10 Oct Antonio Straface: “Tener jeans ya no se discute”
Por Camila Solito
Desde hace más de dos décadas, Antonio Straface es sinónimo de jeans. Con Daniel Cassin, a principios de los 90, impuso algo novedoso para el mercado local: la posibilidad de optar por los tres largos y la incorporación de talles impares. Luego vendrían Vitamina, Chocolate y Lacoste, y hasta se dio el lujo de fabricarle a Custo Barcelona. Su consagración llegó de la mano de Jazmín Chebar y Claudio Drescher, con quien tiene una alianza desde hace 11 años. Autodidacta, arrancó en su Lanús natal cuando decidió abandonar la mecánica, un oficio que ejerció entre los 14 y los 20 años. “No quería estar tan sucio, pasaba horas lavándome las manos. Ahí empecé a hacer bolsos, remeras y buzos. A los 27 armé mi primer local en Lanús. Vendía ropa y me faltaban los jeans; entonces empecé a hacerlos yo”, recuerda Straface sobre sus comienzos. Desde esa época empezó a viajar a Pergamino, al que define como el Mendoza del Malbec para la fabricación de jeans. “La gente de Pergamino no se entendía con la de Buenos Aires y yo forjé una relación desde la humildad que continúa hasta hoy. Fui a aprender”, cuenta sobre sus inicios.
-¿Qué sabías sobre los jeans cuando empezaste?
Absolutamente nada. Arranqué desarmando, puntada por puntada, un par que era mío de la marca Guess. Lo planché hasta que quedó duro y lo copié. Así hice el primer molde, después conseguí el denim y con una costurera armamos la primera tanda para mi local de Lanús. Más adelante descubrí que a las chicas les quedaba bien el Levi’s 501 de hombre. Se lo ponían canchero, bajo. Se les caía y les quedaba tipo bolsa. Entonces tomé esa idea. La saqué de un libro de Levi’s. Como no había tenido aleccionamiento alguno lo copié y lo reinterpreté. Y nunca más volví a copiar.
-¿Cuánto hace que trabajás con Jazmín Chebar?
Hace 11 años. Antes de sellar esa alianza, Jazmín había hecho cinco intentos de hacer jeans y no funcionaron. Yo participé en dos de ellos (risas). La sexta vez comenzamos con un concepto mucho más focalizado e hicimos dos modelos bien femeninos y ahí empezó un círculo virtuoso. La marca hace crecer a los jeans y los jeans hacen crecer la marca.
-¿Qué significan los jeans para las grandes marcas?
Siempre recuerdo una frase de Yves Saint Laurent. Cuando le preguntaron cuál era su asignatura pendiente dijo: “No haber sido yo quien inventó el jeans”. Los jeans ya no se discuten y lo tienen todas las marcas. Cada uno le quiere poner su impronta. En ese intento, muchos lo hacen a la moda. A mí no me gustan.
-¿Cuál es ese jeans de moda que no te gusta?
Ese que es tipo calza, se llama leggins. No me gusta, pero funciona; para Jazmín es el número uno en ventas. A mí me identifican los clásicos evolucionados con contemporaneidad. El Levi’s 501 en esencia es eso.
-¿Cómo fue trabajar con Custo Barcelona?
Lo conocí en 2002. Vino a Buenos Aires a presentar su colección en el BAF; al final llegó tarde y no pudo hacerla, pero a la noche hubo una fiesta en el Faena. Me contó que tenía problemas con los jeans. Al día siguiente vino a mi oficina y quedó encantado con lo que hacíamos. Una semana más tarde me pidió que viajara a Barcelona y le hice dos temporadas de jeans acá en la Argentina.
-¿Qué es lo primero que mirás en unos jeans?
El lavado. Si está mal no resiste análisis. En unos jeans sin lavar, los bolsillos traseros. Tienen que ser importantes. Otra cosa que me parece imperdonable es cuando hay que cortarlos y el dobladillo te lo hace tu mamá, eso es tremendo.
-¿Por qué el jeans siempre es caro?
El denim en la Argentina está a un precio muy internacional. Los costos son altos. La tela en sí misma, la confección y el lavadero son valores que están estandarizados, no es como una camisa que podés elegir hacerla en poliéster o seda. Por otro lado, una marca de primera línea local lo vende en promedio a 100 dólares, mientras que una equivalente en Nueva York lo ofrece a 200. El problema de la Argentina es que tenemos un poder adquisitivo bajo, por eso es costoso, pero no estoy de acuerdo con que sea caro.
-¿Estás de acuerdo con que no se liquide?
-Sí, yo empecé con esa práctica en Daniel Cassin, la continué en Vitamina y Jazmín estuvo de acuerdo. Es una protección que hacés al cliente cuando vos fabricás jeans clásicos. En definitiva, la liquidación de una prenda es un mal análisis de diseño y cantidad. Hay marcas que lo exageran porque es parte del negocio.
-¿Fabricás vos el denim?
-No, tengo un acuerdo con Alpargatas que me fabrica en función de lo que yo necesito. Importo muy poco, lo que vaya entrando, italiano, americano y brasileño.
-¿Tu consejo para lavar los jeans?
-Primero no lavarlo durante meses hasta que se adapte a tu cuerpo y lo ideal para el primer lavado es hacerlo en el mar, como lo hacía Andy Wharhol. Les suma sal que los endurece. Te lo dejás puesto mojado hasta que se te seque. Así se lo recomiendo a mis amigos y queda bárbaro.
-¿Tu asignatura pendiente?
-En este momento estoy armando una fábrica modelo de jeans en Pergamino. Es un crecimiento integral vertical, quiere decir creado, concebido, desarrollado y fabricado por mí. Además voy a producirle a Mishka los jeans de la próxima temporada.
LA NACION