16 Oct Las mentiras de los trols: agonía del ejército del mal
Por Paula Urien
Ya la palabra da un poco de miedo. Un trol es parte de la mitología nórdica y, como tal, algo o alguien no muy agradable. Se trata de un ogro que no tiene el buen carácter de Shrek, pero sí su facha de gigante, con una nariz enorme, igual que sus orejas y algo diabólico en la mirada. También hace referencia a extraños hombres salvajes que viven bajo tierra y que se dedican a raptar personas, incluso niños.
A este tipo de personajes de la ficción hizo referencia la semana que pasó el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. “Pusieron a laburar a su ejército de trols, que viraliza una imagen de estas características mentirosa, de mala fe”, dijo, haciendo referencia a una supuesta campaña de desprestigio hacia Daniel Scioli a través de las redes sociales.
Desde San Pablo, Brasil, Emmanuel Evita, head of PR de Twitter América Latina, explica que, en efecto, existe el término trols para identificar a quienes hacen uso de las redes indebidamente. Sin embargo, y cada vez más, las redes tienen una función “autolimpiante”, como si fuera un horno. “Tenemos herramientas para reportar el uso indebido de la Red, aquel que va en contra de nuestras reglas”, dice. Así, Twitter no vigila de manera activa ni censura el contenido de los usuarios, excepto en determinadas circunstancias: sustitución de la identidad; uso de una marca registrada; el uso de información privada, como direcciones, DNI, números de tarjetas de crédito sin autorización de las personas involucradas; violencia y amenazas, entre otras. En estos casos, “se llega a la suspensión de las cuentas después de haber sido analizadas por el equipo de la compañía”, dice Evita.
¿Cómo se dan cuenta de que una cuenta es falsa? “Nos enfocamos en diversos tipos de comportamiento que nos lleva a analizar si se asumió una falsa identidad, como la falta de interacción, por ejemplo. Pero dependemos para esto de los usuarios, que ayuden a identificar comportamientos extraños, abusivos, que violen las reglas”, finaliza Evita.
Una vez más, son los mismos usuarios los que ejercen esta función “autolimpiante”, que también funciona en otras plataformas, como Wikipedia, por ejemplo. Pero, después de todo, queda en el aire una pregunta: ¿cómo es trabajar de trol? ¿Qué pasa por la cabeza de una persona que tiene que mentir a una comunidad?
Un trabajo del psicólogo e investigador Patricio Nusshold para el VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional, de la Facultad de Psicología de la UBA, habla del sufrimiento ético en las actividades de servicio. “En algunas oportunidades, los operadores de call centers, al igual que otros trabajadores de diversas actividades de servicios, se ven obligados a tener que afirmar cosas que a veces no saben si son verdad o efectivamente son mentira”, dice Nusshold. “Son situaciones que pueden engendrar un sufrimiento patógeno”, completa.
La mentira prescripta, al encontrarse en contradicción con aquello que los sujetos juzgan que sería correcto, tiene sus consecuencias y no de las buenas en la persona que debe engañar como forma de trabajo. Miente, miente, que algo quedará, decía el nefasto ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels. Sí, algo quedará en la misma persona que miente o se cree obligada a hacerlo, sea parte del Gobierno o de una empresa.
LA NACION