¿Por qué los brasileños no se refugian en dólares aunque se devalúe 40% el real?

¿Por qué los brasileños no se refugian en dólares aunque se devalúe 40% el real?

Por Matías Barbería
El real brasileño perdió casi 40% frente al dólar en el último año y, aunque la crisis política y económica no es despreciable, no hay colas en las casas de cambio. La moneda del gigante sudamericano es la que más pierde en la región, pero no hay cepo. Las ganancias que podrían haber hecho los brasileños con ese movimiento del tipo de cambio son patentes, pero sin embargo la clase media brasileña no sólo no se llevó las reservas a su casa sino que las tenencias internacionales del Banco Central de Brasil se mantenían ayer todavía cómodas cerca de los u$s 370.000 millones.
¿Cómo logró un país que tuvo cuatro monedas distintas en los últimos 40 años hacer que sus ciudadanos ahorren en la moneda nacional? ¿Por qué allá no hay corridas contra el real y en la Argentina el peso es víctima de ataques permanentes?
La primera lectura es la cultural. Los argentinos lideramos el ranking de tenencia de billetes de dólar per cápita fuera de los Estados Unidos con u$s 1300 por persona contra u$s 6 por brasileño, según datos del Departamento de Estado de ese país y se atribuye a las repetidas crisis locales.
Pero Brasil tuvo crisis igual de importantes sin caer en el trauma argentino, como cuenta Janaina Figueredo, corresponsal de O’ Globo en Argentina.

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¿Por qué los brasileños no abandonan el real?
– Creo que en Brasil no existe el trauma que existe en la Argentina por crisis pasadas. Digamos, no recuerdo que en el pasado mis padres cambiaran sus reales o monedas anteriores por dólares por miedo a una devaluación o por la inflación. Por ejemplo, los inmuebles se venden en moneda local. Cuando cuento que los inmuebles acá se venden en dólares y en billetes no lo pueden creer. Me dicen: ¡¿Llevan la pila de billetes al banco?!
–¿Y entonces cómo viven las devaluaciones? ¿Cuál es la reacción del brasileño promedio?
–La gente frena mucho el consumo. No pasa desapercibido, las personas están asustadas porque saben que devaluación lleva a más inflación. No que suba el dólar, lo que asusta es que suban los precios internos.
De la cultura a los incentivos
“Directamente no hay cuentas en dólares en los bancos de Brasil ni se pueden fijar precios en moneda extranjera. Esa visión no existe”, dijo Gustavo Segré, socio de Center Group y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Paulista.
El ahorro brasileño se basa en las cadernetas de poupança, depósitos a plazo fijo orientados a sectores populares que se remontan al siglo XIX. El Banco Central brasileño cuida que sus tasas superen a las de inflación desde hace décadas.
“El 22 de octubre de 2002, en una de las peores crisis de Brasil, el dólar llegó a 3,96 reales (ayer quedó en 3,79). Entonces, con u$s 10.000 dólares comprabas 39.600 reales. Seis años después por esos dólares hubieras obtenido 15.600 reales y hoy unos 38.000. En cambio, si usabas la poupança hubieras terminado con 80.000 reales en el mismo período”, dijo Segré.
O sea que además de cultura hay fundamentos. Eso es lo que prefiere resaltar el economista Federico Muñoz: “Siempre me molestó que se insista en que la devoción de los argentinos por los dólares como una cuestión meramente cultural”.
“En particular, la era kirchnerista transcurrió enteramente con tasas de interés negativas en términos reales, es decir que los plazos fijos pagaban menos que la inflación. ¿Por qué nos lanzaríamos a ahorrar en pesos?”, agregó Muñoz.
La poupança rinde hoy 13,25% anual, más de cuatro puntos por sobre la inflación del 9%. El plazo fijo argentino paga 23,6%, mientras que la inflación que mide C&T Asesores era del 25,3% a julio. Este ahorro a pérdida se mantuvo estable en los últimos años (ver infografía).
“También tienen tipo de cambio que flota. Si sube la demanda se traslada a precio hasta que no hay mas expectativa de devaluación”, sumó Luciano Cohan, analista de Elpysis.
Retroalimentando a esto, la devaluación de Brasil no llevó a la inflación a dos dígitos, mientras que la suba del 23% del dólar en enero de 2014 en la Argentina hizo volar los precios hasta cerca del 40% anual.
Sin ánimo de ganar
Pero tasas y flotación no alcanzan a explicar por sí solas por qué los brasileños se conforman con no perder.
Un administrador de po
rtafolio de un banco de capital extranjero cuenta una anécdota que, aunque no del todo comprobable, no deja de ser ilustrativa. En un viaje en un taxi porteño junto a un directivo español de la empresa se le ocurrió una consulta para el chofer. “¿Qué harías si supieras con seguridad que se devalúa la semana que viene?”, preguntó.
El peón de taxi respondió que desarmaría todos sus ahorros para comprar tantos dólares como pudiera. Más aún, dijo que se acercaría a una cooperativa de su barrio para pedir prestados más pesos con los que ubicarse en divisas.
El remate de la anécdota, elegantemente ficcionalizada por el ejecutivo local, era una muy castiza expresión de sorpresa: “¡Coño! Hasta el taxista se ha apalancado” (jerga para endeudarse con el fin de invertir).
¿Por qué el brasileño no actúa como el taxista argentino de la anécdota?
Según el economista Martín Tetaz, la tasa real positiva es clave. Pero además sostiene que los ahorristas son mucho más agresivos a la hora de evitar pérdidas que al momento de perseguir ganancias.
En Psychonomics, un libro de su autoría, Tetaz se basa en un estudio del Premio Nobel Daniel Kahneman que sostiene que ante la pérdida de utilidad experimentada ante un quebranto de $ 100 es mucho mayor a la utilidad percibida ante una ganancia de exactamente el mismo monto de dinero.
“La gente gamblea para no perder, pero busca el efecto certeza para ganar (aversión a los riesgos en el terreno de las ganancias y búsqueda de riesgos en el de las pérdidas)”, dijoTetaz.
Esta conducta explicaría por qué se ve desesperación por dolarizarse en episodios como la corrida que llevó al blue a $ 16 en septiembre pasado pero no una pesificación masiva entre octubre de ese año y abril de 2015, donde los activos en pesos arrojaron una ganancia en dólares del 40% medida al tipo de cambio paralelo según cálculos del economista Andrés Méndez, de ACM.
EL CRONISTA