cómo se olvida. Tristán indaga en la sutil frontera entre los estados conscientes e inconscientes que se viven a diario, como el momento en que una persona se está por dormir o cuando recibe anestesia antes de ser operada.
Los Bekinschtein tienen 39 años ahora. Pero nadie podría tildarlos a simple vista como científicos. Están muy alejados del estereotipo del científico formal y aburrido. Cuando eran chicos tomaron clases de teatro y se les nota. Pedro usa remeras de Batman y canta. Tristán hace gimnasia acrobática y escribe guiones para obras de teatro, cerca de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, donde tiene su propio laboratorio.
Pedro trabaja como investigador del Conicet en el Instituto de Biología Celular y Neurociencias en la Facultad de Medicina de la UBA. Un lugar que plantea un desafío para el cerebro antes de visitarlo. “Puerta única de salida”, dice en lo que debería ser la entrada. Y obliga a quien llega a preguntarse dónde está la verdadera entrada. Hasta que se entiende que hay que bajar un piso para luego volver a subir y dar con la entrada. Allí, en uno de los laboratorios está Pedro, rodeado de tubitos, con la visita de su hermano. Ambos aceptaron la entrevista con Clarín y contaron su historia en común.
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“Compartimos el 50% del ADN y 30 años de vida. Los últimos 10 años han sido de idas y vueltas, porque vivimos en diferentes países”, cuenta Pedro, quien desde chico siempre fue curioso, pero a su estilo. Le gustaba observar las cosas o los peces de la pecera de su casa por horas, y leer enciclopedias. “Quizá no era ciencia, pero había una curiosidad. El, en cambio, era más mandado”, comenta sobre su hermano. Lo de “mandado” es porque Tristan no sólo observaba las cosas que lo rodeaban, sino que las desarmaba con destornilladores para ver de qué estaban hechas. Aclara que las “volvía armar”.
Pedro fue al Colegio Nacional de Buenos Aires y quedó fascinado con la biología por la profesora que tuvo en tercer año. Tristán tuvo electrónica, robótica y química, en la Escuela Ort. Por diversas vías, los mellizos descubrieron su vocación por la biología, y su interés por el cerebro en particular. Aunque se hacen diferentes preguntas.
Tristán salió con ¿por qué pensamos? ¿Qué hace que los humanos tengamos pensamiento? En algún momento, necesitó cursar filosofía, pero volvió para hacer sus investigaciones en neurociencias que hoy consisten en mapear hasta dónde llega la conciencia y cuándo se pasa a estar inconsciente.
Hace trabajos de investigación básica, que son a su vez utilizados por muchos científicos clínicos que estudian pacientes con problemas del sueño, traumas por accidentes, epilepsia, entre otros. Para eso, hizo estudios con pacientes en estado vegetativo, e incluso analizó la situación de Gustavo Cerati después de que sufrió un ataque cerebrovascular.
Pedro se pregunta ¿cómo el cerebro clasifica y guarda los recuerdos por años? Y también estudia cuáles son los mecanismos para olvidar.
Entre 2009 y 2012, los mellizos (cuyos padres son arquitectos y tienen una hermana periodista, Ingrid Beck) estuvieron trabajando en la Universidad de Cambridge. Pedro volvió a Buenos Aires, y ha prestado su propio cerebro para una investigación de su hermano. “Fue voluntario para uno de mis trabajos sobre pacientes con estados inconscientes. El fue parte de mi grupo control y le hicimos una resonancia: tiene un patrón cerebral muy bonito”, dice Tristán.
¿Se admiran? “Sí, profundamente”, contestan a dúo. Tristán muestra el libro de divulgación que acaba de publicar su hermano: “100% cerebro” (Ediciones B), en el que se derriban muchos mitos sobre “el órgano rockstar” del momento.
Se consultan por teléfono o por mail. “Se que tengo un par en mi propio campo de trabajo, que me puede dar su opinión sincera siempre”, dice Tristán.
CLARIN