“Siento placer de estar día a día con los futbolistas”

“Siento placer de estar día a día con los futbolistas”

Por Nicolás Zuberman
Ariel Holan no se saca el casete para dar una entrevista. Nunca lo tuvo. El entrenador de Defensa y Justicia, que ganó cuatro, empató uno y perdió dos desde que llegó a Florencio Varela, no se crió en el ambiente del fútbol. Su formación, su mundo estuvo en el hóckey durante su adolescencia y su juventud. Pero su pasión siempre fue la número 5. Después de un largo recorrido de más de una década como colaborador en otros cuerpos técnico, a Holan le llegó el momento de ser cabeza de grupo y romper con varios preconceptos. “Es una oportunidad única e histórica. Que hayan confiado en mí es un honor, siempre voy a estar agradecido. Creo que la mejor publicidad que uno puede tener como entrenador son los futbolistas que me conocieron, los dirigentes de los clubes por los que he pasado y también el seguimiento que pueden haber hecho a los resultados que uno ha obtenido, aunque sea como videoanalista de Jorge Burruchaga o como ayudante de Matías Almeyda”.
-¿Qué diferencias hay entre un vestuario de hóckey y uno de fútbol?
-Ninguna. El patrón común es el género humano, con las mismas virtudes y defectos. Lo importante es administrar el grupo y ser coherentes en el decir y en el hacer. Las problemáticas son similares, aunque cada deporte tiene su idiosincrasia.
-Siempre aparece esto del fútbol y el hóckey cuando das una nota. ¿Lo entendés?
-Por un tiempo va a ser así. Si yo fuera periodista preguntaría lo mismo. Es un caso curioso. Estuve muchos años observando la dinámica de los grupos en el fútbol y aprendí mucho, por eso me llevó tanto tiempo largarme como técnico principal.

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-¿Qué te llevó hasta acá?
-La ilusión. El fútbol es el deporte nacional, todos nacemos con una camiseta y una pelota en la cuna. Ya en la habitación te ponen el escudo del club. Yo traté de jugar al fútbol. Lo hice en un club de aficionados en Longchamps, jugaba los domingos ahí. Quedé en Banfield después, pero mi papá pensó que era mejor para mí estudiar. Yo iba a un colegio bilingüe que era doble escolaridad y no tuve alternativa. Al hóckey empecé a jugar al año y medio pero me di cuenta de que lo que me gustaba era acomodar a mis compañeros, pensar ejercicios y entonces ya de adolescente supe que la docencia me daba más placer que jugar.
-¿Y del sueño a la realidad cómo lo llevás?
-Es como lo soñé por ahora. Lo estoy disfrutando y aprendiendo muchísimo. Siento placer de estar en el día a día con los futbolistas, programar mis entrenamientos, ver cómo los jugadores se desarrollan. Desde el punto de vista periodístico a veces me da un poco de vergüenza, me schockea pero trato de atenderlos a todos y contestar porque si estuviera en su lugar me gustaría que me den una respuesta. Trato de ser sincero y tomarlo con naturalidad y respeto.
-¿Cuánto influye tu laburo en este momento de Defensa?
-Acá no hay magia. Menos cuando creemos en el proceso de entrenamiento. El mérito es de los futbolistas, que se han entregado a un tipo de entrenamiento no convencional de una manera apasionada, con un esfuerzo enorme, con una disposición admirable. Eso me enorgullece y como primer equipo nunca me lo voy a olvidar.
-¿Por qué no convencional?
-Porque hay un montón de cuestiones a nivel metodológico a las cuales ellos no están acostumbrados. No porque lo nuestro sea mejor; porque es diferente. En el día a día usamos cargas muy altas, mucha intensidad, entrenamientos largos a los que no estaban acostumbrados. Te confieso que están por encima de lo que pensé que iban a poder entregar.
-Está el mito de que el futbolista es un poco vago.
-Eso es falso. Lo que depende de nosotros es despertarles el entusiasmo de querer ser cada día mejor. De eso se trata: nosotros ponemos nuestra parte, ellos la suya. Nos enriquecemos mutuamente.
-¿Cómo se labura la tecnología en tu cuerpo técnico?
-Hay un grupo de entrenadores que buscamos en herramientas tecnológicas ayuda para profundizar nuestro proceso de entrenamiento y darles a los futbolistas el mejor servicio para que resuelvan en cancha las cosas que se les pueden presentar durante un partido. Todo tipo de información que sirva como herramienta para que el jugador desarrolle mejor su trabajo dentro del campo de juego: el partido anterior, su temporada, el rival que van a enfrentar. Una serie de informaciones que le pueden ser útiles y que pueden aplicarlas o no, porque en definitiva los que juegan, ponen el cuerpo y toman las decisiones son ellos.
-Fuiste de los primeros en laburar con la tecnología. ¿Fue difícil entrar en el ambiente del fútbol?
-Ya lo hacía en el hóckey, al estilo Bilardo. Con dos videocaseteras, sin programas, nada. Después diseñé en 2001 un software para el fútbol, que en 2003 lo puse en práctica con Burruchaga. Ahora usamos un software australiano que se llama Sportcore, que es el más completo del mercado. Por suerte me vinculé con entrenadores muy abiertos como Passarella, Sabella. Y con Burruchaga en una tarde que le mostré mi trabajo y me dijo que a partir de la semana siguiente me quería con él. Fue quien me abrió las puertas del fútbol.
-¿Hay un referente en tu profesión?
-Admiro a Simeone, Bielsa y Sampaoli, que son distintos estilos pero cada uno con su sello hiperprofesional. A nivel internacional soy un admirador del fútbol alemán. No me olvido que su gran cambio ha sido por la escuela holandesa, que arrancó en los años 70 con Rinus Michel y que ahora reproduce el Barcelona que nos seduce a todos. Pero la raíz está en el Ajax de Holanda. El fútbol alemán es latino por la hablidad, europeo por el orden y le agregó la eficacia típica de los alemanes. Esa es la síntesis del fútbol que me gusta: ser protagonista, tener elaboración con verticalismo, achicar hacia delante.
-¿Cuánto le dedicás por día al fútbol?
-Gracias a mi señora que me aguanta, todo el día. Trato de parar a las 8 de la noche, pero bueno. Es una pasión que me hace feliz. Sé que lo que no le dedico al fútbol lo puedo disfrutar porque todo lo que he hecho antes en el día me hizo feliz. Si uno está bien puede estar bien con la gente que lo rodea.
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