Peronismo a la carta: el boom de los restaurantes con aires políticos

Peronismo a la carta: el boom de los restaurantes con aires políticos

Por Josefina Marcuzzi
Una rubia chaqueña y su pareja degustan una cazuela de locro y ella lo apura: “Dale, sacame una foto en el altar”. Señala un santuario con la imagen de Evita rodeada de flores y velas, que es escenario de la mayoría de las fotos que los comensales se sacan en Perón Perón. Se respira allí aire peronista. La “V” formada por el dedo índice y el mayor se ve en pinturas y retratos.
En los últimos cinco años, el boom gastronómico también se expresó en la ciudad con la apertura de bares y restaurantes “peronistas”, y aunque en un principio convocaban a militantes y a funcionarios, hoy son una atracción para visitantes del interior y para turistas extranjeros.
Perón Perón está situado en Carranza 2225, en el corazón de Palermo. Abrió en 2010 y es uno de los tantos espacios que pretenden conservar la “liturgia” y ser, además, escenario de encuentros militantes o de reuniones familiares.
Un Café con Perón, en Recoleta; Los Octubres, sobre la calle Thames, y el Museo Evita, en la calle Lafinur, son otros de los espacios elegidos por peronistas de raza, turistas curiosos y familias porteñas.
En la entrada de Perón Perón, un bombo de plástico transparente, ilustrado con una caricatura del general, Evita, Néstor Kirchner y Agustín Tosco, entre otras figuras tradicionales del movimiento justicialista, invita a entrar.
En el ingreso, hacia la izquierda, se impone un cuadro pintado al óleo del busto de Cristina Kirchner, obra del artista Sergio Tosoratti. De fondo suena “Fuerza natural”, de Gustavo Cerati, y en un televisor relativamente nuevo se transmite el programa 6,7,8. Los mozos llevan uniformes negros con la cara del general y en unos paneles del fondo se lee “Perón cumple, Eva dignifica”.
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En este restaurante se come por un promedio de 200 pesos por persona. El pacú a la parrilla es una de las especialidades. También se puede probar una pinta de Cerveza Montonera, por $ 55, o terminar la velada con un Amado Budín; los Tragos Peronchos rondan los 70 pesos.
“No soy un tipo de la gastronomía; este restaurante nació en 2010 por mi tradición peronista. Lo pensé como un espacio clásico, pero luego fue virando hacia el kirchnerismo. Muchas veces los clientes traen regalos, cuadros u objetos, que son los que ambientan el lugar y definen la tendencia peronista del momento”, cuenta Daniel Narezo, dueño y fundador de Perón Perón.
Y si de lugares con tradición se trata, Un Café con Perón es el bar temático más clásico de la ciudad. Funciona en la planta baja de la casona que fue parte de la residencia presidencial hasta 1955, situadaen Austria 2395.
El café se inauguró el 17 de octubre de 2010, tras un trabajo de restauración que rescató del abandono los pisos en damero, la boiserie de las paredes y los vidrios biselados de los ventanales. Recupera la liturgia peronista de la primera época peronista y es una propuesta mucho menos moderna que Perón Perón.
La casona, de techos altos, pisos de cerámica blanca y negra y ventanales enormes, conserva una heladera Siam antigua y cientos de fotos de Perón y Evita. En una de las mesas, una escultura del general invita a tomar un café o sacarse, al menos, una foto. La moza ofrece la carta con desgano y se molesta cuando un cliente le pide que le limpie la mesa, con rastros de un comensal anterior. En Un Café con Perón se puede almorzar por $ 70 por persona. Es una alternativa realmente económica, aunque la atención, el día de la visita de LA NACION, no fue la ideal.
“Acá mismo vivió Irma Cabrera de Ferrari, ama de llaves de Perón y de Evita. En este lugar rememoramos la tradición y añoramos y reivindicamos el valor histórico que esta casa tuvo para la historia argentina”, contó a LA NACION Lorenzo Pepe, director del Instituto Nacional Juan Domingo Perón.
Donde la atención sí es buena y el cliente se siente inmerso en el universo peronista en cuanto pisa la entrada es en Los Octubres, el restaurante temático situado en Thames 1788 e inaugurado a fines de 2012. En la planta baja hay unas pocas mesas para disfrutar de una cerveza artesanal JP o comer una picada; las firmas gigantes de Perón y Evita invitan a subir la escalera hacia el entrepiso, donde está la tienda peronista.
Allí, una joven alemana de rasgos duros se prueba una remera con el rostro de Evita. Turistas y argentinos aficionados pueden llevarse de souvenir pingüinos para vino con la cara de Néstor Kirchner, indumentaria con la imagen de Perón, cuadros de pintura o venecitas de distintos dirigentes y muñecas de tela de Cristina Kirchner.
“La idea originaria fue trasladar el espíritu del peronismo a un multiespacio gastronómico y cultural. La iconografía lo hace un lugar único, y creo que para Dante [Gullo, el dueño] fue todo un desafío hacerlo en pleno Palermo, un barrio que no es peronista de tradición”, contó a LA NACION Fernanda Teves, encargada de Los Octubres.
En el sur de la ciudad, el tradicional restaurante El General fue una insignia y el primero en iniciar esta corriente de espacios gastronómicos peronistas, en 2005. Fue fundado por empresarios duhaldistas y kirchneristas y se convirtió en un ícono gastronómico del barrio de San Telmo. Nació en Belgrano al 500, se mudó a México 972 y allí funcionó con un servicio para más de 120 personas. Pero en mayo pasado cerró sus puertas por problemas económicos y financieros.
El restaurante del Museo Evita, en plena Recoleta, completa la serie de espacios litúrgicos en la ciudad. El lugar, situado en Lafinur 2988, al lado del museo, conserva recuerdos de Eva, cuadros, fotos y un gran mural en su honor dedicado a ella, la imagen de Perón no aparece. Aquí se ofrece una breve carta gourmet para almorzar y las opciones rondan los 150 pesos. La especialidad es el pescado: salmón y brótola, a la cabeza. El ambiente es cálido y de buen gusto; una estructura colgante sujeta decenas de copas bien lavadas y dos señoras muy elegantes disfrutan de un cortado y un budín de cítricos.
“Si bien es un espacio vinculado al Museo Evita, este restaurante es principalmente una buena opción para comer rico en Recoleta. En un principio los vecinos, tradicionalmente antiperonistas, no querían ni entrar. Luego se dieron cuenta de que ofrecemos calidad y que no hacemos un culto del peronismo, por eso hoy son nuestros principales clientes” contó a LA NACION Diego Martin, el encargado del bar.
Basta con acercarse al restaurante cualquier día hacia la tarde o noche para verificarlo. En el corazón del distinguido barrio, las vecinas disfrutan de la calidad del menú, la excelente atención y del parque con flores que invita al encuentro.
Aquí, como en los restaurantes y bares anteriores, las diferencias políticas e ideológicas entre los comensales y el ambiente parecen no ser esenciales a la hora de disfrutar de una buena velada gastronómica.
LA NACION